La “enfermedad del tambaleo” (ED) es una enfermedad neurológica que afecta a los gatos domésticos (Felis catus), identificada por primera vez en Suecia en la década de 1970. El nombre, derivado del término sueco “vingelsjuka”, destaca el síntoma clínico más prominente de la enfermedad: la ataxia de las extremidades traseras. Casos adicionales de la enfermedad se informaron en la década de 1990 cerca de Viena, Austria. A pesar de afectar a los gatos domésticos durante casi cincuenta años, el agente causal ha permanecido sin identificar durante mucho tiempo. Estudios iniciales sugirieron que la enfermedad era causada por el virus de la enfermedad de Borna (BDV), pero la investigación posterior no pudo confirmar esta hipótesis. Solo recientemente, el virus rustrela (RusV), un pariente cercano del virus de la rubéola (RuV), que causa el sarampión humano, ha sido identificado como la causa de la encefalomielitis no supurativa asociada con la “enfermedad del tambaleo”.
Múltiples estudios recientes y retrospectivos han confirmado la presencia de RusV en el tejido cerebral de varias especies de mamíferos de zoológicos, incluyendo un burro, un capibara, y leones en Alemania, todos los cuales exhibieron trastornos neurológicos asociados con encefalitis grave. La detección de ARN de RusV en ratones de campo salvajes sin signos clínicos aparentes y falta de inflamación sugiere que estos roedores pueden considerarse como posibles huéspedes reservorios de RusV.
Una revisión realizada por investigadores de Polonia examina a fondo el virus rustrela (RusV), incluyendo su clasificación taxonómica actual, estructura genómica, espectro de hospedadores, manifestaciones clínicas, características histopatológicas y herramientas de diagnóstico. También analiza la posible amenaza de propagación zoonótica, el conocimiento actual de su epidemiología y sus implicaciones más amplias para la salud animal y humana.
La revisión comienza explorando la etiología de la “enfermedad del tambaleo”. “Un trastorno neurológico en gatos, comúnmente conocido como “enfermedad del tambaleo” (SD), ha sido reportado por casi cinco décadas y se caracteriza por meningoencefalomielitis no supurativa”, indican. Clínicamente, los signos significativos de la enfermedad incluyen alteraciones de la marcha tales como ataxia de las patas traseras e incapacidad para retraer las garras, alteraciones del comportamiento y, en algunos casos, hiperestesia y convulsiones. Aunque el agente etiológico de la enfermedad permaneció sin identificar por décadas, las características clínicas y morfológicas llevaron a la conclusión de que su origen era viral. El virus de la enfermedad de Borna (BoDV), un miembro de la especie Orthobornavirus Mammalian 1 (familia Bornaviridae ), fue considerado inicialmente un posible agente causal debido a su asociación con trastornos neurológicos en varios mamíferos, incluyendo humanos. Varios estudios han informado de la infección por BoDV en gatos domésticos con signos neurológicos compatibles con una enfermedad escalonada, lo que respalda su participación como posible agente etiológico. Un estudio del 2012 encontró que el 89 % de los gatos que mostraban síntomas neurológicos compatibles con SD dieron positivo para marcadores específicos de BoDV, incluidos anticuerpos y/o ARN viral. Aunque los antígenos o anticuerpos de BoDV se detectaron con frecuencia en casos clínicos, estudios anteriores tuvieron dificultades para establecer una correlación clara y consistente entre la detección de BoDV y la manifestación de la enfermedad.
En cuanto al rango de hospedadores y la distribución, RusV se identificó en animales de zoológicos, gatos domésticos y roedores salvajes en toda Europa, con casos confirmados exclusivamente en Suecia, Alemania y Austria. En Alemania, se documentó una gama diversa de huéspedes mamíferos para RusV, incluidos équidos, mustélidos, roedores y marsupiales, lo que indica un amplio potencial de propagación.
No obstante, lamentan que el reservorio natural del RusV sigue siendo incierto, aunque las investigaciones actuales sugieren un papel importante de los roedores en su transmisión, ya que son portadores de ARN viral sin presentar síntomas aparentes de encefalitis. “En el norte de Alemania, los ratones de campo de cuello amarillo se consideran posibles huéspedes reservorios”. Sin embargo, en Suecia, el RusV solo se ha detectado en ratones de campo, a pesar de la coexistencia de ratones de campo de cuello amarillo en la misma zona. Esta discrepancia podría reflejar “diferencias en la composición de especies dentro de las muestras analizadas o indicar que las variantes del RusV se han adaptado a huéspedes roedores alternativos”.
Los animales infectados por RusV exhibieron meningoencefalomielitis no supurativa y una amplia gama de síntomas neurológicos que afectaron el sistema locomotor, consistentes con el perfil clínico de "enfermedad de tambaleo". Los hallazgos clínicos han sido ampliamente documentados en animales de zoológico, gatos domésticos y felinos salvajes, todos presentando manifestaciones clínicas similares. El signo clínico distintivo de la infección por RusV es la ataxia de las patas traseras, típicamente acompañada por un aumento del tono muscular, lo que lleva a trastornos distintivos del movimiento y marcha tambaleante.
Los síntomas neurológicos adicionales incluyen una incapacidad para retraer las garras, observada predominantemente en gatos domésticos infectados, así como prolapso de la lengua, un síntoma reportado en leones infectados por RusV.
La prevalencia actual del virus rustrela (RusV) en gatos domésticos y animales salvajes sigue siendo en gran parte desconocida. Aunque se ha confirmado que RusV es el agente causal de la enfermedad de escalonamiento en gatos, también se ha detectado en otras especies europeas, incluidos équidos, mustélidos, roedores y marsupiales, lo que sugiere un rango de hospedadores notablemente amplio. Hasta ahora, comentan en la revisión, los casos documentados de infecciones por RusV asociadas con la enfermedad de escalonamiento han ocurrido principalmente en zonas aisladas en Europa Central y del Norte, particularmente en el norte de Alemania, Austria y el sur de Suecia, lo que sugiere una distribución geográfica potencialmente limitada y una probable falta de investigación para detectar el virus en otros países. Sin embargo, los estudios más recientes indican que el virus también se presenta en América del Norte en los EE. UU.. Si la meningoencefalomielitis asociada a RusV ocurre más ampliamente en Europa o afecta a otras especies animales sigue siendo desconocido y justifica una mayor investigación.
Es fundamental destacar que el RusV presenta un amplio espectro de hospedadores a pesar de su aparente escasa incidencia. Esto contrasta con su pariente cercano, el virus de la rubéola (RuV), altamente contagioso y de distribución global, pero restringido al ser humano como único hospedador. Si bien no se han reportado infecciones en humanos, “la capacidad demostrada del virus para cruzar las barreras entre especies y causar enfermedades neurológicas graves en una amplia gama de mamíferos subraya la importancia de la vigilancia continua”.
Además, la presencia de regiones altamente conservadas en la proteína de la envoltura que comparten RusV y RuV sugiere para los investigadores el potencial de RusV para infectar a humanos. Si bien RusV presenta cierta similitud de aminoácidos con RuV en estas proteínas, “también presenta diferencias notables que podrían influir en la función viral y el rango de hospedadores”.
En conclusión, el descubrimiento del RusV pone de relieve la urgente necesidad de abordar las amenazas zoonóticas emergentes. El seguimiento y la vigilancia adecuados de las enfermedades zoonóticas “son esenciales para comprender mejor los posibles riesgos que el RusV puede representar para la salud pública”. La capacidad del RusV para infectar a una amplia gama de huéspedes mamíferos y su estrecha relación genética con el virus de la rubéola sugieren un posible riesgo de transmisión entre especies. Además, el neurotropismo del virus y su presencia tanto en animales domésticos como salvajes subrayan la importancia de la vigilancia y la investigación continuas. “Es crucial realizar estudios epidemiológicos exhaustivos, mejorar las herramientas de diagnóstico y adoptar el enfoque "Una Salud" para comprender plenamente el potencial zoonótico del RusV y desarrollar estrategias de prevención eficaces”. Considerando sus características biológicas y su capacidad de transmisión entre especies, “el RusV debe considerarse un patógeno emergente que podría representar una preocupación tanto para la salud veterinaria como para la salud pública”.