La osteopatía canina es cada vez más conocida en el campo de la medicina veterinaria integrativa por su valor terapéutico para mejorar la calidad de vida de los canes. Inspirada en los principios fundacionales de Andrew Taylor Still, esta profesión presta atención a la estructura y función para restaurar mediante técnicas diversas la homeostasis en el cuerpo.
En este artículo, reviso los fundamentos científicos de la osteopatía canina, sus mecanismos neurofisiológicos, y las condiciones clínicas tratadas, junto con la evidencia científica emergente, incluidos estudios recientes en medicina humana con posibles aplicaciones veterinarias.
La osteopatía en animales se basa en el mismo principio que en humanos: la capacidad homeostática del organismo animal para mantener y recuperar la salud; en este sentido, desde la osteopatía se considera la función -léase movimiento, función visceral o neurológica, entre otras- como directa e íntimamente relacionada con la estructura anatómica.
En este sentido, los osteópatas veterinarios aplican una evaluación manual detallada del sistema musculoesquelético y fascial del perro, entre otros, buscando restricciones de movilidad, disfunciones articulares y patrones anormales de tensión que puedan estar interfiriendo con la salud general del animal, así como en condiciones particulares como patologías articulares o locomotoras.
Desde la neurociencia, los efectos de la osteopatía están siendo cada vez mejor comprendidos en todas las especies. Estudios en humanos y en modelos animales han demostrado que las manipulaciones manuales pueden modular el sistema nervioso autónomo (SNA), reducir la expresión de citoquinas inflamatorias y activar circuitos neuronales relacionados con la modulación del dolor.
Estos efectos probados en humanos y en modelos animales como el ratón pueden explicar en parte los beneficios clínicos observados en perros tratados con osteopatía. Asimismo, dentro de la osteopatía se trabaja con centenares de técnicas manuales que abarcan desde el sistema esquelético, miofascial, neurológico o visceral, permitiendo mediante dichas técnicas afectar favorablemente funciones como la propiocepción articular, lo que permite restablecer patrones locomotores normales en animales con alteraciones posturales o neuromusculares.
En esta misma línea, en los últimos años se han reportado cada vez más casos clínicos y evidencia clínica que apunta a que los perros tratados con osteopatía presentan mejor control motor, menos rigidez y un mayor nivel de bienestar general.
La osteopatía canina ha sido aplicada en diversas patologías, incluyendo: displasias de cadera y codo, artrosis, trastornos viscerales (constipación, trastornos digestivos), dolor crónico y disfunción miofascial, hernias discales y protusiones discales.
Un ejemplo clínico común es el de perros mayores con artrosis lumbar o espondilosis, donde las manipulaciones vertebrales suaves, combinadas con liberación miofascial, permiten una mejora en la movilidad, reducción del dolor y mayor tolerancia al ejercicio, consiguiendo una mejora de su calidad de vida sin el uso de sustancia alguna.
Estudios recientes respaldan cada vez más los efectos fisiológicos de las técnicas osteopáticas. Por ejemplo, el trabajo de Degenhardt et al. (2010) encontró reducciones en citoquinas inflamatorias tras manipulaciones osteopáticas en humanos. Licciardone et al. (2012) mostraron efectos similares en ratones, incluyendo mejor movilidad y reducción del edema.
En el campo veterinario, los datos empíricos y estudios de caso reportan mejorías en flexibilidad, patrones de marcha y disminución del dolor en perros tratados osteopáticamente.
Una de las aplicaciones más prometedoras de la osteopatía es en el manejo de hernias y protrusiones discales. En humanos, múltiples estudios han documentado mejorías significativas mediante técnicas osteopáticas como la manipulación de alta velocidad y baja amplitud (HVLA), técnicas de movilización muscular o las aproximaciones craneosacras.
El estudio de Lanaro et al. (2021) evaluó pacientes con hernia de disco lumbar tratados con osteopatía y reportó mejoras significativas en dolor y función motora. Del mismo modo, Monti et al. (2024) realizaron un metaanálisis de manipulaciones vertebrales en pacientes con radiculopatía por hernia discal, concluyendo que la osteopatía puede ser una opción segura y eficaz para reducir dolor y mejorar función neurológica.
En un modelo animal, Allen et al. (2023) encontraron que la manipulación osteopática modulaba la expresión de genes inflamatorios en lesiones vertebrales inducidas en ratas, apoyando el mecanismo antiinflamatorio de esta terapia. Asimismo, el estudio de Degenhardt et al. (2014) exploró la respuesta neuromuscular a manipulaciones HVLA y confirmó su impacto sobre el tono muscular y la funcionalidad segmentaria en pacientes con dolor lumbar.
Estos hallazgos, si bien centrados en humanos y modelos animales, son extrapolables a perros, dada la similitud anatómica y fisiopatológica tratándose de cuadrúpedos. En las últimas décadas, la expansión de la osteopatía en veterinaria en diversos países nos ha reportado resultados más que alentadores en perros con compresión discal, mejorando la movilidad, reduciendo el dolor y evitando en algunos casos intervenciones quirúrgicas.
Experimentar la osteopatía en perros puede transformar profundamente la práctica veterinaria, como ya hemos comprobado muchos profesionales a nivel global. Nos encontramos en un momento clave donde la osteopatía está ganando terreno en la salud animal, ofreciendo una excelente oportunidad para quienes deseen iniciar su camino en esta disciplina.
La formación como osteópata animal en una institución del prestigio de London College of Animal Osteopathy (LCAO) proporciona a los veterinarios la posibilidad de adquirir nuevos conocimientos. Esto les permite ofrecer un enfoque de tratamiento alternativo y suave a sus clientes, abordando una amplia variedad de disfunciones musculoesqueléticas en perros.
Además, se abre la puerta para expandir los servicios a clientes en clínicas veterinarias. La osteopatía canina representa una herramienta terapéutica prometedora dentro de la medicina integrativa. Su acción sobre el sistema musculoesquelético, el sistema nervioso y la respuesta inflamatoria la convierten en una opción valiosa para mejorar la movilidad, reducir el dolor y promover la homeostasis corporal en perros.
Si bien se requiere más investigación clínica específica en caninos, la extrapolación de estudios humanos y modelos animales provee una base científica razonable para su aplicación.