Clásicamente, el virus de la lengua azul (BTV, por sus siglas en inglés) se considera un patógeno no contagioso transmitido por vectores del género Orbivirus dentro de la familia Sedoreoviridae (anteriormente Reoviridae ). Se transmite principalmente por mosquitos picadores Culicoides (Diptera, Ceratopogonidae) y desde hace tiempo se reconoce como una causa importante de morbilidad y mortalidad en rumiantes domésticos y salvajes. Como resultado, el BTV se reconoce como un patógeno económicamente importante en el sector ganadero y es una enfermedad de declaración obligatoria en la WOAH.
Los informes indican que el virus de la lengua azul se ha detectado en varios continentes, incluyendo África, Oriente Medio, Australia, el Pacífico Sur, América y Asia. El virus presenta una amplia distribución geográfica, y algunas regiones podrían albergar el patógeno sin manifestar brotes clínicos.
Hasta la fecha, se han caracterizado al menos treinta y seis serotipos de BTV, algunos de ellos etiquetados como cepas atípicas. Aunque los serotipos de BTV difieren en virulencia y gravedad clínica, la lesión vascular sigue siendo un hallazgo patológico clave en infecciones de BTV más agresivas. Hasta la fecha, se acepta que la infección de BTV a través de mosquitos Culicoides se inicia con la replicación en los ganglios linfáticos regionales antes de la diseminación sistémica a través de células mononucleares infectadas, propagándose posteriormente a las células endoteliales donde las proteínas no estructurales virales desencadenan cascadas inflamatorias y apoptosis, lo que lleva a la patología vascular.
Aunque las infecciones por BTV se han asociado clásicamente con rumiantes, la evidencia emergente indica que las especies no rumiantes, en concreto los perros, también son susceptibles a la infección. Históricamente, los perros no se han considerado un huésped primario del BTV, aunque algunos informes iniciales describieron la infección por BTV mediante la inoculación accidental con una vacuna canina viva atenuada contaminada en EE. UU. Sin embargo, la evidencia emergente indica que los cánidos, tanto domésticos como salvajes, pueden infectarse a través de diferentes vías de transmisión, y se ha sugerido que pueden interferir con el patrón de propagación de la enfermedad.
La propagación del virus de la lengua azul surge de la intersección de las actividades humanas, el cambio climático y la dinámica ecológica. El desplazamiento de ganado introduce el virus de la lengua azul en nuevos territorios, mientras que los cambios climáticos amplían las áreas de distribución y los hábitats de reproducción del vector Culicoides. Los cambios en las temperaturas y los patrones de precipitación alteran la distribución del vector, creando nuevas tendencias de transmisión para este virus. Una vigilancia exhaustiva que integre el desplazamiento de los animales, la ecología del vector y los datos climáticos es crucial para predecir y gestionar la transmisión del virus de la lengua azul.
Informes recientes han documentado infecciones por BTV en perras preñadas en Portugal, particularmente en áreas rurales, poco después de que se informara sobre brotes de BTV en ovejas.
Notablemente, los datos epidemiológicos revelan que la mayoría de las infecciones por BTV que ocurren naturalmente en perros afectan desproporcionadamente a hembras preñadas y a menudo tienen un desenlace fatal. Esta marcada susceptibilidad del estado relacionada con la reproducción sugiere un tropismo potencial del virus por el útero preñado en caninos, similar al observado en otras especies.
A pesar de estos riesgos potenciales, la comunidad veterinaria reproductiva sigue siendo en gran medida inconsciente del BTV como un diagnóstico diferencial en complicaciones obstétricas caninas, incluso en regiones donde la enfermedad inducida por el virus ya ha sido notificada.
Basada en el conocimiento adquirido en animales de granja, una revisión realizada por veterinarios en Portugal busca consolidar la evidencia científica actual sobre las infecciones por el virus de la lengua azul en carnívoros silvestres y perros, con especial énfasis en las perras gestantes que experimentan emergencias obstétricas o desenlaces fatales. Mediante una evaluación crítica de los datos disponibles sobre epidemiología, dinámica de transmisión vectorial, presentaciones clínicas y limitaciones diagnósticas, este análisis destaca las principales lagunas de conocimiento y propone futuras líneas de investigación para mejorar la comprensión de este aspecto epidemiológico de la infección por BTV, que suele pasarse por alto. Es esencial fortalecer la vigilancia y la investigación sobre la dinámica de transmisión entre especies, especialmente en entornos donde coexisten perros, ganado y vectores competentes.
Los autores comienzan revisando el panorama general del contexto epidemiológico del virus de la lengua azul, indicando que estos circulan en diferentes regiones del mundo. Hasta la fecha, “el virus de la lengua azul se ha detectado en todos los continentes excepto en la Antártida”. Durante la última década, los continentes africano y europeo han exhibido la mayor diversidad de serotipos del virus de la lengua azul.
Sobre la transmisión, proponen que aunque los mosquitos Culicoides son los principales vectores del virus de la lengua azul, estudios han demostrado que las garrapatas pueden infectarse con el serotipo 8 del virus de la lengua azul, con evidencia de paso transestadial en garrapatas duras y paso transovárico en garrapatas blandas, lo que sugiere que pueden servir como vectores alternativos para la enfermedad.
En el caso de los perros domésticos, los linces europeos y, potencialmente, otros carnívoros, la ingestión de tejidos placentarios infectados, fetos abortados o carne cruda contaminada se ha implicado como la ruta putativa en casos esporádicos de infección por BTV. Esta ruta, según los autores, puede ser particularmente relevante en entornos donde las prácticas de manejo rural, como los perros pastores que se alimentan de tejidos placentarios crudos después de los partos, podrían exponer inadvertidamente a los caninos a altas cargas virales, creando una vía plausible para las emergencias asociadas al BTV. Sin embargo, esta no es la única ruta de infección en estos animales. “Algunos estudios sugieren la participación de insectos vectores como una ruta infecciosa alternativa para el BTV en perros”, añaden.
Las infecciones de perros y carnívoros salvajes con BTV se documentan cada vez más a partir de casos inducidos experimentalmente y espontáneos, que a menudo se presentan con síndromes clínicos distintos en comparación con los rumiantes (infectados naturalmente).
Por otro lado, los perros y los carnívoros salvajes pueden servir como especies centinela para la circulación del virus de la lengua azul, particularmente en regiones con vigilancia limitada en poblaciones de rumiantes, y se debe considerar un monitoreo mejorado. Los carnívoros se consideran huéspedes finales para el BTV, ya que la infección oral se consideró la ruta de infección más relevante para estas especies; sin embargo, con la creciente evidencia de que las rutas de transmisión vectorial y transplacentaria también pueden ser una posibilidad, “el papel de los carnívoros virémicos en la epidemiología del BTV debe evaluarse cuidadosamente”.
En este sentido, han resaltado brechas de conocimiento, considerando que “quizás lo más crítico es que la dinámica de transmisión que involucra a los carnívoros permanece en gran parte indefinida”. Explican que la cuestión fundamental de si los carnívoros funcionan como hospedadores amplificadores capaces de contribuir a la circulación del virus de la lengua azul o si simplemente representan hospedadores terminales no se ha abordado de forma concluyente. Aún no se ha demostrado la evidencia de la transmisión directa entre carnívoros, y “es necesario aclarar la importancia relativa de las vías de transmisión vectorial frente a la oral en la infección por carnívoros, así como descubrir su posible contribución a los mecanismos de hibernación”.
Además, la relación entre los vectores de Culicoides y los hospedadores carnívoros constituye otro aspecto poco comprendido de la epidemiología del virus de la lengua azul.
Por ello, han advertido que las evaluaciones tradicionales de riesgo del virus de la lengua azul se centran principalmente en los rumiantes como reservorios virales reconocidos, ignorando el posible papel de los carnívoros, a pesar del aumento de los informes de infecciones por este virus en perros domésticos y otros carnívoros. “Esta deficiencia es especialmente relevante en sistemas agrícolas mixtos y en las interfaces con la fauna silvestre, donde la dinámica depredador-presa podría facilitar la propagación del virus”. Los marcos actuales no consideran adecuadamente a los carnívoros en los ciclos de mantenimiento y transmisión viral, lo que representa un “punto ciego crítico en la epidemiología integral del virus de la lengua azul”.
En cuanto a la detección del virus, indican que las infecciones en carnívoros son poco frecuentes y están poco documentadas, lo que a menudo provoca un diagnóstico tardío o erróneo. “La inespecificidad de los signos clínicos, la escasa concienciación entre los veterinarios y la ausencia de protocolos de diagnóstico establecidos para especies no rumiantes dificultan aún más la identificación oportuna de los casos”.
La infección por BTV en perros presenta manifestaciones clínicas variables, con impactos particularmente significativos en hembras preñadas. Los síntomas iniciales incluyen signos inespecíficos como letargo, debilidad y disminución del apetito. “Existe una predisposición particular para que BTV cause enfermedad en carnívoras preñadas, con complicaciones del embarazo prominentes, que a menudo involucran aborto y flujo vaginal”, matizan.
Dada la movilidad de los perros con dueño (de pastor o de compañía), los perros callejeros y los carnívoros salvajes entre regiones geográficas, “las futuras evaluaciones de riesgos deberían considerar su posible papel en el mantenimiento y la propagación del virus”.
Por último, la revisión concluye que la evidencia emergente de infecciones por el virus de la lengua azul en perros desafía la suposición tradicional de que el virus de la lengua azul se limita estrictamente a los rumiantes. Si bien los perros no son huéspedes primarios, “sus infecciones documentadas resaltan posibles vías de transmisión alternativas y la necesidad de vigilancia en el monitoreo de la enfermedad”. De este modo, consideran que los veterinarios deben mantenerse alerta ante presentaciones atípicas de enfermedades transmitidas por vectores conocidas en animales de compañía, particularmente en regiones con circulación activa del virus de la lengua azul.