Los parásitos de Leishmania se transmiten entre hospedadores durante el proceso de alimentación de sangre por flebótomos hembra infectados, que actúan como vectores biológicos. Leishmania infantum es responsable de la leishmaniasis zoonótica en la región mediterránea, donde un número cada vez mayor de especies de mamíferos se están implicando como hospedadores potenciales, formando una red de transmisión cooperativa alrededor de los principales reservorios, perros domésticos y conejos salvajes. Según esto, los vectores de L. infantum son altamente oportunistas en su comportamiento alimentario.
Las preferencias de alimentación y hospedador juegan un papel clave en la determinación de qué mamíferos pueden contribuir a la transmisión de L. infantum. Numerosos estudios realizados en focos de leishmaniasis mediterráneos han demostrado que P. perniciosus, principal vector de L. infantum, presenta hábitos alimentarios oportunistas, ingiriendo sangre de diversas fuentes, como perros, humanos, conejos, gatos, ganado vacuno, cabras, ovejas, pollos, caballos, burros, pavos, cerdos y otros animales. Algunos de estos estudios establecieron que un porcentaje significativo de las comidas de sangre de flebótomos provienen del ganado. Sin embargo, sigue habiendo un déficit de evidencia clínica sobre la probabilidad de infección en estos animales, y se ha prestado poca atención al ganado y al papel que puede desempeñar en la transmisión de la leishmaniasis. Algunas publicaciones han mostrado tasas de detección positivas para L. infantum en ovejas, cabras y ganado asintomático. Se debería planificar una encuesta exhaustiva sobre el posible papel de estos animales en la epidemiología y la dinámica de transmisión de la leishmaniasis en las áreas mediterráneas.
El objetivo de un estudio elaborado por Joaquina Martín-Sánchez, Andrés Torres-Llamas, Victoriano Díaz-Sáez, Francisco Morillas-Márquez, Patricia Ibáñez-De Haro y Manuel Morales-Yuste, de la Universidad de Granada, y María Ángeles Trujillos Pérez, Francisca L. de Torres y Antonio Ortiz¸ de la Junta de Andalucía, fue evaluar la presencia de anticuerpos contra Leishmania en bovinos, ovinos, caprinos y porcinos de una zona endémica de leishmaniasis canina y humana. Esta investigación constituye un paso preliminar para verificar el posible papel del ganado en la epidemiología de la leishmaniasis por L. infantum.
El trabajo se realizó en Granada y se examinaron un total de 864 muestras de suero de ovejas, cabras, bovinos y cerdos clínicamente sanos mediante una prueba de anticuerpos de fluorescencia indirecta, utilizando un título de corte de 1/80 para minimizar las reacciones cruzadas. En la zona de estudio, la tasa de positividad en hombres fue del 4,1 % (5/122) y del 12,2 % (87/712) en mujeres. Se observó una diferencia significativa en la positividad según el sexo.
Por otro lado, respecto al estudio en los animales, la seroprevalencia global fue del 10,8 %: 21,6 % bovinos, 15,4 % ovejas, 7,3 % cabras y 0,6 % cerdos.
La edad media fue de 75,2 meses para el ganado vacuno, de 60,4 meses para las ovejas y de 39,3 meses (para las cabras. No se dispuso de datos sobre la edad de los cerdos, aunque todos eran mayores de 6 meses. Se observó una asociación positiva estadísticamente significativa entre la positividad de la prueba y el aumento de la edad en todas las especies.
Se observaron diferencias estadísticamente significativas en la detección positiva entre especies y regiones naturales.
Las altas reacciones positivas en bovinos, caprinos y ovinos sugieren exposición del ganado a especies de Leishmania y una posible infección asintomática. La presencia de ganado en biotopos “podría promover un efecto de dilución, reduciendo la incidencia de leishmaniasis en humanos”.
Si bien el ganado juega un papel importante en la atracción y el mantenimiento de las poblaciones de flebótomos, su papel en la red epidemiológica de L. infantum sigue sin estar claro. En general, pocos estudios se han centrado en evaluar el papel del ganado en la epidemiología del género Leishmania, y la mayoría aborda las preferencias alimentarias de los flebótomos. “Este estudio confirma que el ganado, los pequeños rumiantes y los cerdos sirven como fuentes de sangre para los flebótomos, en particular P. perniciosus”.
Por ello, ha sentenciado que, en las zonas endémicas del sur de España, se ha observado una alta frecuencia de ganado con reacciones positivas a L. infantum entre bovinos, caprinos y ovinos, lo que sugiere la posibilidad de infecciones asintomáticas. La presencia de ganado podría contribuir a un efecto de diversidad en la enfermedad humana. No obstante, consideran que “se requieren más investigaciones para confirmar el papel de estos animales en el mantenimiento y la transmisión de la leishmaniasis”. Esta investigación requerirá el uso de herramientas diagnósticas que discriminen entre posibles agentes infecciosos.