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Los nidos de quebrantahuesos son auténticos "museos naturales"

Los nidos de quebrantahuesos son auténticos "museos naturales"

Un estudio revela que los nidos de quebrantahuesos son auténticos «museos naturales» que preservan valiosos vestigios que nos conectan con la vida de nuestros antepasados y la evolución de los ecosistemas durante siglos
Qubrantahuesos
El quebrantahuesos es una especie única por su dieta basada fundamentalmente en el consumo de huesos. Imagen: Pilar Oliva-Vidal.

Las aves rapaces territoriales, como el quebrantahuesos (Gypaetus barbatus), son conocidas por reutilizar los nidos de sus poblaciones durante décadas o incluso siglos, ya que los establecen en sitios de anidación valiosos, que reflejan la calidad de su hábitat. Existen casos documentados asombrosos, como nidos de halcones gerifaltes en Groenlandia ocupados a lo largo de 2.500 años, o de nidos de águilas reales con más de 500 años de uso continuado.

 

¿Qué se esconde en estos materiales de construcción? Esta fue la pregunta que se formuló un grupo de investigadores liderado por el Grupo de Investigación en Ecología y Gestión de Fauna Silvestre del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC – CSIC, UCLM, JCCM). El estudio del material acumulado en los nidos de grandes rapaces no sólo puede ofrecer información valiosa sobre la ecología alimentaria de las especies a lo largo del tiempo, sino también sobre las condiciones etnográficas e incluso bioculturales históricas de las regiones donde habitan.

 

De este modo, los científicos planearon describir los materiales encontrados en nidos históricos de quebrantahuesos, demostrando su reutilización a largo plazo y su relevancia como acumuladores de restos diversos. Mediante un enfoque estratigráfico similar al arqueológico y análisis de C-14, los investigadores han documentado la antigüedad de los nidos y de algunos de los materiales que contenían, aportando así información histórica y socioecológica vital para futuras investigaciones.

 

Análisis de nidos históricos de quebrantahuesos

 

Entre 2008 y 2014, este equipo de investigación examinó más de 50 nidos históricos de quebrantahuesos bien conservados en el sur de España, una región donde la especie se extinguió hace entre 70 y 130 años. Se analizaron detalladamente 12 de estos nidos, identificando los restos capa por capa, como si de una excavación arqueológica se tratara.

 

El hallazgo fue asombroso: se recuperaron un total de 2.483 restos. La mayoría (2.117) eran restos óseos, evidencia directa de su dieta, junto con 43 fragmentos de cáscara de huevo, indicativos de procesos reproductivos. Pero lo más sorprendente fue que el 9,1% de los restos encontrados eran de origen humano, un total de 226 objetos antropogénicos, incluyendo 25 objetos de esparto, 72 de cuero, 11 de pelo y 129 fragmentos de tela.

 

La datación por carbono-14 de algunos de estos objetos reveló su asombrosa antigüedad: un fragmento de cestería de uno de los nidos databa de finales del siglo XVIII (hace 151 años), mientras que una sandalia completa de esparto de otro nido se remontó a finales del siglo XIII (hace 674 años). Un fragmento de cuero de oveja pintado con ocre del mismo nido antiguo se dató en el siglo XIV (hace 651 años). Estas fechas confirmaron que uno de los nidos estudiados fue ocupado durante un periodo mucho más largo, de hasta cinco siglos antes que otro nido cercano.

 

La interpretación de estos resultados es crucial. Más allá de lo ecológico, los elementos antropogénicos hallados tienen un inmenso valor etnográfico. Estos artefactos son similares a los encontrados en cuevas cercanas con ocupación neolítica, lo que demuestra el uso de fibras vegetales en el Mediterráneo ibérico desde el Epipaleolítico, hace unos 12.000 años. Además, los restos de cáscaras de huevo ofrecen una oportunidad única para estudios toxicológicos comparativos, algo vital para comprender la carga de pesticidas y la historia de la extinción local del quebrantahuesos. Esta información es clave para la recuperación de la especie en Europa.

 

En definitiva, el quebrantahuesos es una especie acumuladora y un importante agente tafonómico, un comportamiento también documentado en el alimoche. Sus nidos, resguardados en cuevas y abrigos rocosos con condiciones estables de temperatura y humedad, han funcionado como auténticos «museos naturales», conservando materiales históricos en excelente estado.

 

"Los estudios estratigráficos de estos nidos enriquecen nuestro conocimiento de la ecología regional, pero también revelan detalles sobre las condiciones etnográficas, históricas y bioculturales locales. El quebrantahuesos emerge así como un bioindicador de valor excepcional para la monitorización a largo plazo de los ecosistemas y para la investigación interdisciplinar. Por lo tanto, esta investigación no sólo profundiza en la vida de una especie amenazada, sino que también abre nuevas vías para explorar la coevolución entre los ecosistemas y las prácticas humanas, el desarrollo tecnológico y los cambios en la cultura material, ofreciendo un marco comparativo robusto para futuras investigaciones", concluyen los expertos.

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