La enfermedad renal crónica (ERC) se define generalmente como una anomalía a largo plazo en la estructura o función de uno o ambos riñones, presente durante más de 3 meses. La ERC canina se caracteriza por el deterioro progresivo de la función renal y tiene una prevalencia general reportada del 0,05 al 3,74 %.
Las directrices de la International Renal Interest Society (IRIS) incluyen la dimetilarginina simétrica (SDMA) como un indicador de diagnóstico para la ERC canina. Específicamente, la SDMA persistentemente elevada es uno de los criterios de diagnóstico para distinguir la ERC en estadio 1 de la etapa 2 temprana. La SDMA se correlaciona significativamente con la tasa de filtración glomerular (TFG), y se cree que su nivel aumenta una vez que se ha perdido aproximadamente el 40 % de la función renal. En medicina humana, el tratamiento de pacientes con insuficiencia renal terminal sometidos a hemodiálisis con el bloqueador de los canales de calcio (BCC) dihidropiridínico amlodipino reduce supuestamente los niveles de SDMA. También se ha demostrado que la administración de amlodipino aumenta la TFG y el flujo plasmático renal en pacientes con trasplante de riñón.
En los caninos, la ERC se asocia frecuentemente con presión arterial alta, aunque es difícil determinar si esto es una causa o un efecto. La amlodipina se usa para tratar la hipertensión en perros, y las pautas del Colegio Americano de Medicina Interna Veterinaria (ACVIM) la consideran el fármaco de segunda línea. Con base en estos hallazgos, se puede hipotetizar que la administración de amlodipina podría mejorar la función renal en perros. Además, podría producir resultados favorables en la mejora de la función renal independientemente de la presencia o ausencia de hipertensión. Sin embargo, se desconoce el efecto de la amlodipina en la función renal canina.
Por lo tanto, en un estudio realizado por investigadores japoneses, se evaluaron los cambios en los niveles de SDMA antes y después de la administración de amlodipino en perros con diagnóstico de ERC debido a niveles persistentemente elevados de SDMA y que recibían tratamiento con amlodipino solo por cualquier motivo. También realizaron una investigación comparativa para determinar si existían diferencias en los cambios de SDMA según si estos perros con ERC presentaban hipertensión.
Los sujetos del estudio fueron perros con SDMA persistentemente elevada (≥14 μg/dL), diagnosticados con enfermedad renal crónica y tratados con amlodipino. Se recopilaron datos del perfil, como raza, sexo y edad, así como datos de bioquímica sanguínea, presión arterial, frecuencia cardíaca y ecocardiogramas antes y después de la administración de amlodipino. Se incluyeron 45 perros en el estudio, de los cuales 20 eran hipertensos (HT: presión arterial sistólica ≥160 mmHg) y 25 no hipertensos (no-HT: presión arterial sistólica <160 mmHg). La dosis media de amlodipino fue de 0,27 ± 0,12 mg/kg/día en el grupo HT y de 0,22 ± 0,09 mg/kg/día en el grupo no HT.
La SDMA media fue significativamente menor tras la administración del fármaco en comparación con la administración previa, tanto en el grupo HT como en el grupo no HT. No hubo diferencia significativa en los niveles de BUN o creatinina después de la administración del fármaco en comparación con antes de la administración en ninguno de los grupos.
Por otro lado, en el grupo HT, la PAS, la presión arterial media (PAM) y la presión arterial diastólica (PAD) disminuyeron significativamente tras la administración del fármaco en comparación con el período previo. En el grupo sin HT, la PAM y la PAD disminuyeron significativamente tras la administración del fármaco en comparación con el período previo.
La tasa de disminución de la PAS fue significativamente mayor en el grupo HT que en el grupo sin HT. En el grupo sin HT, la SDMA disminuyó en 22 de 25 perros, y la PAS más baja antes de la administración de amlodipino fue de 123 mmHg. La SDMA aumentó solo en tres perros, entre los cuales la PAS antes de la administración de amlodipino fue de 125, 126 y 140 mmHg, respectivamente.
“Se cree que el aumento del CO2 debido a la administración de amlodipino incrementa la tasa de filtración glomerular, lo que podría haber provocado una disminución de los niveles de SDMA”, matizan los autores.
Con base en la tasa de disminución de la presión arterial sistólica, “consideramos que el amlodipino podría reducir la presión arterial en mayor medida en pacientes con niveles elevados de hipertensión”. En este estudio, “demostramos que la administración de amlodipino mejoró la SDMA en perros con enfermedad renal crónica, independientemente de si presentaban hipertensión. También demostramos que el amlodipino podría usarse de forma segura para tratar perros normotensos”.