La evaluación de la coagulación es crucial en varias enfermedades, incluidas las enteropatías inflamatorias crónicas caninas (EIC). El estado de coagulación también se ha encontrado en perros con hipertensión pulmonar, anemia hemolítica inmunomediada primaria, perros sanos durante el período perianestésico, o perros sanos después de la colocación de un catéter central.
La EIC canina se caracteriza por signos gastrointestinales persistentes o recurrentes (≥3 semanas) como vómitos, diarrea, náuseas, borborigmos, pérdida de apetito, flatulencia, dolor abdominal y/o pérdida de peso. Para diagnosticar la EIC, se deben excluir enfermedades extragastrointestinales como enfermedades renales, pancreáticas o hepáticas; hipoadrenocorticismo; hipercalcemia; enfermedades infecciosas; o neoplasia. Una vez diagnosticada, la EIC se subclasifica según la respuesta clínica al tratamiento en enteropatía sensible a los alimentos (FRE); enteropatía sensible a la modulación relacionada con la microbiota (MrMRE); enteropatía sensible a inmunosupresores (IRE); y enteropatía no sensible o refractaria (NRE).
Además, la enteropatía perdedora de proteínas (PLE) es un síndrome caracterizado por la pérdida de proteínas a través de la pared intestinal que puede estar presente en la EIC, lo que lleva a hipoalbuminemia. Anteriormente se informó una evaluación de la coagulación en la EIC canina con y sin PLE, lo que generalmente indica un estado de hipercoagulabilidad. Esta hipercoagulabilidad en la EIC canina puede estar asociada con la pérdida de albúmina y antitrombina (AT), aunque un estudio sugirió que la hipercoagulabilidad no estaba correlacionada con la gravedad de la disminución de estos parámetros. Otros mecanismos propuestos para la hipercoagulabilidad incluyen la administración de prednisolona o sangrado gastrointestinal de bajo grado, que podría conducir a anemia y/o trombocitosis, alterando así la dinámica del coágulo.
Un trabajo realizado en Reino Unido ha querido describir el estado de coagulación de perros según su tipo de EIC utilizando el VCM y evaluar si los resultados concuerdan con hallazgos previos en EIC canina descritos.
La hipótesis es que los perros diagnosticados con EIC serían hipercoagulables cuando se evalúan utilizando VCM independientemente de las variables clinicopatológicas. El segundo objetivo fue comparar el estado de coagulación (hipercoagulable, normocoagulable, hipocoagulable o hiperfibrinolítico), las variables del VCM, y el tipo de EIC (FRE, MrMRE, IRE y NRE) con variables clínicas y clinicopatológicas. Un tercer objetivo fue evaluar si algún paciente experimentó eventos tromboembólicos y si el estado de coagulación podría predecir tales ocurrencias.
Hasta la fecha, según el conocimiento de los autores, ningún estudio ha evaluado específicamente el estado de coagulación en perros según el tipo de EIC utilizando el VCM, un dispositivo portátil de punto de atención que se utiliza cada vez más para caracterizar anomalías hemostáticas en medicina veterinaria. Este equipo tiene la ventaja de ser un sistema basado en cartuchos, que no requiere pipeteo manual y proporciona resultados rápidos. Este estudio es valioso para evaluar la utilidad clínica del VCM, una herramienta cada vez más disponible en la práctica veterinaria.
Se revisaron retrospectivamente los historiales médicos de perros de clientes derivados a un centro de referencia especializado en el Reino Unido entre septiembre de 2021 y febrero de 2025 para identificar perros con EIC sometidos a pruebas de VCM. Se identificó 38 perros diagnosticados con EIC. De estos, 31 presentaron hipercoagulabilidad, 7 normocoagulabilidad y ningún perro presentó hipocoagulabilidad ni hiperfibrinolisis. Por otro lado, de los 38 perros, 16 fueron diagnosticados con IRE, 16 con FRE, 1 con MrMRE y 5 con NRE.
Se observó hipoalbuminemia en 15 perros, con hipoalbuminemia leve (20–24 g/L) en 2 casos, hipoalbuminemia moderada (15–19 g/L) en 7 perros e hipoalbuminemia grave (<15 g/L) en 6 perros.
En el grupo IRE, todos los pacientes presentaron hipercoagulabilidad, mientras que en el grupo FRE, el 75 % presentó hipercoagulabilidad y el 25 % normocoagulabilidad. El caso de MrMRE presentó normocoagulabilidad. En el grupo NRE, el 60 % de los perros presentaron hipercoagulabilidad y el 40 % normocoagulabilidad. En general, los pacientes diagnosticados con sospecha de EIC presentaron un trazado hipercoagulable (81,5 %, n = 31), y el 18,5 % (n = 7) presentó un trazado normocoagulable, es decir, se encontraron asociaciones significativas entre el estado de la coagulación y el tipo de EIC. “La hipercoagulabilidad se encontró más comúnmente en los casos de enteropatía sensible a inmunosupresores (IRE)”.
Por otro lado, “la albúmina y la cobalamina fueron significativamente más altas en la enteropatía sensible a los alimentos, mientras que el índice de actividad clínica de la enteropatía crónica canina fue significativamente más alto en la enteropatía sensible a inmunosupresores y en la enteropatía no sensible”. Asimismo, los autores sospecharon que un perro con enteropatía perdedora de proteínas (EPP) había desarrollado una posible tromboembolia pulmonar.
“Estos hallazgos refuerzan informes previos de hipercoagulabilidad en la EIC, pero se justifica una mayor investigación para evaluar las implicaciones clínicas de la hipercoagulabilidad en la EIC y el posible papel del tratamiento anticoagulante en el manejo de la enfermedad”.
En conclusión, “este estudio encontró que la hipercoagulabilidad es común en perros con EIC, particularmente en aquellos con IRE y NRE”.Aunque este estudio identificó una proporción de perros con EIC con un perfil viscoelástico hipercoagulable, “el número limitado de eventos tromboembólicos observados o sospechados impide cualquier conclusión sobre una correlación directa entre la hipercoagulabilidad y el riesgo trombótico”.