La recopilación y organización de datos en el ámbito médico son requisitos esenciales para el estudio de enfermedades multifactoriales complejas, como el cáncer. Tanto los factores genéticos como los ambientales contribuyen a la causa de la enfermedad, con diferentes patrones de expresión. La recopilación de datos sobre enfermedades neoplásicas en una población y área geográfica específicas es esencial para orientar acciones específicas, determinar qué grupos requieren intervención y evaluar la eficacia de las medidas preventivas, como los programas de cribado. Los estudios comparativos sobre el comportamiento biológico de los tumores espontáneos y el posible papel de los factores de riesgo ambientales pueden proporcionar información valiosa para la prevención de neoplasias en humanos.
El cáncer resulta de cambios en genes específicos que alteran la función celular y a menudo es impulsado por exposiciones ambientales que dañan el ADN. No todas las exposiciones carcinógenas son evitables, especialmente aquellas que se encuentran en el aire, el agua, los alimentos o los materiales cotidianos. Los científicos están investigando activamente qué exposiciones pueden causar o contribuir al desarrollo del cáncer. Comprender qué exposiciones son dañinas e identificar dónde ocurren es esencial para reducir el riesgo. Cualquier sustancia que cause cáncer se conoce como carcinógena, aunque no todas las exposiciones a un carcinógeno resultarán en cáncer. Muchos factores influyen en la capacidad de una persona expuesta a un carcinógeno para desarrollar cáncer, incluyendo la cantidad y duración de la exposición y los antecedentes genéticos del individuo. La Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC) publica informes científicos regulares sobre sustancias que pueden aumentar el riesgo de cáncer en humanos. Desde 1971, la agencia ha evaluado más de 1.000 agentes, incluyendo productos químicos, mezclas complejas, exposiciones ocupacionales, agentes físicos, agentes biológicos y factores de estilo de vida. De estos, más de 500 han sido identificados como cancerígenos, probablemente cancerígenos o posiblemente cancerígenos para los humanos. Adoptando el enfoque «Una Salud», la Organización Mundial de la Salud (OMS), junto con la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA), enfatiza la importancia de considerar la salud animal como parte integral del panorama general de la salud mundial, en el que el bienestar animal no es solo un elemento secundario.
En los últimos cincuenta años, los países industrializados han sido testigos de un aumento notable en el diagnóstico de tumores malignos de mama, próstata, testículos, ovario, tiroides, piel y tracto gastrointestinal. Aunque múltiples factores probablemente contribuyeron a esta tendencia, el rápido aumento apoya la hipótesis de que puede estar determinado por la exposición a contaminantes ambientales, especialmente aquellos capaces de interferir con el sistema endocrino. Estos principios tóxicos actúan como disruptores endocrinos, sustancias heterogéneas que pueden imitar la acción de las hormonas e interactuar con sus receptores, alterando su estimulación adecuada.
Los tumores testiculares, en particular, han recibido mayor atención debido a su fuerte asociación con sustancias químicas disruptoras endocrinas. Son un cáncer relativamente común tanto en humanos como en perros, y los seminomas caninos en particular se consideran una contraparte de los seminomas espermatocíticos en hombres, basándose en la edad similar en el momento del diagnóstico y el comportamiento biológico. Esto hace que los tumores testiculares sean un tema atractivo para la investigación comparativa dentro del marco de Una Salud.
Un trabajo italiano ha analizado casos de tumores testiculares en humanos y perros, así como datos ambientales de ciudades con incidencia de tumores testiculares. El estudio también busca investigar el papel de los contaminantes ambientales implicados en la patogénesis de las neoplasias testiculares, con el fin de orientar la salud veterinaria pública para mitigar o eliminar sus efectos.
Se utilizaron sistemas de información geográfica (SIG) para cartografiar tumores caninos y humanos en una región de Italia, centrándose en los municipios de residencia y cartografiando los contaminantes en la misma región.
Los autores descubrieron que las áreas con mayor frecuencia de tumores testiculares en humanos y perros fueron los municipios de Napoli y Salerno, y sus respectivas provincias. En los mismos lugares, se registró una grave contaminación del suelo y el agua por compuestos organoestánnicos, dioxinas, etil-t-butil éter, fenoles, pesticidas, furanos, hidrocarburos, metales, metaloides, metil-t-butil éter y PCB. Utilizando sistemas de información geográfica, los tumores testiculares en perros y humanos mostraron un alto grado de co-localización consistente con la concentración de contaminantes en el suelo y el agua.
“La investigación ambiental y oncológica integrada de este estudio sugiere una relación compleja entre la contaminación ambiental y los tumores testiculares en las poblaciones humanas y caninas”, indican.
“Este estudio enfatiza la importancia de adoptar un enfoque oncoepidemiológico, donde los animales de compañía actúan como centinelas eficaces de los riesgos ambientales para la salud”. Esta metodología mejora la precisión del monitoreo ambiental y “sienta las bases para futuros estudios longitudinales que permitan comprender mejor el impacto a largo plazo de las exposiciones ambientales en la salud humana y animal, desde una perspectiva de Una Sola Salud”.
No obstante, matizan que si bien zonas como Nápoles, Caserta y Salerno presentaron una contaminación ambiental significativa y altas tasas de tumores, no se observó de forma consistente una relación lineal entre la presencia de contaminantes y la frecuencia de cáncer. Esto sugiere, para los autores, que factores como la susceptibilidad individual, los efectos sinérgicos de las mezclas de contaminantes y las diferencias en el comportamiento tumoral específico de cada especie desempeñan un papel crucial en la carcinogénesis.
En consecuencia, concluyen que aunque los mecanismos moleculares aún no se comprenden por completo, “nuestros datos sugieren una fuerte relación entre la frecuencia de tumores testiculares en humanos y perros y las altas concentraciones de contaminantes ambientales en las zonas reportadas”.