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Españoles publican las últimas novedades sobre los marcadores de salud intestinal en pequeños animales

Españoles publican las últimas novedades sobre los marcadores de salud intestinal en pequeños animales

Dada la naturaleza multifactorial de las enteropatías, consideran improbable que el uso de un solo biomarcador proporcione suficiente precisión diagnóstica
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La dicotomía entre marcadores sistémicos y fecales subraya la importancia de un enfoque diagnóstico combinado.

En los últimos años, el papel del intestino en la salud general ha cobrado gran importancia. Este órgano no solo desempeña un papel crucial en la nutrición del huésped, sino que también contribuye a la defensa contra infecciones, la tolerancia inmunitaria y la producción de metabolitos que actúan como moléculas de señalización en otros órganos, como el cerebro. En consecuencia, la disfunción intestinal se ha vinculado a diversas enfermedades humanas, como la enfermedad inflamatoria intestinal (EII), las enfermedades cardiovasculares, los trastornos autoinmunes y las enfermedades neurológicas degenerativas.

 

En animales, también se han identificado varias enfermedades asociadas con disfunción del sistema digestivo, incluyendo enteropatías inflamatorias crónicas (EIC) similares a la EII humana. Sin embargo, los mecanismos exactos subyacentes a su desarrollo siguen sin estar claros. Se han reconocido factores potenciales como la dieta y el entorno. En el caso específico de las EIC en animales de compañía, el tratamiento de primera línea consiste en la modificación de la dieta utilizando dietas hipoalergénicas (incluyendo aquellas que contienen proteínas hidrolizadas o nuevas fuentes de proteínas e ingredientes de fácil digestión). Sin embargo, no todos los animales responden al tratamiento dietético, y las razones por las que algunos lo hacen mientras que otros no siguen siendo desconocidas. Esto ha llevado al establecimiento de diferentes tipos de EIC en medicina veterinaria, entre los cuales los más comunes son los que responden a la dieta (FRE) y los que responden a inmunosupresores (IRE), estos últimos también conocidos como EII. La necesidad de esperar una respuesta al tratamiento dietético utilizando varias dietas prolonga significativamente el proceso diagnóstico, impactando negativamente al animal. Además, a menudo se requieren técnicas invasivas como la endoscopia y la biopsia para agilizar el diagnóstico y detectar infiltrados inflamatorios a nivel intestinal. Por ello, identificar marcadores de salud digestiva es esencial para lograr diagnósticos más precisos y establecer estrategias de tratamiento adecuadas.

 

Marcadores de salud intestinal en pequeños animales

 

Recientemente, Ana I. Rey, Cristina Higueras, Patricia Olmeda, Ángel Sainz, Beatriz G. Gálvez y Mar Larrosa, investigadores de la Universidad Complutense de Madrid, han analizado en una revisión el papel de los ácidos grasos y aminoácidos como biomarcadores de la salud intestinal y la actividad de la microbiota en perros y gatos con enteropatías inflamatorias crónicas.

 

No obstante, antes de profundizar en el estudio de posibles marcadores de la salud digestiva, consideran fundamental aclarar qué se entiende por buena salud. Según diversos autores, una buena salud digestiva se asocia con una digestión y absorción de nutrientes eficientes, una microbiota estable, un epitelio gastrointestinal y una barrera mucosa bien mantenidos, y un correcto funcionamiento de la respuesta inmunitaria y del sistema nervioso entérico. Por lo tanto, con base en esto, la salud digestiva podría evaluarse mediante la búsqueda de marcadores que indiquen la integridad de la barrera intestinal, la respuesta inmunitaria a este nivel, la funcionalidad del sistema digestivo o la actividad de la microbiota.

 

Concretamente, la revisión presenta una visión general de los marcadores que podrían utilizarse para la evaluación de la salud intestinal, centrándose principalmente en los biomarcadores funcionales, con especial atención a los ácidos grasos (incluidos los ácidos grasos de cadena corta, AGCC) y los aminoácidos. Diversos estudios han demostrado sistemáticamente concentraciones reducidas de AGCC en animales de compañía con EIC en comparación con grupos sanos. Estas alteraciones se presentan con diferente intensidad según el tipo de enteropatía. También se han descrito alteraciones en los ácidos grasos saturados, monoinsaturados y poliinsaturados de cadena larga en sangre y heces, especialmente en los derivados omega-3 y omega-6, así como en los índices de elongasa y desaturasa, responsables de la síntesis endógena. 

 

Alteraciones distintivas en biomarcadores sistémicos e intestinales

 

Además, los aminoácidos sirven como precursores de metabolitos clave que participan en la inmunidad de las mucosas, la regulación del estrés oxidativo y la homeostasis microbiana. En los EIC, se han observado alteraciones en los perfiles de aminoácidos sistémicos y fecales, lo que refleja tanto la adaptación metabólica del huésped como la disbiosis microbiana. La integración de los perfiles de ácidos grasos y aminoácidos puede ayudar a distinguir diferentes tipos de enteropatías, lo que proporciona una capacidad de discriminación adicional para determinar la respuesta al tratamiento dietético. 

 

Así, los autores comentan que los EIC se asocian con alteraciones distintivas en biomarcadores sistémicos e intestinales. Estas alteraciones incluyen “cambios en el metabolismo lipídico (p. ej., cambios en ácidos grasos saturados, monoinsaturados y poliinsaturados), perfiles de aminoácidos y marcadores inflamatorios”.

 

Los marcadores sistémicos (derivados de la sangre, el plasma y las membranas de los eritrocitos) revelan sistemáticamente una tendencia hacia el agotamiento de los ácidos grasos esenciales y la alteración de las actividades enzimáticas (p. ej., reducción de la actividad de la desaturasa en perros con EIC). Por el contrario, los biomarcadores fecales a menudo indican una mayor excreción de fracciones lipídicas y aminoácidos específicos, lo que probablemente refleja malabsorción y disfunción mucosa localizada. “Esta dicotomía entre marcadores sistémicos y fecales subraya la importancia de un enfoque diagnóstico combinado”.

 

Dada la naturaleza multifactorial de los EIC, “es improbable que el uso de un solo biomarcador proporcione suficiente precisión diagnóstica”. En cambio, un panel de biomarcadores que incluya perfiles lipídicos, patrones de aminoácidos y mediadores inflamatorios ofrece una visión más completa de la funcionalidad gastrointestinal y el estado de la enfermedad. Estos paneles integrados, exponen, pueden mejorar la diferenciación entre los distintos tipos de EIC y optimizar el seguimiento de la respuesta al tratamiento.

 

Por último, concluyen explicando que las investigaciones futuras deberían centrarse en dilucidar las relaciones causales entre las alteraciones metabólicas y la patogénesis de la enfermedad, lo que podría conducir a nuevas intervenciones dietéticas dirigidas a las interacciones metabólicas entre la microbiota y el huésped.

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