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La última revisión sobre gingivoestomatitis crónica felina destaca el papel del microbioma en su desarrollo

La última revisión sobre gingivoestomatitis crónica felina destaca el papel del microbioma en su desarrollo

Destacan que, aunque la etiología específica sigue siendo desconocida, los factores implicados sugieren disbiosis del microbioma oral y presencia de agentes infecciosos
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La gingivoestomatitis crónica felina es una enfermedad compleja de etiología desconocida.

La gingivoestomatitis crónica felina (GECF) es una enfermedad que afecta la mucosa oral de los gatos. Un gato con esta afección desarrolla lesiones inflamatorias generalizadas en la cavidad oral, incluyendo los pliegues que rodean el palatogloso.

 

Se han identificado dos fenotipos clínicos de la GECF: ulcerativo y proliferativo, y algunos gatos pueden presentar ambas manifestaciones clínicas simultáneamente. Estas lesiones se asocian con disminución o ausencia de apetito, falta de acicalamiento, socialización reducida o nula y pérdida de peso. La falta de recursos o la respuesta insuficiente al tratamiento a menudo conducen a la eutanasia de los gatos con GECF. 

 

Las patologías dentales son comunes en los gatos y pueden afectar significativamente su salud y bienestar, ya que pueden experimentar dolor dental y orofacial similar al de los humanos. Los dientes de los gatos están altamente inervados, irrigados por ramas de los nervios maxilar y mandibular. Detectar el dolor en gatos presenta un desafío único, ya que los cambios de comportamiento suelen ser sutiles. Los signos fisiológicos del dolor agudo incluyen la activación del sistema simpático suprarrenal, que puede manifestarse como aumento de la presión arterial, aumento de la frecuencia cardiaca y vasoconstricción periférica, evidenciada por membranas mucosas pálidas y, en ocasiones, un leucograma de estrés. 

 

Muchos gatos tienden a esconderse cuando sienten dolor, pueden entrecerrar los ojos, negarse a moverse o cambiar de posición, y aunque la vocalización es poco común, algunos gatos pueden mostrar comportamientos protectores sobre la zona afectada, como lamerse o masticar el lugar del dolor. Sin embargo, ninguno de estos signos es específico del dolor, y aunque existen escalas adaptadas de la medicina humana a la medicina veterinaria, no existe una única medida fiable y objetiva del dolor. Se han documentado pocas correlaciones entre las impresiones subjetivas y los índices reales de laboratorio de estrés inducido por dolor en gatos. Además, debido a su naturaleza de presa y depredador, los gatos a menudo no muestran signos obvios de dolor o malestar asociados con enfermedades dentales. 

 

Gingivoestomatitis crónica felina y el microbioma 

 

Por otro lado, también es una enfermedad compleja de etiología desconocida. Si bien se han atribuido múltiples causas, desde infecciosas hasta ambientales, ninguna se ha comprobado definitivamente. Esto contribuye a la confusión entre los veterinarios respecto al diagnóstico y tratamiento oportunos, lo que a su vez expone a los dueños de gatos a altos costes económicos sin necesariamente resolver el problema. 

 

A pesar de afectar hasta un 26 % de los gatos domésticos, debido a la falta de causalidad establecida para la enfermedad, hay pocos estudios relacionados con los factores de riesgo para la presentación de gingivoestomatitis crónica felina. Por lo tanto, investigadores colombianos realizaron una revisión con el objetivo de recopilar y analizar sistemáticamente la evidencia disponible de estudios que han explorado los factores asociados con esta importante enfermedad.

 

Una frecuencia global de gingivoestomatitis crónica felina del 10,9 %

 

Un total de 17 artículos cumplieron con los criterios de inclusión definitivos. Los artículos relevantes informaron una frecuencia global de la GECF del 10,9 % (747/6881 gatos). Seis estudios informaron la exploración de factores inherentes al gato (p. ej., edad, sexo, estado reproductivo); dos informaron la búsqueda de factores relacionados con el entorno, la alimentación y el manejo de los gatos (p. ej., tipo de confinamiento, número de gatos en el hogar, estado de vacunación) y 15 informaron el análisis de factores relacionados con agentes infecciosos (p. ej., calicivirus felino [FCV], virus de la leucemia felina [FeLV], herpesvirus felino tipo 1 [FHV-1], especies de Bartonella, subespecie de Pasteurella multocida multocida) y el perfil del microbioma.

 

Entre las conclusiones de la revisión, los autores destacan que, aunque la etiología específica sigue siendo desconocida, los factores implicados en la enfermedad sugieren que la disbiosis del microbioma oral y la presencia de agentes infecciosos como Fusobacterium nucleatumPorphyromonas spp. y P multocida, así como FCV y FHV-1, desempeñan un papel crucial en su patogénesis. 

 

Además, los factores que involucran el estado inmunológico del gato, incluida la coinfección con el virus de la inmunodeficiencia felina y FeLV, se han asociado con un mayor riesgo de desarrollar GEF. 

 

“La disbiosis microbiana y la alteración de las respuestas inmunes locales y sistémicas emergen como elementos clave que perpetúan la inflamación crónica”, indican. Sin embargo, añaden que la relación con factores no infecciosos debe considerarse para comprender el origen complejo de la enfermedad.

 

Así, concluyen que “se requiere mayor investigación para comprender a fondo los elementos vinculados al desarrollo de la gingivoestomatitis crónica felina”. Esto incluye profundizar en los nuevos desencadenantes de estrés específicos de los gatos domésticos, en particular en comparación con las prácticas de cuidado canino.

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