El estudio de las especies exóticas invasoras ha cobrado cada vez mayor importancia en los últimos años, considerándose actualmente una de las principales amenazas para las especies nativas y la conservación de la biodiversidad. Las especies exóticas invasoras se definen como aquellas que se han introducido en un nuevo entorno y han establecido poblaciones autosuficientes, donde pueden causar daños al medio ambiente, la economía o la salud humana. Pueden competir con las especies nativas por recursos como alimento, agua y refugio, y a menudo carecen de depredadores naturales en su nuevo entorno. Esto puede provocar la disminución de las poblaciones de especies nativas e incluso su extinción.
El caso de las poblaciones en libertad del arruí (Ammotragus lervia) presentes en la España peninsular es especialmente controvertido. A diferencia del muflón europeo, el otro ungulado exótico introducido en estado salvaje en España, el arruí fue incluido en la Lista Española de Especies Exóticas Invasoras por el Real Decreto 630/2013, al considerarse perjudicial para el medio ambiente.
El arruí es un capridio norteafricano que originalmente habitó la mayor parte de las tierras áridas y semiáridas de las regiones del Sahara y el Sahel. Actualmente se encuentra en estado vulnerable en sus tierras nativas, según la Lista Roja de la UICN, con una distribución caracterizada por poblaciones aisladas y dispersas. Sus poblaciones se han reducido drásticamente debido a la caza descontrolada, los cambios en sus hábitats y la competencia con el ganado doméstico. Fuera de su área de distribución nativa, se ha introducido en diferentes países como especie cinegética en cotos de caza cercados, pero en varias ocasiones los escapes accidentales han dado lugar a poblaciones estables en libertad.
En España, la especie se introdujo en 1970 en Sierra Espuña (Murcia), como nueva especie cinegética y donde no había ningún otro ungulado silvestre presente en ese momento. Dos años más tarde, se introdujo también en el Parque Nacional de La Caldera de Taburiente (Isla de La Palma, Islas Canarias). Asimismo, a principios de los años 90, se produjeron escapes de dos cotos de caza en la provincia de Alicante, que dieron lugar a otra población estable. La población introducida en Murcia es un ejemplo especialmente relevante, debido a su éxito, su rápido crecimiento y la expansión desarrollada sobre un área de más de 4400 km².
Se ha llamado la atención sobre la capacidad colonizadora del arruí en el sureste de España y su potencial amenaza para las especies autóctonas. Una de las mayores preocupaciones se refería al daño potencial que el arruí podría causar a las poblaciones de la cabra montés ibérica, Capra pyrenaica, el ungulado autóctono ibérico más cercano al arruí filogenéticamente, y por tanto, a nivel comportamental y ecológico.
Aunque hasta la fecha no existe una sola evidencia que muestre efectos negativos del arruí sobre el ecosistema huésped en su distribución en áreas ibéricas, asociados a su origen exótico, la especie está incluida en el Listado Español de Especies Exóticas Invasoras, en gran medida debido a una interpretación errónea del concepto de invasor.
Un trabajo realizado por Jorge Cassinello, de la Estación Experimental de Zonas Áridas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (EEZA, CSIC), Elena Albanell, Andrea Roverso y Jordi Bartolomé, de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Autónoma de Barcelona, Alfonso San Miguel, de la Universidad Politécnica de Madrid, y el investigador Sergio Eguía, ha buscado proporcionar la primera información empírica, con respaldo científico, que permite determinar la incidencia comparativa del arruí y la cabra montés, en condiciones alopátricas y simpátricas, en los estratos herbáceos y leñosos del sureste de la Península Ibérica. Esta incidencia comparativa permitirá examinar escenarios de competencia por recursos entre ambas especies, así como el nivel de impacto que la especie exótica tiene en este ecosistema mediterráneo.
Se recolectaron muestras fecales estacionales de las dos especies de herbívoros en estudio, tanto en condiciones simpátricas como alopátricas. Por lo tanto, desde noviembre de 2020 hasta agosto de 2021, se llevaron a cabo cuatro campañas de campo, una por temporada. La identificación de los fragmentos vegetales, sin llegar al nivel de género o especie, se basó en caracteres epidérmicos que permiten diferenciar entre especies herbáceas y leñosas mediterráneas.
La cabra montés ibérica mostró consistentemente una mayor proporción de plantas leñosas en su dieta (62,98 %) en comparación con el arruí (42,73 %). En términos de distribución, los individuos en alopatría consumieron más especies leñosas (55,06 %) que aquellos en simpatría (50,65 %). Las diferencias estacionales también fueron evidentes: el consumo de especies leñosas alcanzó su máximo en verano (63,32 %) e invierno (53,71 %), mientras que la primavera (45,30 %) y el otoño (49,08 %) mostraron valores más bajos.
“El arruí y la cabra montés ibérica difieren en su selección de los principales grupos funcionales de plantas: el arruí tiende a comportarse como herbívoro, mientras que la cabra montés prefiere ramonear entre plantas leñosas”. Solo en casos de escasez de recursos, ya sea por baja producción vegetal o por una alta densidad de herbívoros, se esperaría un mayor solapamiento en su dieta. Por lo tanto, y siempre que haya suficientes recursos disponibles, indican que su coexistencia en condiciones simpátricas parece plausible. Además, algunas evidencias apuntan a interacciones beneficiosas en grupos mixtos.
En base a los resultados de este trabajo y a los estudios ecológicos y de comportamiento realizados previamente en otros territorios ibéricos, “no vemos base científica para considerar que el arruí presente en la España peninsular cumple los requisitos establecidos para incluirlo en el Listado Español de Especies Exóticas Invasoras, por lo que proponemos la retirada de estas poblaciones del mismo”.