Las zoonosis parasitarias son un componente crítico de la bioseguridad global en la interfaz entre la vida silvestre, los humanos y los animales domésticos. La urbanización acelerada, la fragmentación del hábitat y los fenómenos climáticos extremos intensifican la transmisión de helmintos entre las poblaciones, lo que requiere una vigilancia integrada bajo el paradigma de Una Salud. En entornos de cautiverio, como zoológicos, centros de rescate y fragmentos de áreas verdes urbanas, las densidades artificiales de hospedadores fomentan la acumulación de estadios infecciosos de helmintos en el suelo, lo que socava las estrategias sanitarias tradicionales.
La helmintosis gastrointestinal es de particular preocupación debido a que sus etapas infecciosas persisten en el suelo durante períodos prolongados y tienen un alto potencial zoonótico. La evidencia reciente de poblaciones silvestres ilustra la magnitud de este desafío. El riesgo se vuelve aún más preocupante cuando las especies de caza unen zonas rurales y urbanas. La notable plasticidad ecológica de los helmintos se destaca aún más por la amplia diversidad de Ancylostoma spp. detectada en osos negros, zorros rojos y linces, lo que muestra que los diversos nichos tróficos hacen poco para limitar su mantenimiento. Estudios a largo plazo en rumiantes europeos han revelado que Trichuris spp. permanece viable incluso después de varios años de rotación de pasturas, lo que subraya la resiliencia de estos parásitos a las estrategias de manejo convencionales. En conjunto, estos hallazgos respaldan una interpretación común: las poblaciones de vida silvestre albergan reservorios robustos de helmintos que desafían las intervenciones basadas únicamente en quimioterapia, lo que requiere estrategias integradas que consideren el medio ambiente, los huéspedes múltiples y la salud pública. En los países en desarrollo, los estudios sobre parásitos zoonóticos en animales silvestres cautivos destacan la importancia de implementar medidas de control de parásitos en entornos en los que interactúan humanos, animales silvestres y animales domésticos.
La creciente resistencia a los antihelmínticos químicos ha acelerado la búsqueda de alternativas biológicas, y los hongos helmintófagos han emergido como candidatos prometedores. Se ha recopilado la alta eficacia de géneros como Duddingtonia, Arthrobotrys y Pochonia contra varios helmintos zoonóticos, destacando su potencial sostenible.
En este contexto, Adolfo Paz Silva, María Sol Arias Vázquez y Cristiana Filipa Cazapal Monteiro, de la Facultad de Veterinaria de Lugo, junto a investigadores de Brasil, ha publicado una revisión que recopila y analiza críticamente la evidencia sobre el uso de hongos helmintófagos para controlar las helmintosis en la fauna silvestre. Específicamente, busca sintetizar datos de laboratorio y de campo sobre la eficacia y los mecanismos de acción de estas especies fúngicas; examinar los factores ecológicos, tecnológicos y regulatorios que determinan su comportamiento en los distintos biomas y hospedadores; e identificar lagunas de conocimiento que puedan orientar la investigación translacional futura e informar sobre políticas de gestión alineadas con los principios de Una Salud.
La presencia de helmintos en animales silvestres, explican, es natural y, en dosis moderadas, suele mantenerse en equilibrio con su hospedador. Sin embargo, las infecciones graves causan lesiones en la mucosa intestinal, “dificultan la absorción de nutrientes y provocan pérdida de la condición corporal del hospedador”. En casos graves, pueden causar infertilidad o la muerte, poniendo en peligro la viabilidad de la población.
Entre todas las helmintiasis que afectan a los animales salvajes, las infecciones por helmintos transmitidos por el suelo, especialmente las causadas por gusanos redondos, son de particular preocupación para los investigadores. Esta gran familia de nematodos comprende más de 15 géneros que afectan a los animales salvajes y a los humanos, ya que son zoonosis importantes. Aunque cada especie tiene huéspedes definitivos específicos, ocasionalmente se han identificado especies capaces de convertirse en agentes zoonóticos y afectar a los humanos.
La posibilidad de que animales salvajes y especies de ganado compartan pastos aumenta el riesgo de transmisión de helmintos. Por consiguiente, la utilidad de los hongos helmintófagos en animales domésticos puede extenderse a ciertas especies de animales salvajes.
La mayoría de las especies conocidas de hongos helmintófagos, o más generalmente hongos parasitófagos, son especies filamentosas que desarrollan micelios que pueden actuar contra huevos o larvas y ejercer diversas acciones para extraer el contenido interno de los huevos y destruir el embrión. Por consiguiente, esta actividad antagónica se basa en la prevención de infecciones mediante la reducción del riesgo de que los animales los ingieran accidentalmente al pastar o alimentarse directamente del suelo.
Desde un punto de vista práctico, los hongos helmintófagos candidatos para el control de helmintos de interés veterinario son divididos en dos clases por los investigadores. Por un lado, efecto ovicida, que agrupa a los hongos capaces de desarrollar hifas que se adhieren a la cutícula o la cubierta del huevo, y por otro lado, larvicida, puesto que atacan las fases móviles o larvas, razón por la cual se construyen numerosas trampas en su micelio para atraparlas.
La evidencia de campo y laboratorio acumulada durante la última década muestra que los hongos helmintófagos pueden reducir la contaminación ambiental por huevos y larvas de nematodos entre un 70 % y un 90 % en una amplia gama de especies hospedadoras, como rumiantes, équidos, primates, carnívoros y bisontes, sin los efectos secundarios asociados a la quimioterapia antihelmíntica repetida.
Así, comentan que su mecanismo de acción es multifacético: especies como Duddingtonia flagrans y Arthrobotrys musiformis atrapan o penetran las larvas infectivas, mientras que Mucor circinelloides y Pochonia chlamydosporia destruyen los huevos en el suelo, ofreciendo una cobertura ovicida-larvicida complementaria que puede combinarse en la misma formulación para una mayor eficacia.
La revisión ha explorado los desafíos que existen para que esto sea viable, como la variabilidad ambiental, la estabilidad de las formulaciones y la aceptación de esta nueva tecnología, lo que a su vez contribuye a la preservación de estas especies. El uso de hongos helmintófagos reduce la necesidad de fármacos antihelmínticos al ofrecer una alternativa no química para el control de parásitos.
El enfoque en la “resistencia”, el “clima” y la “sostenibilidad” sugiere un creciente interés en abordar los desafíos de adaptación a largo plazo y la viabilidad ambiental. “Los hongos no actúan inmediatamente, como los productos químicos, y su acción sobre los huevos y larvas de helmintos en el ambiente puede tomar tiempo”, matizan.
Más allá de la eficacia, el biocontrol fúngico se alinea con los principios de conservación y de Una Sola Salud al disminuir los residuos de medicamentos, frenar la propagación de la resistencia a los antihelmínticos y disminuir el riesgo zoonótico en la interfaz fauna silvestre-ganado-humanos. Estudios a largo plazo han demostrado que la administración regular a través de vehículos palatables (p. ej., premios de gelatina o pienso en gránulos) mantiene una baja infectividad en los pastos y mejora la condición corporal y la ganancia de peso, lo que favorece el bienestar animal y la viabilidad poblacional.
Por lo tanto, los autores concluyen recomendando que las futuras investigaciones prioricen la optimización de los sistemas de administración de esporas adecuados a diferentes regímenes de cría, la armonización de las regulaciones internacionales para facilitar el registro de productos para entornos zoológicos y de vida silvestre; y un mayor control del acceso de humanos y animales domésticos a las áreas de vida silvestre donde viven animales salvajes. La integración de hongos helmintófagos en programas más amplios de manejo de parásitos, junto con la higiene del hábitat, el pastoreo rotacional y el uso específico de antihelmínticos, “ofrece una vía realista y sostenible para salvaguardar la salud de la vida silvestre al tiempo que se protege la salud pública y la integridad ambiental”.