La creciente demanda mundial de alimentos, impulsada por el crecimiento de la población, una mayor esperanza de vida y la mejora del nivel de vida, presenta desafíos significativos para la agricultura sostenible. Para 2050, se proyecta que la demanda de alimentos aumentará hasta en un 50 %, lo que ejercerá presión sobre los sistemas agrícolas para mejorar la productividad y minimizar el impacto ambiental. Esta presión se intensifica aún más por el cambio climático, la urbanización y la transformación del uso de la tierra, que limitan la disponibilidad de recursos naturales. Tanto la producción agrícola como la ganadera se enfrentan a un escrutinio cada vez mayor debido a sus demandas competitivas de tierra, agua y energía, así como a su contribución a la contaminación del aire, el agua y el suelo.
La producción porcina juega un papel central en la seguridad alimentaria mundial, representando aproximadamente un tercio del consumo total de carne. La carne de cerdo sigue siendo un alimento básico, particularmente en los países en desarrollo, proporcionando proteínas de alta calidad y micronutrientes esenciales. Sin embargo, la producción porcina moderna enfrenta crecientes desafíos económicos, ambientales y de salud, incluidos los altos costos de los alimentos y la energía, las limitaciones de recursos y las emisiones. Además, las preocupaciones sobre la resistencia a los antimicrobianos y la seguridad de los alimentos enfatizan la necesidad urgente de estrategias de producción más responsables.
Lograr una producción porcina sostenible requiere equilibrar los objetivos ambientales con la viabilidad económica, el rendimiento animal y las expectativas de los consumidores. En este contexto, el análisis del ciclo de vida (ACV) es una herramienta ampliamente aceptada para evaluar la sostenibilidad de sistemas complejos como la agricultura y la producción de alimentos. Proporciona un marco cuantitativo para evaluar los impactos ambientales en las diferentes etapas de producción. Al identificar los puntos críticos ambientales clave, el ACV respalda el desarrollo de estrategias de mitigación específicas para reducir las emisiones y mejorar la eficiencia de los recursos. Este enfoque holístico permite una evaluación integral, lo que hace que el ACV sea ampliamente aplicable en los sistemas de producción porcina.
El alimento representa el mayor coste económico y ambiental en la producción porcina, lo que hace que la selección y formulación de ingredientes sea crítica. Además de influir en la salud, el bienestar y la productividad animal, la composición del alimento afecta la rentabilidad de la granja y el impacto ambiental, particularmente con respecto a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), el uso de la tierra, la demanda de energía fósil y la calidad del agua. En las dietas porcinas, los granos de cereales son la principal fuente de energía, mientras que la harina de soja (SBM) sigue siendo la principal fuente de proteínas. Sin embargo, la producción de SBM está vinculada a importantes problemas ambientales y económicos, incluida la deforestación, la pérdida de biodiversidad, la degradación de la tierra, las emisiones relacionadas con el transporte y la dependencia del comercio internacional.
En este sentido, un trabajo realizado en Irlanda ha profundizado en la optimización de la nutrición para una producción porcina sostenible explorando estrategias para cuantificar y mitigar el impacto ambiental.
Así, explican que la Unión Europea (UE) está dirigiendo cada vez más la transición hacia sistemas ganaderos más sostenibles mediante la promoción de la innovación, las estrategias de reducción de emisiones y la mejora de la gestión de los recursos. Las intervenciones nutricionales basadas en la ciencia pueden ayudar a los productores a cumplir con los requisitos reglamentarios y, al mismo tiempo, mantener la viabilidad económica. La revisión explora un conjunto de estrategias prácticas relacionadas con la alimentación, cada una de las cuales se centra en desafíos específicos de sostenibilidad dentro de la cadena de producción porcina. Específicamente, se centra en los enfoques nutricionales que reducen la excreción de nutrientes, minimizan las emisiones de olores y apoyan la salud intestinal; el potencial de las habas como alternativas sostenibles a la harina de soja; el doble papel de los ácidos orgánicos como conservantes de granos y aditivos funcionales para piensos; y el impacto de la nutrición materna en el desarrollo y el rendimiento de las crías. Utilizando una perspectiva de ACV, esta revisión identifica puntos críticos ambientales y evalúa cómo las intervenciones dietéticas específicas pueden mitigar estos impactos, apoyando en última instancia un sector porcino más sostenible ambiental y económicamente.
La composición de las dietas para cerdos está determinada principalmente por la disponibilidad de ingredientes, el valor nutricional y la viabilidad económica, que varían según la región y el sistema de producción. Las fábricas de piensos modernas emplean técnicas de optimización matemática para formular dietas de menor coste, al tiempo que garantizan el equilibrio de nutrientes para un crecimiento óptimo y la eficiencia de conversión alimenticia. Sin embargo, la reciente volatilidad en los precios de las materias primas, la imprevisibilidad geopolítica y el creciente escrutinio del impacto ambiental de los piensos importados han intensificado el interés en fuentes de piensos alternativas.
A medida que se intensifican las preocupaciones en torno a los ingredientes de los alimentos importados, crece el interés en alternativas proteicas sostenibles que ofrezcan un valor nutricional comparable con un menor impacto ambiental. En respuesta, se han evaluado diversas fuentes de alimento novedosas, como desechos de alimentos, harina de insectos, proteínas unicelulares, microalgas y sustratos fermentados.
Si bien estas opciones muestran potencial para mejorar la eficiencia del uso del suelo y apoyar los principios de la economía circular, “las barreras relacionadas con el coste, la seguridad alimentaria, la aprobación regulatoria y la aceptación del consumidor limitan su adopción generalizada”. En contraste, existe un renovado interés en los cultivos proteínicos adaptados regionalmente y agronómicamente viables. Entre estos, las leguminosas de grano ofrecen una alternativa práctica y sostenible a la harina de soya importada. Esta revisión destaca específicamente las habas como una opción disponible localmente.
La producción porcina sostenible requiere un enfoque integral que equilibre la productividad, la salud del rebaño y la responsabilidad ambiental. “Esta revisión destaca el papel fundamental de las estrategias nutricionales para lograr estos objetivos, en particular mediante la selección informada de ingredientes, técnicas de conservación sostenibles e intervenciones dietéticas específicas”, indican los autores. El análisis del ciclo de vida identifica sistemáticamente la producción de alimento y el manejo del estiércol como importantes focos ambientales en los sistemas porcinos.