Los carroñeros vertebrados desempeñan un papel fundamental en el funcionamiento de los ecosistemas a nivel mundial. Gracias a los efectos en cascada de su función ecológica, también pueden aliviar la carga de enfermedades zoonóticas en las personas. Esta importancia para la salud humana impulsa la creciente necesidad de comprender cómo se comportan los carroñeros vertebrados y sus servicios ecosistémicos a nivel mundial durante el Antropoceno.
Según recoge SMC, un equipo de la Universidad de Stanford (EEUU) ha analizado el estado de conservación de 1.376 especies de animales carroñeros. Los resultados indican que el 36 % de ellas están amenazadas o en declive, especialmente las de gran tamaño y los carroñeros obligados, que dependen exclusivamente de la carroña para su alimentación. Por el contrario, está aumentando el número de carroñeros de pequeño tamaño y facultativos, como los roedores, para los que la carroña no es su única fuente de alimento. Según los autores, esto “podría aumentar los riesgos de enfermedades que grandes carroñeros han ayudado a mitigar”.
El estudio es una aproximación global que muestra el impacto que puede tener la pérdida o reducción del servicio regulador (consumo de carroña) debido a la regresión de especies de carroñeros estrictos u obligados.
El artículo refuerza las evidencias disponibles de estudios previos, que ya demostraban con buitres que la ausencia de vertebrados carroñeros obligados beneficia en general el crecimiento de poblaciones de carroñeros facultativos y/o especies oportunistas. Esto puede facilitar la proliferación de patógenos, con la consiguiente amenaza para la salud humana. De ahí que las aproximaciones bajo el paradigma de una sola salud (One Health) sean cada vez más necesarias, porque salud animal, biodiversidad y salud humana están interrelacionadas.
Tal y como explica Antoni Margalida, investigador en Instituto Pirenaico de Ecología (IPE), “además de calidad el estudio tiene oportunidad. Desde ya hace años la ecología del carroñero es un campo que crece exponencialmente por dos motivos: por un lado, había sido dejado de lado en las visiones generales "clásicas" de la ecología; por otra parte, estas funciones ecológicas se ven hoy en día comprometidas por la extinción acelerada de muchas especies de carroñeros, en especial, los vertebrados de gran tamaño”.
José Antonio Donázar Sancho, profesor de investigación en la Estación Biológica de Doñana (CSIC), añade que el estudio es en realidad una revisión, o un reexamen, de estudios y evidencias previos que ya apuntaban en las mismas líneas que aquí se desarrollan. El valor que tiene esta publicación es “lograr una visión de síntesis. La transcendencia que puede tener es que al ser una publicación top puede dar más visibilidad al problema, sobre todo si las conclusiones son divulgadas al gran público”.
A su vez, añade que no hay grandes limitaciones en el estudio, desde mi punto de vista. Quizás las inherentes a todo artículo que trata de generalizar. La potencia y calidad de los estudios en que se basa es variable y eso sin duda puede producir sesgos. Pero no creo que invaliden las conclusiones principales que, como digo, ya estaban en el discurso de los campos de la ecología y conservación actuales”.
Así, los autores postulan que este cambio global en la estructura de las comunidades carroñeras aumenta la persistencia de la carroña, lo que permite la propagación de patógenos zoonóticos. “Nuestro análisis también indica que la liberación de mesoscarroñeros se asocia con la proliferación de huéspedes reservorio, lo que podría agravar aún más la carga de enfermedades humanas”.
Por ello, instan a abordar urgentemente las principales amenazas para los carroñeros, como la ganadería intensiva, el cambio de uso del suelo, el comercio de fauna silvestre y las interacciones entre ellos, que consideran fundamental para garantizar los beneficios a largo plazo para la salud pública de las diversas comunidades de carroñeros del mundo.