Los perros comparten con las personas hogares, hábitos y, a veces, enfermedades. El cáncer gástrico es poco común en perros, pero cuando ataca, se asemeja mucho al cáncer gástrico en humanos: signos clínicos sutiles, subtipos tumorales comparables, diagnóstico en etapa avanzada y pronóstico desfavorable. Esta similitud, combinada con una genética única, convierte a los perros de raza en un modelo eficaz para el estudio de esta devastadora enfermedad, que es el quinto cáncer más común a nivel mundial.
En un nuevo estudio, un equipo de investigadores utilizó ADN canino para descubrir más de 15 genes relacionados con el cáncer gástrico.
"La investigación refuerza la idea de que los perros, especialmente las poblaciones de raza pura, son modelos poderosos para estudiar las enfermedades humanas", afirman los autores.
“Logramos identificar más de 15 regiones genómicas importantes para la susceptibilidad al cáncer gástrico utilizando ADN de menos de 500 perros; eso representa una gran cantidad de genes. Estudios como este en humanos requieren miles de muestras de ADN y, aun así, suelen descubrir menos genes”, añaden.
Esto se debe, en gran medida y según el estudio, a que los perros de raza pura presentan una variación genética limitada dentro de las razas, lo que permite que se aprecien diferencias clave entre individuos enfermos y sanos. Los genes recién identificados, incluidos algunos que no se habían relacionado previamente con el cáncer, "ofrecen nuevas y prometedoras vías para la investigación del cáncer gástrico humano".
El estudio se centró en dos razas de perros con una incidencia desproporcionada de cáncer gástrico: el tervueren belga y el pastor belga. Durante varios años, dueños de mascotas, criadores de perros y veterinarios de Norteamérica y Europa recolectaron muestras de sangre o hisopados bucales de estas razas y las enviaron a investigadores y colegas.
Luego, el equipo analizó secuencias de ADN de muestras de 200 perros diagnosticados con cáncer gástrico y 270 perros de control sanos. Utilizaron un método que les permitió comparar secuencias de ADN específicas entre los grupos de perros.
Específicamente, buscaron diferencias en la frecuencia con la que aparecían bases clave de ADN en diferentes sitios del genoma. "En los sitios realmente importantes para el cáncer gástrico, observamos una clara diferencia en el ADN entre perros sanos y enfermos, lo que nos indica que los genes en esta región contribuyen al desarrollo de la enfermedad", explican los investigadores.
De hecho, el estudio reveló 15 regiones genómicas que parecen determinar el riesgo de cáncer gástrico a lo largo de la vida en estos perros. Estas regiones incluyen genes cancerígenos conocidos, como el supresor tumoral PTEN, también observado en humanos, así como genes nuevos que no se habían asociado previamente con la enfermedad, como el PDZRN3. Estos genes recién identificados ofrecen prometedoras vías para la investigación del cáncer gástrico en humanos.
Los investigadores también utilizaron datos de una empresa de análisis genético canino para comparar secuencias de ADN de perros pastores y tervueren belgas con las de una tercera raza, el malinois belga, estrechamente emparentada, pero que rara vez desarrolla cáncer gástrico. "Queríamos comprender qué diferencia al malinois, dado que por lo demás son tan similares genéticamente, y si podrían ser portadores de alguna protección contra el cáncer gástrico", señalan los autores.
El equipo identificó tres regiones importantes, dos de las cuales podrían tener un efecto protector. Estos tramos de ADN eran excepcionalmente comunes en el Malinois y se observaron con mayor frecuencia en los controles sanos del estudio.
Los investigadores esperan traducir estos conocimientos en herramientas prácticas que mejoren los resultados para los perros. En los caninos, el cáncer gástrico suele diagnosticarse demasiado tarde para un tratamiento eficaz. "Pero con una prueba genética, podríamos detectar a los perros de alto riesgo de forma precoz y potencialmente detectar la enfermedad mientras aún es tratable", aseguran los investigadores.
"Las pruebas genéticas también podrían ayudar a orientar las decisiones de cría para reducir la prevalencia de la enfermedad, y algunos de los genes recién identificados podrían servir como dianas para futuras terapias. Si tienen éxito en perros, estos tratamientos también podrían explorarse en ensayos clínicos con humanos", recoge el estudio.
El equipo trabaja ahora para recolectar muestras adicionales que validen sus hallazgos para una prueba genética precisa y para explorar si genes específicos contribuyen a los diferentes subtipos de cáncer gástrico. "También nos interesa identificar genes desregulados en los propios tumores, lo que podría ayudarnos a identificar dianas terapéuticas", concluyen los autores.