Según la definición del Grupo de Trabajo Internacional sobre Epilepsia en 2015, una convulsión es “una aparición transitoria de signos debido a una actividad neuronal anormal, excesiva o sincrónica en el cerebro”. Las convulsiones pueden presentarse con una amplia gama de manifestaciones clínicas, lo que plantea un desafío clave para los neurólogos a la hora de discernir si el evento paroxístico es realmente de naturaleza epiléptica.
La convulsión autonómica se define como "una convulsión caracterizada por una función autonómica alterada de cualquier tipo al inicio de la convulsión o en la que las manifestaciones consistentes con la función autonómica alterada son prominentes (cuantitativamente dominantes o clínicamente importantes) incluso si no están presentes al inicio de la convulsión". En medicina humana, se han descrito varios tipos de convulsiones autonómicas, que abarcan signos de trastorno gastrointestinal (como arcadas, ptialismo, náuseas, vómitos, malestar abdominal, diarrea), alteraciones en la función cardiovascular (bradicardia, taquicardia), fluctuaciones en el tamaño pupilar (midriasis y miosis) y otros signos clínicos. Se sabe que diagnosticar este tipo de convulsión es particularmente difícil, porque los signos comúnmente se ignoran como no relacionados con las convulsiones o se atribuyen incorrectamente a afecciones como migraña, síncope o gastroenteritis. Debido a la posible confusión con otras afecciones no epilépticas, la electroencefalografía (EEG) se considera el método de referencia para el diagnóstico. Si bien el EEG interictal en pacientes con convulsiones autonómicas puede ser normal, se pueden observar cambios epileptiformes o enlentecimiento intermitente en las derivaciones temporales anteriores del EEG, que se vuelven más pronunciadas durante el sueño.
En medicina veterinaria, existe poca información sobre las convulsiones autonómicas, y existe un conocimiento limitado sobre si las convulsiones autonómicas pueden manifestarse como otros signos clínicos. Para proporcionar una caracterización más detallada de las convulsiones autonómicas en perros, un grupo de investigadores franceses presentaron tres casos en los que las convulsiones muestran principalmente signos autonómicos, específicamente alteraciones en el sistema gastrointestinal.
Tres perros fueron presentados por episodios recurrentes caracterizados por hipersalivación, vómitos, arcadas y signos de malestar abdominal.
El caso primero fue un perro Jack Russell Terrier macho intacto de 3 años de edad que fue llevado a la consulta por regurgitaciones espásticas, ptialismo y disorexia, con pérdida de peso (20 %) de 3 semanas de duración.
El segundo caso se trató de una podenca hembra esterilizada de 7 años que presentaba episodios de trastornos gastrointestinales que se habían presentado durante 3 años. Aproximadamente dos veces por semana, la perra presentaba signos clínicos que incluían ptialismo, tos, arcadas, regurgitación, pica, dolor epigástrico, movimientos de deglución repetitivos excesivos y borborigmos, con una duración de varias horas.
Por último, un Lhasa Apso macho intacto de 5 años fue presentado a la consulta de gastroenterología por episodios gastrointestinales paroxísticos (caracterizados por ruidos, náuseas, ptialismo, vómitos sin contenido alimenticio y dolor epigástrico) que duraron varias horas, desde su adopción 3 años antes de la presentación.
Los exámenes neurológicos fueron normales entre episodios. Los registros electroencefalográficos (EEG) identificaron descargas epileptiformes ictales o interictales en todos los perros. Con base en los signos clínicos y los hallazgos del EEG, se realizó un diagnóstico de convulsiones autonómicas focales, y hubo una notable respuesta positiva de los signos clínicos al tratamiento antiepiléptico.
Dada la sospecha de epilepsia idiopática en todos los perros, junto con la presentación de convulsiones en racimos recurrentes o estado epiléptico, el fenobarbital se consideró el tratamiento de elección sobre la imepitoína o el levetiracetam (según el Consenso del Grupo de Trabajo Internacional sobre Epilepsia). Sin embargo, se seleccionó levetiracetam en un caso debido a sus efectos secundarios poco frecuentes.
“Durante los eventos paroxísticos, la presencia de fases pre o postictales, alteración de la conciencia y/o signos autonómicos respalda la clasificación del evento como una convulsión, como lo describe el Grupo de Trabajo Internacional de Epilepsia Veterinaria”, indicaron. Sin embargo, en las convulsiones autonómicas focales, las fases pre y postictales no están necesariamente presentes. Asimismo, destacan que solo un perro en la serie de casos exhibió una fase postictal. Debido a la gran variedad de presentaciones, “las convulsiones autonómicas focales deben considerarse en perros que presentan episodios paroxísticos recurrentes de trastornos digestivos que tuvieron estudios digestivos extensos que no lograron identificar una enfermedad causal, y especialmente cuando hay una mala respuesta al tratamiento de la gastroenteritis crónica”.
Esta serie de casos destaca, apuntan, la variedad de manifestaciones clínicas observadas en las convulsiones autonómicas focales en perros. “Los perros con estos signos clínicos suelen ser derivados o llevados a una consulta de medicina interna”. En este sentido, exponen que el diagnóstico suele ser difícil y se basa en una amplia gama de estudios. La presentación clínica, el registro electroencefalográfico (EEG) y la respuesta al tratamiento son esenciales para caracterizar la enfermedad, tras descartar cualquier enfermedad gastrointestinal.
En resumen, según los autores, se debe considerar la posibilidad de convulsiones autonómicas focales en perros que presenten episodios paroxísticos recurrentes de trastornos digestivos, junto con lesiones orgánicas de leves a moderadas, especialmente cuando la respuesta a los tratamientos para la gastroenteritis crónica es deficiente.