La industria ganadera constituye aproximadamente el 6,5 % del valor total de la producción agrícola final de España y representa el 16,4 % de la producción ganadera final, generando cerca de 4.100 millones de euros en valor económico en 2022. Este sector se concentra principalmente en las regiones rurales, donde desempeña un papel fundamental en el mantenimiento del empleo y la lucha contra la despoblación rural, especialmente en zonas con escasas alternativas económicas. Además, la ganadería ganadera contribuye a la preservación de las prácticas tradicionales y el patrimonio cultural, a la vez que apoya la conservación de los ecosistemas y promueve la sostenibilidad ambiental.
En este contexto, la raza Retinta es una raza autóctona española adaptada a condiciones semiáridas y típicamente gestionada en sistemas extensivos vinculados al ecosistema de la dehesa, que se distingue por su alta capacidad maternal. La raza también se encuentra en otros países, como Portugal, Argentina y Brasil.
La medición objetiva de los rasgos reproductivos en sistemas de producción extensivos es inherentemente difícil debido a su alta sensibilidad a factores ambientales y prácticas de manejo del rebaño, lo que resulta en heredabilidades generalmente bajas y, en consecuencia, un progreso genético limitado. Además, se ha demostrado que la selección por rasgos de crecimiento afecta negativamente el rendimiento reproductivo, lo que restringe aún más la eficacia de los enfoques de selección convencionales para rasgos reproductivos. En este contexto, la identificación de marcadores moleculares vinculados al potencial productivo femenino es crucial. Dichos marcadores pueden facilitar la estimación temprana y precisa de los valores genéticos y ampliar la base de selección, acelerando así el progreso genético en toda la población.
Entre los rasgos reproductivos, la fertilidad tiene una importancia económica particular para los productores de ganado vacuno de carne. Dadas las limitaciones de los sistemas extensivos, los indicadores indirectos que son tanto informativos como prácticamente mensurables son esenciales para identificar hembras con fertilidad superior. Dos de estos indicadores, el intervalo entre partos (IC) y la edad al primer parto (AFC), son ampliamente reconocidos. Sin embargo, las vacas con intervalos entre partos más cortos son a menudo las que experimentaron un primer parto retrasado, y la selección de este rasgo puede conducir inadvertidamente a una mayor edad en la pubertad. La evidencia empírica revela fuertes correlaciones entre la AFC y las edades de parto posteriores, así como entre la edad de parto y los intervalos entre partos. En consecuencia, es poco probable que un primer parto retrasado se compense con intervalos más cortos en ciclos reproductivos posteriores. Existe un acuerdo general de que la vaca de carne óptima debe ser precoz y capaz de producir un ternero por año. Para la raza Retinta, el AFC ideal es de dos años y el IC óptimo es de un año.
Estos dos rasgos se integran en un único parámetro denominado eficiencia reproductiva (RE), definida como la desviación porcentual entre el número real de partos que una vaca tiene a una edad dada y el número que se esperaría que tuviera en condiciones óptimas. La RE se ha empleado eficazmente en programas de selección para varias especies, incluidos caballos, cabras y, más recientemente, ganado vacuno de carne. En particular, este rasgo ha demostrado mayor heredabilidad y fiabilidad que otros rasgos reproductivos (h 2 ≈ 0,30 ± 0,003) en el ganado Retinta. Como resultado, la RE se ha incorporado formalmente al programa de cría como criterio principal de selección.
Los recientes avances en tecnologías genómicas han mejorado considerablemente la capacidad de identificar asociaciones entre polimorfismos de un solo nucleótido (SNP) y la variación fenotípica, profundizando así nuestra comprensión de los rasgos complejos. Entre estas tecnologías, los estudios de asociación de todo el genoma (GWAS) han surgido como una piedra angular en la investigación genética contemporánea. En el ganado vacuno de carne, los GWAS se han aplicado ampliamente a rasgos como el crecimiento, la composición de la canal, los perfiles de ácidos grasos, la calidad de la carne y otras características relacionadas con la producción.
Un trabajo realizado por Rosa María Morales, Gabriel Anaya Calvo-Rubio, Chiraz Ziadi, María Ángeles Vargas-Pérez, Sebastián Demyda-Peyrás y Antonio Molina, de la Universidad de Córdoba, tuvo como objetivo analizar las variables reproductivas claves utilizadas en las evaluaciones genéticas, a saber, la edad al primer parto (AFC), el intervalo entre el primer y segundo parto (IC12), el intervalo medio entre partos (ACI) y la eficiencia reproductiva (RE), para identificar regiones genómicas que representan la mayor varianza acumulada en los caracteres relacionados con la fertilidad en la raza Retinta y caracterizar los genes asociados y las vías metabólicas.
Utilizando un conjunto de datos completo del historial reproductivo de 44.000 vacas (más de 215.000 registros de partos) e información genómica de 1.030 animales (65.000), el análisis identificó múltiples regiones genómicas significativamente asociadas con caracteres clave de fertilidad, incluyendo la edad al primer parto (AFC), el intervalo entre el primer y el segundo parto (IC12), el intervalo medio entre partos (ACI) y la eficiencia reproductiva (RE).
Cabe destacar que se detectaron varios genes candidatos involucrados en la función ovárica, la regulación del ciclo celular y la señalización hormonal, junto con una proporción sustancial de lncRNA.
Los resultados de este estudio ofrecen una visión general de los factores fenotípicos, genéticos y genómicos que influyen en la fertilidad femenina en la raza Retinta. La alta variabilidad observada ofrece para los investigadores un potencial considerable para la mejora de estos rasgos reproductivos.
“En este estudio, la identificación de regiones genómicas con contribuciones moderadas a altas a la varianza genética aditiva ofrece herramientas valiosas para el desarrollo de estrategias de selección genómica en la raza Retinta”, añaden. La incorporación de la eficiencia reproductiva (ER) como criterio de selección, respaldada por su mayor heredabilidad y naturaleza integrativa, resulta particularmente prometedora para mejorar la fertilidad sin comprometer la adaptación ni la aptitud maternal. En general, la implementación de programas de mejoramiento genético con base genómica, basados en los marcadores y genes identificados en este estudio, “puede acelerar el progreso genético, mejorar la productividad y garantizar la viabilidad a largo plazo de esta población bovina adaptada localmente y de importancia económica”.