Todo tipo de sustancias químicas acaban en los océanos: metales, pesticidas, pero también moléculas utilizadas como filtros UV en protectores solares. Todos estos contaminantes pueden afectar la biodiversidad marina, en particular los arrecifes de coral, que ya están sufriendo daños por el cambio climático.
En respuesta a estas preocupaciones, el Gobierno de Francia publicó una evaluación en 2023, con el apoyo de la Oficina Francesa para la Biodiversidad (OFB). El reto fue comprender los riesgos que supone la contaminación química para la salud de los corales.
Las autoridades sanitarias evaluaron los riesgos de unas cincuenta sustancias de las cien identificadas como potencialmente tóxicas para los corales. Los resultados son preocupantes: la mitad de las sustancias evaluadas sí representan riesgos para los arrecifes de coral. Entre ellas se incluyen los filtros UV presentes en los protectores solares, los metales y los pesticidas.
Los arrecifes de coral son ecosistemas cruciales para el planeta. Aunque cubren menos del 1 % de la superficie oceánica, albergan más del 25 % de la biodiversidad mundial, lo que los convierte en uno de los ecosistemas más diversos del planeta. A pesar de su importancia ecológica (y los consiguientes riesgos económicos), los arrecifes de coral están en declive.
Según las Naciones Unidas, se estima que el 20 % de los arrecifes de coral del mundo ya han sido destruidos. Estos ecosistemas se enfrentan a múltiples presiones a todas las escalas espaciales: desde el nivel local (debido, por ejemplo, a la contaminación, la sobrepesca, el desarrollo costero, etc.) hasta el nivel global (en particular, debido al cambio climático).
En cuanto a la contaminación marina, los corales están expuestos a diversas sustancias químicas de diferentes fuentes, tanto puntuales como difusas. Estos efectos han atraído el interés de los investigadores durante décadas. Así, se ha podido identificar alrededor de un centenar de sustancias que pueden tener efectos tóxicos sobre las especies de coral.
Gracias a los datos de monitoreo de sustancias químicas en el agua disponibles para Guadalupe, Martinica, Reunión y Mayotte, pudieron evaluar los riesgos en estos territorios. Entre las 21 sustancias estudiadas se han identificado dos plaguicidas peligrosos para el medio marino, la clordecona y el clorpirifos, especialmente en Guadalupe y Martinica.
No obstante, indican que no se puede descartar el riesgo para otros ocho pesticidas: TBT, profenofos, permetrina, naled, monurón, diclorvos, cianuros y carbaril.
Por otro lado, respecto a los metales, se identificaron riesgos para seis metales (zinc, vanadio, manganeso, hierro, cobalto y aluminio) de los 12 estudiados.
En Martinica, los niveles de aluminio, manganeso y zinc superan los niveles de referencia. Para otros territorios, no es posible determinar si las concentraciones de estos metales medidas en el agua son de origen antropogénico o natural.
En los últimos años, un nuevo tipo de contaminación química de los arrecifes de coral ha atraído la atención del público y de los científicos: los productos de protección solar, en particular los filtros UV.
Las asociaciones apuntan que es difícil evaluar los riesgos de estas sustancias debido a la falta de datos disponibles sobre las concentraciones de estas sustancias en las aguas de los territorios franceses de ultramar.
Sin embargo, basándose en las concentraciones reportadas en la literatura científica en otras áreas marinas, la evaluación de expertos identificó cinco filtros UV en riesgo de los 11 identificados por la revisión sistemática: salicilato de 2-etilhexilo, enzacameno, octocrileno, benzofenona-3 y octinoxato.
Dentro de este grupo, el enzacameno se reconoce como disruptor endocrino. Esto no solo afecta a la salud humana, sino también al ecosistema marino. Las demás sustancias también son sospechosas de ser disruptores endocrinos. Actualmente, están siendo evaluadas por los Estados miembros de la Unión Europea en virtud del Reglamento REACH (Registro, Evaluación y Autorización de Sustancias Químicas).
Los protectores solares que contienen, por ejemplo, octocrileno, no deben presentarse a los consumidores como seguros para entornos acuáticos. En lo que respecta al octocrileno en particular, Francia está preparando un expediente de restricción para usos cosméticos ante la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas. Esto se debe a los riesgos identificados, en particular para el medio acuático.
Esto tiene implicaciones muy claras: los protectores solares que contienen sustancias identificadas en este informe como un riesgo para los arrecifes de coral no deberían afirmar que son seguros para el medio marino y lo respetan.
Otra lección de la experiencia se relaciona con la cantidad de sustancias químicas que se pueden estudiar. Esta es muy limitada en comparación con la cantidad de contaminantes presentes en el medio marino.
Esto exige un mayor monitoreo de las sustancias químicas en el medio marino de los territorios de ultramar, en particular cerca de los arrecifes de coral. Es importante establecer o fortalecer los sistemas de monitoreo existentes, en particular en ciertos territorios de ultramar.
Otros grupos de sustancias presentes en los océanos, como hidrocarburos, productos farmacéuticos y microplásticos, no pudieron evaluarse debido a la falta de datos sólidos sobre las concentraciones halladas y su toxicidad para los corales. Por lo tanto, se subestima considerablemente el número de sustancias que representan un riesgo para los corales.
“Si queremos dar a los arrecifes de coral la oportunidad de hacer frente a los efectos del cambio climático, que serán cada vez más intensos en los próximos años, es esencial preservar la calidad del agua e intensificar la lucha contra la contaminación a todos los niveles”, indican.
Esto implica, por ejemplo, una aplicación más estricta de las normas relativas a las sustancias químicas, el control de los vertidos a los océanos y la mejora de las redes de tratamiento de aguas residuales.