Según estimaciones de 2020, el cáncer causa 10 millones de muertes al año en todo el mundo, por lo que representa una de las principales causas de muerte, especialmente en los países más desarrollados. El cáncer puede definirse como una enfermedad heterogénea caracterizada por mutaciones en oncogenes y/o genes supresores de tumores, que conducen a la proliferación celular descontrolada, inhibición de la muerte celular programada y capacidad de engañar a la respuesta inmune.
Para desarrollar una medicina de precisión capaz de proporcionar terapias efectivas, existe una evidente necesidad de desarrollar modelos preclínicos capaces de representar de forma heterogénea el desarrollo y la progresión del tumor, así como su relación con el sistema inmune del huésped. En este contexto, los tumores espontáneos que aparecen en las mascotas representan un excelente modelo para la investigación traslacional. Además, los humanos y los caninos muestran similitudes significativas en el desarrollo y funcionamiento de sus sistemas inmunológicos que, a diferencia de los roedores, alcanzan su desarrollo completo antes del nacimiento y continúan su maduración en los meses siguientes. Por ello, la oncología comparada se posiciona como una interesante línea de investigación de tratamientos contra las neoplasias.
A su vez, el estudio de compuestos naturales con efecto antitumoral se encuentra en auge. Entre ellos, la curcumina, un compuesto polifenólico derivado del rizoma de la Curcuma longa, ha sido ampliamente estudiada por sus diversas propiedades farmacológicas. Esta molécula bioactiva exhibe un amplio espectro de actividades, incluyendo efectos antiinflamatorios, anticancerígenos, antimicrobianos, gastroprotectores, neuroprotectores y cicatrizantes.
El carcinoma urotelial de vejiga (CU) es una neoplasia maligna agresiva tanto en humanos como en perros, con opciones de tratamiento limitadas. Debido a sus similitudes biológicas y ambientales con los humanos, los perros sirven como un modelo valioso para la investigación de CU. Los tratamientos estándar, que incluyen cirugía, quimioterapia y agentes antiinflamatorios, han demostrado una eficacia limitada.
La curcumina ha demostrado propiedades anticancerígenas, pero su potencial en la CU canina sigue siendo poco conocido. Por ello, un estudio realizado en Brasil ha evaluado los efectos de la curcumina, la cúrcuma D6 y el clorhidrato de mitoxantrona en líneas celulares de CU canina y humana. La mitoxantrona es un agente antineoplásico que impide la proliferación de células tumorales malignas.
Para llevar a cabo la investigación, los autores exploraron la viabilidad celular mediante un ensayo MTT, un ensayo colorimétrico para medir la actividad metabólica celular, la apoptosis mediante citometría de flujo y la expresión génica ( β-catenina, β1-integrina, CDH1, MMP-2, MMP-9 y TIMP-2) mediante PCR cuantitativa. Los investigadores descubrieron que la curcumina y la cúrcuma D6 redujeron la viabilidad y la migración celular, mientras que el clorhidrato de mitoxantrona mostró una fuerte citotoxicidad, especialmente en células caninas.
Por otro lado, la curcumina también indujo apoptosis y moduló genes implicados en la transición e invasión epitelial-mesenquimal. “Las diferencias interindividuales en la respuesta sugieren una variabilidad genética subyacente y resaltan la necesidad de enfoques terapéuticos personalizados”.
Estos hallazgos sugieren, según los autores, que “el posible uso de la curcumina como adyuvante a las terapias convencionales, posiblemente mejorando los resultados en perros con cáncer de vejiga”. No obstante, indican que se necesita más investigación para comprender mejor los mecanismos de la curcumina y su perfil de seguridad in vivo. “Este estudio sienta las bases para el desarrollo futuro de estrategias terapéuticas novedosas y menos tóxicas que podrían beneficiar tanto a la medicina veterinaria como a la humana”.