El paro cardiorrespiratorio (RCP) se define como el cese agudo de la ventilación y la perfusión, que provoca la privación de oxígeno tisular y la muerte. Las causas comunes en perros y gatos incluyen traumatismos, enfermedades graves, complicaciones anestésicas y dificultad respiratoria. Mientras que entre el 30 % y el 40 % de los pacientes humanos sobreviven tras la RCP, solo el 6 % de los perros y el 19 % de los gatos sobreviven al alta.
Entre el 40 % y el 50 % de los perros y gatos sometidos a RCP experimentan un retorno a la circulación espontánea (RCE), pero la mayoría experimentará un paro cardíaco posterior, y aún menos sobreviven al alta. Para mejorar las tasas de supervivencia, las primeras directrices de RCP veterinaria se publicaron en 2012 y fueron actualizadas en 2024 por la Iniciativa de la Campaña de Reevaluación de la Reanimación Veterinaria (RECOVER). Estas directrices se basaron en una revisión bibliográfica y el consenso de expertos para estandarizar la formación y la práctica de la RCP.
El síndrome posparo cardíaco (PCA) se refiere a los efectos fisiológicos posteriores a una reanimación exitosa, que incluyen lesión cerebral anóxica, disfunción miocárdica y lesión por reperfusión. El algoritmo RECOVER PCA describe un enfoque sistemático para evaluar a los pacientes, centrándose en la ventilación, el soporte hemodinámico y la neuroprotección.
Un objetivo principal durante el período de PCA es prevenir nuevas recaídas. Los pacientes deben ser hospitalizados en centros que dispongan de monitorización frecuente y cercana, así como de un equipo que se sienta cómodo con la atención de pacientes con PCA. Se debe utilizar un ECG continuo, ya que puede identificar taquicardia, bradicardia o arritmias que pueden preceder a un PCR. En estos pacientes, se debe utilizar la monitorización frecuente o continua de la presión arterial (PA) —idealmente, la monitorización directa de la PA arterial (PAA)—. Las mediciones indirectas de la PA son aceptables si no es posible la monitorización directa. Estos pacientes a menudo requieren atención individualizada debido a alteraciones hemodinámicas, neurológicas, ventilatorias y de oxigenación.
Una guía recientemente publicada analiza la evolución de la atención antes y durante la Campaña de Reevaluación de las directrices de Reanimación Veterinaria, a la vez que ofrece una visión clínica del período posparo cardíaco.
El primer apartado está dedicado a la ventilación, indicando que los pacientes con RCE tras un PCR suelen presentar alteraciones en la ventilación. La calidad y la cantidad de la ventilación de un paciente pueden afectar el gasto cardíaco, la estabilidad hemodinámica y la salud cerebral. Una ventilación inadecuada, y la consiguiente hipercapnia, “contribuirán a la acidemia y pueden empeorar la inestabilidad hemodinámica”. Además, incluso cambios menores en el estado de la ventilación de un paciente tendrán un impacto significativo en su flujo sanguíneo cerebral.
La hipercapnia puede aumentar el flujo sanguíneo cerebral al causar dilatación arterial cerebral, lo que conlleva un aumento de la presión intracraneal (PIC) en un cerebro ya vulnerable. Inmediatamente después del RCE, se debe evaluar al paciente para determinar si la ventilación espontánea es adecuada. La eficacia de la ventilación debe evaluarse, indican, mediante la presión parcial de dióxido de carbono en sangre arterial (PaCO2), la presión parcial de dióxido de carbono en sangre venosa (PvCO2) y/o dióxido de carbono espiratorio final (ETCO2). La ventilación asistida mediante ventilación con presión positiva intermitente (VPPI) está indicada si estos valores no se mantienen dentro de un rango normal.
En cuanto a la oxigenación, explican que, específicamente la normoxemia, es el objetivo ideal durante el período de PCA. La normoxemia se define como una saturación periférica de oxígeno de la hemoglobina medida por oximetría de pulso (SpO2) del 94 % al 98 % o una PaO 2 de 80 a 100 mm Hg. Mientras se monitorea y ajusta la ventilación del paciente, es vital monitorear la SpO 2 y/o la PaO 2 simultáneamente. “Una saturación periférica de oxígeno de la hemoglobina medida por oximetría de pulso o lecturas de PaO 2 superiores al 98 % o 100 mm Hg, respectivamente, indican hiperoxemia, y se debe disminuir la suplementación de oxígeno para lograr la normoxemia”.
Las pautas RECOVER de 2024 recomiendan el uso de la monitorización de la SpO 2 con la monitorización continua o periódica de otros parámetros de perfusión. La saturación periférica de oxígeno de la hemoglobina, medida mediante oximetría de pulso en pacientes veterinarios, suele ser difícil debido a múltiples factores, como el color de la piel o las mucosas, la presencia o ausencia de pelo, la presencia de hipotensión o mala perfusión y las arritmias. Para obtener una representación precisa de la oxigenación, la guía sugiere que se debe monitorizar la SpO₂ junto con los parámetros de perfusión. Una lectura precisa de SpO₂ coincidirá con una frecuencia cardíaca adecuada cuando se utilice un oxímetro de pulso.
A continuación, otros puntos tratados en el texto han sido el manejo de la tensión arterial, la neuroprotección, el control de la temperatura o la glucemia. A su vez, han explicado que los cuidados adicionales incluyen priorizar la nutrición, a menudo a través de una sonda nasogástrica o nasoesofágica. Debido a las frecuentes necesidades de monitorización de líquidos, medicamentos y análisis de laboratorio, se recomienda la colocación de un catéter venoso central. Ambos procedimientos deben realizarse “con precaución”.
Los pacientes posparo cardíaco suelen estar obnubilados e inmóviles, lo que requiere cuidados en decúbito para prevenir las úlceras por presión y la atrofia muscular. Sugieren rotar a los pacientes cada 2 a 4 horas y considerar el rango de movimiento pasivo si los pacientes están en decúbito durante más de 24 a 48 horas. “Brinde cuidado bucal cada 4 a 6 horas en pacientes intubados para reducir el riesgo de neumonía por aspiración, y aplique lubricante ocular cada 2 a 4 horas en pacientes sedados o con alteraciones mentales mientras tiñe los ojos diariamente para verificar si hay úlceras corneales”.
Por último, concluyen que “la implementación del algoritmo RECOVER PCA con un equipo veterinario dedicado puede mejorar los resultados de la RCP”. El objetivo no es solo el retorno de la circulación espontánea (RCE), sino también la supervivencia hasta el alta. “La reanimación cardiopulmonar es físicamente exigente tanto para los pacientes como para el personal, y el período de PCA presenta desafíos adicionales”. Los técnicos veterinarios deben estar preparados para afrontar estos desafíos y continuar brindando una atención excepcional.