La enfermedad del gusano pulmonar de la rata, una zoonosis emergente causada por el nematodo neurotrópico Angiostrongylus cantonensis, se identificó por primera vez en la región del Indopacífico. Desde entonces, su propagación geográfica se ha acelerado, con informes en todos los continentes excepto la Antártida. Europa se consideró no endémica durante mucho tiempo hasta 2019, cuando se detectó el parásito en Tenerife, un territorio de ultramar de España. Descubrimientos posteriores en Mallorca, Valencia y España continental sugieren una expansión continua por todo el continente.
El ciclo de vida de Angiostrongylus cantonensis involucra dos hospedadores primarios: ratas y gasterópodos como hospedadores definitivos e intermediarios, respectivamente. Las ratas se infectan al ingerir gasterópodos que contienen las larvas de tercer estadio (L3), que luego migran al sistema nervioso central (SNC) antes de llegar a las arterias pulmonares. La transmisión se ve facilitada aún más por una amplia gama de hospedadores paraténicos. Las aves y los mamíferos, incluidos los humanos, sirven como hospedadores finales, donde las larvas exhiben neurotropismo, pero no completan su migración. Esto desencadena una fuerte respuesta inflamatoria, que a menudo conduce a meningitis eosinofílica (neuroangiostrongiliasis, NA) y otras complicaciones del SNC. En algunos casos, las larvas pueden experimentar una migración aberrante, lo que resulta en angiostrongiliasis ocular.
Hasta la fecha, se han notificado oficialmente al menos 2800 casos de angiostrongiliasis humana; sin embargo, es probable que la cifra real sea mayor, con estimaciones cercanas a los 7000 casos. En adultos, la mayoría de los casos se resuelven espontáneamente o con tratamiento de apoyo, y las muertes son poco frecuentes. Sin embargo, los casos graves inespecíficos son más frecuentes en niños, quienes presentan un mayor riesgo de discapacidad grave y tasas de mortalidad más altas en comparación con los adultos.
La mayoría de los brotes de NA se han relacionado con el consumo de gasterópodos crudos o huéspedes paraténicos, como los camarones, ya sea como parte de las dietas tradicionales o debido a prácticas culturales y religiosas. Sin embargo, las infecciones también ocurren en regiones donde el consumo de gasterópodos crudos es poco común. La capacidad de las larvas para emerger de los huéspedes intermediarios, ya sea a través del moco del gasterópodo o de gasterópodos ahogados, se ha demostrado en varios estudios. Estos hallazgos sugieren la posibilidad de rutas de infección alternativas, que incluyen agua contaminada, alimentos o contacto con manos contaminadas. Los casos pediátricos suelen estar asociados a la ingestión accidental o inadvertida de huéspedes intermediarios o, sorprendentemente, a la ingestión como parte de un desafío o apuesta.
Un estudio realizado por Sebastià Jaume-Ramis, Irene Serra Velázquez y Claudia Paredes-Esquivel, del Grupo de Investigación en Parasitología y Ecoepidemiología Mediterránea (PaEMed) de la Universidad de las Islas Baleares, pretende comprender el riesgo de transmisión de la angiostrongiliasis en una zona endémica de Mallorca a nivel microepidemiológico, centrándose en su proximidad a niños en edad preescolar. La investigación se lleva a cabo en el contexto actual de la amplia circulación de A. cantonensis en al menos 14 localidades de Mallorca y la ausencia de medidas preventivas establecidas en el país. Hasta la fecha, no se han notificado casos humanos autóctonos en Europa.
El área de estudio, con un radio de 1 km, se definió en torno al lugar donde se detectaron previamente dos ratas infectadas durante el seguimiento continuo de A. cantonensis en Mallorca, así como por su proximidad a niños en edad preescolar.
Se identificaron gasterópodos la zona y se analizaron para detectar A. cantonensis, cuantificándose la carga parasitaria mediante PCR cuantitativa. Las muestras positivas se digirieron para confirmar la presencia de L3. Se cartografió la distribución de los gasterópodos infectados y se analizó su agrupamiento espacial. Se realizaron encuestas al profesorado para evaluar los riesgos de exposición en la escuela. Se recolectó un total de 149 gasterópodos (110 caracoles y 39 babosas).
La prevalencia general de A. cantonensis, determinada por PCR, fue del 7,38 %. Los gasterópodos positivos pertenecían a tres especies de babosas: Deroceras reticulatum (2), D. panormitanum (7) y Milax nigricans (2). La prevalencia de solo babosas fue del 28,21 %.
Milax nigricans, Deroceras reticulatum y D. panormitanum se confirmaron como huéspedes intermediarios, y D. panormitanum representó un nuevo récord mundial de huéspedes.
“Se observaron larvas L3 en las tres especies de babosas. Las cargas larvarias variaron de 1 a 20.000 L3. Las babosas infectadas exhibieron una distribución agrupada cerca de la ubicación de la rata positiva”, indicaron.
Por otro lado, los hallazgos clave de las encuestas al profesorado, incluyen que los niños pasan entre 2 y 3,5 h por día al aire libre, se han observado ratas en las inmediaciones del centro y caracoles y babosas en las áreas de juego de la escuela. Se reportaron varios casos de niños jugando con caracoles y babosas, y tres de cada cuatro maestros confirmaron haber visto a niños llevarse gasterópodos a la boca (aunque, que ellos supieran, ningún niño los ingirió). Antes de este estudio, ninguno de los maestros tenía conocimiento previo del gusano pulmonar de la rata u otras enfermedades transmitidas por gasterópodos.
Este estudio microepidemiológico destaca, según los autores, el riesgo potencial de neuroangiostrongiliasis en niños en edad preescolar de un lugar endémico en Mallorca, una región mediterránea donde el parásito está bien establecido. Si bien no se han reportado casos humanos autóctonos en España, actualmente el único país endémico del parásito en Europa, “nuestro estudio piloto confirma que A. cantonensis circula intensamente en babosas cerca del lugar donde se detectaron dos ratas positivas cerca de espacios exteriores infantiles”. La alta carga parasitaria en algunos individuos y la presencia de L3 infectiva confirman la condición de hospedador intermediario de tres especies de babosas y subrayan el riesgo inminente de transmisión de la enfermedad cerca de centros preescolares.
Así, los autores destacan varios aspectos, como la presencia de gasterópodos infectados cerca de escuelas, altas cargas parasitarias en algunos gasterópodos, que alcanzan hasta ≥ 20,000 larvas, observaciones de niños menores de cinco años llevándose gasterópodos en la boca y la falta de concienciación entre los cuidadores responsables de la supervisión de los niños. Dada la gravedad de la enfermedad del gusano pulmonar de la rata en niños, incluyendo el riesgo de secuelas neurológicas, y los desafíos actuales para el diagnóstico de NA, se deben implementar protocolos estandarizados en Europa.
“Recomendamos una vigilancia exhaustiva para identificar áreas de alto riesgo en España donde se sabe que el parásito circula, lo que permite una evaluación más precisa del riesgo de transmisión a nivel nacional”. Además, “se deben implementar estrategias preventivas en regiones con alto riesgo de infección, ya que la detección temprana es crucial para mejorar el pronóstico de los pacientes”.