Las enfermedades cardiovasculares son afecciones clínicas que pueden ser primarias o secundarias a otros eventos. Independientemente de cómo se caractericen, se observan de forma rutinaria. La presencia de trastornos o alteraciones cardiovasculares se caracteriza por situaciones significativamente perjudiciales o dañinas, que pueden causar malestar tanto al paciente como a su cuidador. Estas pueden incluir fatiga física y mental, así como una reducción de la calidad y la esperanza de vida. Generalmente, dependiendo de la progresión de la enfermedad y otros factores asociados como la edad, la raza y el tipo de afección, los animales pueden experimentar con frecuencia episodios descompensados, que deben manejarse eficazmente para asegurar el éxito del manejo diagnóstico y terapéutico.
Entre las diversas afecciones y alteraciones cardiovasculares, se destacan las enfermedades congénitas, las adquiridas y las asociadas con la presión arterial.
La hipertensión arterial sistémica (HAS) es una condición caracterizada por la elevación de los valores de la presión arterial (PA) por encima de los valores de referencia para la especie, de forma crónica. Se puede clasificar en tres tipos. Con frecuencia, la mayoría de los casos de HAS se asocian a causas subyacentes como enfermedades renales, endocrinas o neoplásicas, entre otras. Sin embargo, es importante señalar que la HAS también puede ser causada por factores situacionales, principalmente inducidos por el estrés, así como aspectos primarios (ausencia de enfermedades subyacentes).
El estrés es uno de los principales factores asociados a la hipertensión situacional, que a menudo se observa en clínicas y hospitales veterinarios debido a la aparición de una descarga simpática exagerada. Cuando los animales se exponen a situaciones desconocidas, como nuevos entornos, la presencia de otros perros y/o gatos y diversos olores, puede producirse la liberación de catecolaminas circulantes, manteniendo el sistema simpático en un estado de alerta. Por lo tanto, la evaluación clínica de animales en un estado de estrés puede estar sub o sobre influenciada, lo que significa que las variables recogidas pueden no reflejar la condición real del animal.
Se espera que los valores de PA en perros influenciados por la activación simpática sean más altos en comparación con los pacientes en entornos más tranquilos. Por lo tanto, es esencial considerar el estrés durante la medición de la PA para minimizar sus efectos tanto como sea posible. La hipertensión a menudo se presenta de forma silenciosa y, como tal, su identificación por parte de los cuidadores se vuelve imperceptible, ya que los animales permanecen asintomáticos. Diagnosticar la hipertensión puede ser un desafío, especialmente debido al "síndrome de la bata blanca" (elevación de la PA desencadenada por la presencia de profesionales vestidos con batas blancas). El diagnóstico de hipertensión puede establecerse cuando se observan valores elevados de PA de forma constante y estandarizada, con múltiples mediciones tomadas en diferentes momentos. El tratamiento varía y depende, en parte, del factor causal subyacente. Se pueden recetar medicamentos antihipertensivos, ya sea solos o en combinación.
Un trabajo realizado en Brasil ha explorado la hipertensión arterial sistémica en animales de compañía, describiendo sus tipos, enfoques diagnósticos y terapéuticos, factores asociados como el estrés y los beneficios y desafíos de una medición precisa y bien ejecutada.
En primer lugar, han explorado la evolución histórica de la medición de la presión arterial y sus fundamentos fisiológicos. Así, indican que la medición de la PA en perros y gatos es un método derivado de la medicina humana, y la primera medición de PA registrada tuvo lugar en 1733 por Stephen Hales utilizando un método invasivo en una yegua. Más tarde, alrededor de 1895, el italiano Riva-Rocci determinó la PA a través de la palpación digital. El logro significativo del método auscultatorio fue realizado por el ruso Korotkoff, coronando la medicina con un examen de gran importancia e implicaciones en varias enfermedades.
Por otro lado, exponen que la función cardiovascular se basa en estrategias centrales cuyo objetivo final es asegurar un adecuado aporte de volumen sanguíneo que pueda promover el correcto bombeo cardíaco, la oxigenación, la nutrición y la perfusión tisular y/o orgánica. La desregulación de la PA se controla rápidamente mediante la activación de mecanismos de compensación, ya sean agudos o crónicos, destinados a controlar o detener el proceso causal. Así, consideran importante enfatizar que, aunque compensatorias, las aflicciones cardiovasculares son progresivas, lo que “puede agravar el problema a través de la hiperactivación de los mecanismos reguladores, dando lugar a procesos dañinos y perjudiciales”.
Respecto a los sistemas de regulación de la presión arterial sistémica, indican que la presión arterial puede regularse local o sistémicamente mediante la activación de sistemas compensatorios y reguladores. La compensación de la presión se basa en estrategias fisiológicas, tanto a corto como a largo plazo, destinadas a estabilizar el organismo en respuesta a la nueva condición impuesta. Los mecanismos intrínsecos y extrínsecos pueden activarse, ya sea de forma independiente o conjunta, para apoyar el sistema orgánico y prevenir la aparición o el empeoramiento de afecciones secundarias derivadas de las fluctuaciones de la presión, como la hipoxia y la isquemia tisular/orgánica
En este contexto, los valores de PA de perros y gatos son variables, y varios factores, como la habilidad del operador que realiza la medición, el método empleado, el comportamiento de los animales y la elección del manguito, pueden interferir con los resultados.
La hipertensión arterial sistémica es una condición clínica caracterizada por valores de PA persistentemente elevados en relación con los parámetros de referencia para la especie. La HAS situacional se caracteriza por un aumento temporal o momentáneo de la PA, a menudo desencadenado por la presencia de uno o más factores inductores de estrés. Proponen que es “causada por alteraciones en el sistema nervioso autónomo resultantes de los efectos de la excitación o la ansiedad en los centros superiores del sistema nervioso central”.
Así, dado que la hipertensión situacional es temporal y está causada por estrés sin problemas subyacentes, no se requiere manejo terapéutico. En lugar de ello, el enfoque debería estar en el seguimiento y la repetición de las mediciones después de que el factor estresante se haya eliminado o controlado.
Otro punto ha explorado los biomarcadores de laboratorio del estrés. Además de las catecolaminas, que desempeñan un papel crucial en el desarrollo del estrés, el cortisol es otro factor importante. El cortisol es un glucocorticoide producido por las glándulas suprarrenales y está involucrado en los procesos reguladores del cuerpo, desempeñando un papel clave en la respuesta al estrés. Desde una perspectiva conductual, las mediciones de cortisol son valiosas para evaluar el entorno en el que se colocan los animales, así como las estrategias para la evaluación y el manejo veterinario.
Asimismo, el leucograma de estrés es una afección de laboratorio que se presenta en animales sometidos a altos niveles de estrés y se caracteriza por cambios en componentes hematológicos como neutrófilos, eosinófilos, linfocitos y monocitos.
En otro apartado, la revisión ha estudiado las enfermedades asociadas con la hipertensión arterial sistémica, como la enfermedad renal crónica, los trastornos endocrinos, o causas neoplásicas, fármacos y toxinas. Los autores escriben que la HAS también puede estar mediada por factores tales como neoplasias, fármacos y toxinas, por lo que es crucial investigar el uso de estas sustancias. Un ejemplo es el feocromocitoma, una neoplasia de células cromafines en las glándulas suprarrenales, que conduce a una mayor producción y concentración de catecolaminas.
El diagnóstico de hipertensión requiere mediciones seriadas de la PA, considerando factores que pueden interferir con la precisión. Para obtener resultados confiables, es esencial seguir un protocolo que pueda replicarse consistentemente. La variabilidad y la posible falta de confiabilidad en los datos de PA a menudo se deben a cambios en la técnica, la posición del paciente y la experiencia del operador. La hipertensión arterial sistémica situacional puede minimizarse midiendo la PA en un área tranquila después de que el animal se haya aclimatado, lejos de otros animales y antes de cualquier procedimiento. Si es posible, es beneficioso que el dueño del animal esté presente y minimizar la restricción, ya que la PA y la frecuencia cardíaca pueden elevarse cuando las mediciones se realizan sin el dueño.
La medición de la presión arterial puede realizarse mediante métodos invasivos y no invasivos, siendo estos últimos los más utilizados en la práctica clínica habitual. Los métodos no invasivos como el método vascular Doppler y la oscilometría son los más utilizados.
En este sentido, comentan que la identificación temprana y precisa de la hipertensión permite el inicio de la terapia farmacológica para prevenir el empeoramiento de la afección y minimizar la aparición de daño orgánico. “Los profesionales veterinarios deben ser conscientes de la importancia de la medición de la presión arterial, que debe realizarse a intervalos regulares”. Este enfoque permitirá un diagnóstico oportuno de la hipertensión, lo que guiará la implementación de la terapia farmacológica clínica o de emergencia. Estas medidas, en última instancia, “tendrán un impacto en la esperanza de vida y la calidad de vida del paciente, así como en la del propietario”.