Cada vez es mayor la evidencia que relaciona la enfermedad renal crónica (ERC) y el microbioma intestinal, cuya alteración (disbiosis} provoca la producción de toxinas urémicas que pueden dañar los riñones y contribuir al avance de la ERC. Aunque los signos clínicos de la ERC pueden ser sutiles (ej. pérdida de peso) o no observarse en absoluto durante años, especialmente en estadios iniciales, las toxinas urémicas ya se están produciendo. Estas toxinas urémicas producidas en el intestino tienen diversos efectos negativos, que pueden ayudar a explicar la patogenia y las consecuencias clínicas de la ERC.
En individuos sanos, la barrera intestinal (incluyendo las uniones estrechas, las membranas de los enterocitos y la capa mucosa) evita la translocación de sustancias y microorganismos desde la Iuz intestinal hacia el torrente sanguíneo. El microbioma intestinal juega un papel clave en el mantenimiento de la función de la barrera intestinal, modulando el sistema inmunitario y controlando el pH luminal, lo que ayuda a prevenir la colonización de las bacterias intestinales perjudiciales y el desarrollo de disbiosis.
El microbioma es el conjunto normal, es decir, no patológico, de diversos microorganismos microscópicos presentes en el organismo. Estos, en los últimos años, han suscitado un gran interés en la comunidad científica debido a su importancia en el mantenimiento de un buen estado de salud.
Los reciente avances han permitido explorar la rica y compleja variedad de estos organismos. Estas investigaciones han proporcionado información sobre las características del microbioma habitual, fundamental para identificar las disbiosis en animales enfermos y tratarlas con eficacia.
En este aspecto, una ingesta adecuada de fibra dietética favorece el crecimiento de las bacterias sacarolíticas beneficiosas, que producen compuestos posbióticos útiles (como ácidos grasos de cadena corta) que nutren a los enterocitos y contribuyen a mantener una barrera intestinal sana.
La patogénesis de la disbiosis asociada con la ERC deriva de la comunicación bidireccional existente entre los riñones y el tracto intestinal (el llamado eje intestino-riñón). Entre los factores potenciales que contribuyen a la aparición de disbiosis en estos pacientes se encuentran una ingesta reducida de fibra dietética, un tiempo de tránsito colónico prolongado (estreñimiento), una mayor cantidad de proteína dietética disponible para ser utilizada por las bacterias proteolíticas del colon y la aparición de cambios en la microbiota del colon.
Una menor ingesta de fibra dietética favorece el crecimiento de las bacterias proteolíticas, que fermentan los aminoácidos y generan metabolitos potencialmente perjudiciales, como amoníaco (que se transforma en hidróxido amónico) y otras toxinas urémicas de origen intestinal. Estas toxinas provocan una respuesta inflamatoria local y una mayor permeabilidad de la barrera intestinal, lo que permite la translocación de las bacterias intestinales y de las propias toxinas urémicas intestinales al torrente sanguíneo, a través del cual pueden viajar produciendo inflamación sistémica y daño renal.
El manejo nutricional es la piedra angular del cuidado de los pacientes con ERC, además de ser el único tratamiento que ha demostrado mejorar la esperanza y la calidad de vida en perros con ERC.
La mayor evidencia clínica en estos pacientes procede de ensayos clínicos aleatorios y controlados que demuestran que proporcionar un alimento dietético renal (Hill’s Prescription Diet k/d} da Iugar a mayores tiempos de supervivencia y a una mejor calidad de vida en perros con ERC vs. los alimentos de mantenimiento típicos para mascotas.
Con respecto a la disminución del acúmulo de toxinas urémicas, tradicionalmente el foco se ha puesto en la reducción del aporte de proteína dietética en animales con ERC en estadios avanzados. No obstante, dados los recientes descubrimientos sobre los efectos perjudiciales de las toxinas urémicas en los estadios iniciales de ERC y sobre el impacto de la disbiosis intestinal, se hace necesario ampliar las opciones de manejo.
Además, las toxinas urémicas generadas en el intestino están unidas a proteínas y no pueden eliminarse eficazmente por medio de la diálisis o la fluidoterapia, por lo que se han evaluado nuevas opciones nutricionales con el objetivo de reducir su producción.
En el Centro de Nutrición Animal de Hill’s Pet Nutrition han investigado los efectos de distintas intervenciones nutricionales sobre el microbioma intestinal y sobre la consiguiente producción de toxinas urémicas en perros sanos y con ERC.
En cuento al manejo dietético de la enfermedad en perros, 56 beatles (28 sanos y 28 con ERC en estadio IRIS 1) consumieron el alimento control (Hill’s Prescription Diet k/d) durante 4 semanas, pasando luego aleatoriamente y de modo secuencial a consumir el alimento control, un alimento test con fibra de baja solubilidad + betaína (Hill’s Prescription Diet k/d con ActivBiome+ Kidney Defense} o un alimento test con fibra de alta solubilidad + betaína durante 1O semanas cada vez.
Los perros con ERC tenían concentraciones significativamente mayores de creatinina, urea, indoles, productos finales de la glicación avanzada y otras toxinas urémicas de origen intestinal que los perros sanos.
En comparación con el alimento control, el consumo de los dos alimentos test generó una disminución significativa de las toxinas urémicas en los perros con ERC.
En comparación con el alimento control, ambos alimentos test dieron Iugar a aumentos significativos en los marcadores antioxidantes y de ácidos grasos polinsaturados y a reducciones de la creatinina sérica y de un marcador inflamatorio.
Asimismo, la abundancia de bacterias intestinales beneficiosas alcanzó el nivel más alto cuando los perros consumieron el alimento test con fibra de baja solubilidad.
En resumen, los estudios han demostrado que el microbioma de perros con ERC es significativamente diferente al de perros sanos. Esta disbiosis se caracteriza por un cambio del microbioma hacia un metabolismo proteolítico, lo que genera un aumento de la producción de toxinas urémicas a nivel intestinal, una alteración de la barrera intestinal y un mayor daño renal.
La intervención nutricional utilizando niveles controlados de proteína de alta calidad e incorporando betaína y una combinación exclusiva de fibras prebióticas (FOS de cadena corta} en Hill’s Prescription Diet k/d (Hill’s Prescription Diet k/d ActivBiome+ Kidney Defense) actúa sobre el microbioma intestinal “aumentando los niveles de antioxidantes, las poblaciones de bacterias intestinales beneficiosas y la masa corporal, y reduciendo al mismo tiempo los marcadores inflamatorios, el estrés oxidativo y los niveles de toxinas urémicas”.