El cambio climático juega un papel fundamental como factor de riesgo importante para la aparición y resurgimiento de infecciones humanas. Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), los escenarios climáticos previstos incluyen olas de calor frecuentes, fuertes lluvias y sequías ecológicas. Estas condiciones han expandido geográficamente el rango de vectores permisivos, aumentando así la propagación potencial de una variedad de enfermedades infecciosas, incluidas las enfermedades transmitidas por vectores (ETV), y entre ellas, los llamados arbovirus (virus transmitidos por artrópodos). Las ETV requieren que los vectores se establezcan en nichos ecológicos favorables para su reproducción.
El cambio climático y el impacto humano sobre la biodiversidad conducen a cambios importantes en la circulación de vectores que encuentran condiciones favorables para establecer nuevos nichos ecológicos en territorios considerados no endémicos. Muchas de estas enfermedades han circulado históricamente en áreas tropicales y subtropicales. Uno de los cambios climáticos más conocidos que se está produciendo en Europa es la tropicalización de climas templados que conduce a la presencia de especies animales tropicales en otras áreas macroclimáticas.
El último informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) expresó preocupación por el aumento constante de las temperaturas en Europa. El verano de 2024 fue el más caluroso jamás registrado en Europa, con una temperatura media 1,54° superior a la media de 1991-2020. Los patógenos prosperan dentro de rangos de temperatura específicos, y las temperaturas más altas aceleran su desarrollo dentro de los vectores. Por ejemplo, en los últimos 10 años, los climas más suaves han facilitado la migración de los mosquitos Aedes (los principales vectores de los virus del dengue, Zika y Chikungunya) hacia el norte, lo que ha provocado que el mosquito A. albopictus se establezca en 13 países y 337 regiones europeas. Aunque la evidencia de una relación entre el cambio climático, los patrones meteorológicos y la transmisión de enfermedades vectoriales está aumentando, los modelos predictivos futuros deben estandarizarse, especialmente en relación con la variabilidad climática en diferentes regiones y la complejidad de los modos de transmisión.
La reaparición de las enfermedades transmitidas por virus es el resultado de una interacción compleja entre diversos determinantes, entre los que se incluyen las características biológicas de los virus, el ciclo de transmisión y la interacción con los reservorios animales, los cambios climáticos y microclimáticos y la influencia humana en los ecosistemas. Por ejemplo, los reservorios animales, como los mamíferos, las aves y los reptiles, actúan como reservorios naturales de patógenos y sus movimientos permiten la propagación de enfermedades. Por ejemplo, la migración de las aves ha tenido un impacto importante en la transmisión autóctona del VNO en los humedales de Europa.
Esto representa un problema de salud urgente que necesita un enfoque integrado de “Una Salud”. Combinado con una población humana altamente móvil que viaja hacia y desde regiones de alto riesgo fuera de Europa por negocios, entretenimiento, política y guerra, esto puede favorecer la diseminación de enfermedades y aumentar el riesgo de nuevas pandemias.
El objetivo de una revisión realizada en Italia es resumir qué infecciones virales se han documentado en humanos o en animales transmitidas por vectores ya establecidos en Europa o por vectores introducidos en Europa tras los impactos del cambio climático en los ecosistemas, junto con la evaluación de las infecciones arbovirales transmitidas por vectores todavía no presentes en Europa, responsables sólo de infecciones importadas.
El trabajo se ha centrado únicamente en las epidemias de arbovirus en los países europeos y no ha considerado una amplia gama de arbovirus que ya son endémicos en Europa, como el virus del Nilo Occidental y el virus Usutu, incluso si tienen un alto impacto en la salud pública.
Por lo tanto, las referencias para esta revisión se identificaron mediante búsquedas on line utilizando la siguiente combinación de términos: “Fiebre de Chikungunya” O “Fiebre del Virus Zika” O “Fiebre Amarilla” O “Virus de la Encefalitis Japonesa” O “Virus O'nyong'nyong” O “Fiebre Hemorrágica de Crimea-Congo” O “Fiebre de Oropouche”.
De forma general, descubrieron que tanto los virus transmitidos por artrópodos o por garrapatas, como la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, como los arbovirus transmitidos por mosquitos, como el dengue, el chikungunya, el zika y la encefalitis japonesa, “han ampliado su distribución debido al aumento de las temperaturas, los cambios en las precipitaciones y la mayor movilidad humana”.
Las enfermedades transmitidas por vectores (ETV), como las especies Aedes albopictus y Culex, que están establecidas de forma permanente en Europa, representan, explican, un creciente desafío para la salud pública en el continente. Estos mosquitos, ampliamente distribuidos en Europa, son capaces de transmitir una variedad de arbovirus a humanos y animales. Además, la aparición de patologías con transmisión activa y casos autóctonos resalta la compleja interacción entre las condiciones ambientales, la biología del vector y la adaptación viral. Por lo tanto, consideran que “comprender la distribución y la dinámica de estos vectores, junto con el contexto epidemiológico de las enfermedades que propagan, es crucial para una evaluación eficaz de los riesgos y la implementación de medidas de prevención y control específicas”.
La revisión ha explorado la situación de distintas enfermedades transmitidas por mosquitos, como el virus chikungunya, el dengue, el Zika, o el virus de la encefalitis japonesa.
Por ejemplo, en el caso del dengue, indican el trabajo que, aunque el dengue no es endémico en la Región Europea de la OMS, se han notificado casos autóctonos esporádicos y brotes desde 2010 en Croacia, Francia, Italia, Portugal (Madeira) y España, principalmente debidos al genotipo 1.
“En Europa, los casos de transmisión local han aumentado, con más de 300 casos autóctonos notificados en 2024, incluidos 213 (82 durante 2023) en Italia, 85 (45 durante 2023) en Francia y 8 (3 durante 2023) en España”, añaden. Asimismo, alertan de que “se espera que el cambio climático amplíe el rango geográfico de los vectores del dengue, aumentando la probabilidad de brotes en regiones templadas”.
En caso de enfermedades transmitidas por garrapatas, destaca la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo. La enfermedad se propaga típicamente a través de las picaduras de garrapatas del género Hyalomma. Estas garrapatas están ampliamente distribuidas por el sur y el este de Europa.
En octubre de 2023, apuntan, se informó de la presencia de H. marginatum en España, el sur de Francia, Italia, Suiza, la región de los Balcanes, los países ribereños del mar Negro y los países africanos a lo largo de la costa sur del Mediterráneo. Además, la especie se ha introducido en Alemania, Bélgica, Austria, el Reino Unido, Noruega, Suecia y Finlandia.
En el período comprendido entre 2013 y 2024, se notificaron 63 casos de fiebre hemorrágica de Crimea-Congo en Europa (una media de 5,7 casos al año), incluidos casos autóctonos en Bulgaria (51, incluidas cinco muertes) y España (6, incluidas seis muertes) y casos importados en el Reino Unido (1) y Grecia (1), ambos procedentes de Bulgaria.
La prevención se basa principalmente en la reducción del contacto con garrapatas y el uso de ropa protectora y repelentes, así como en prácticas de bioseguridad en áreas endémicas y entre los trabajadores de la salud expuestos a pacientes infectados. Las estrategias de prevención efectivas para la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo incluyen “la mejora de las pruebas inmunológicas para los animales y la cuarentena, protocolos de vigilancia precisos e identificación y aislamiento tempranos junto con políticas de salud pública eficientes”.
El riesgo de introducción de enfermedades en Europa se ve acentuado por la presencia de mosquitos vectores competentes, incluso en ausencia de transmisión autóctona en humanos o animales. Aedes aegypti, un vector primario para varios arbovirus, ha demostrado la capacidad de establecerse en partes de Europa en condiciones ambientales favorables. Si bien no se ha informado de transmisión local para ciertas patologías, la presencia de esta especie de mosquito crea un potencial de brotes si los virus introducidos encuentran huéspedes adecuados y condiciones ecológicas.
Las enfermedades recogidas en este apartado son el virus del Valle del Rift y el virus de la fiebre amarilla. Sobre el primero, explican, entre otras cosas, que “onsiderando todas las vías de transmisión y su contagiosidad, la fiebre del Valle del Rift tiene el potencial de propagarse fácilmente a otros países alcanzando niveles epidémicos, y por estas razones, se define como una enfermedad animal transfronteriza”.
Sobre la fiebre amarilla, matizan que, entre los vectores, Ae. aegypti es el vector más eficaz para la fiebre amarilla, y es responsable de grandes epidemias en ciudades tropicales, donde es ubicua. “Este culícido no está establecido en el área continental de la Unión Europea y, por lo tanto, el riesgo de transmisión autóctona a partir de casos relacionados con viajes es bajo”. Sin embargo, se ha propuesto que Ae. albopictus, ampliamente distribuido en las partes mediterráneas de la UE, “tiene el potencial de transmitir el virus de la fiebre amarilla, como se ha demostrado experimentalmente”.
Ante esta información, han escrito que al enfatizar la importancia de la salud humana, animal y ambiental interconectada, las estrategias integradas de Una Salud “son cruciales para abordar esta cuestión compleja”. Europa enfrenta un mayor riesgo debido a la expansión de los hábitats de los organismos portadores de enfermedades, la propagación de nuevas especies como el Aedes albopictus desde 2013 y el mayor movimiento de personas infectadas entre países, lo que lleva a los países europeos a “implementar estrategias como sistemas de vigilancia mejorados, campañas de concienciación pública y estrategias de respuesta rápida a los brotes”.
Por lo tanto, “es importante contar con estrategias integradas que combinen modelos climáticos, vigilancia de enfermedades e intervenciones de salud pública para abordar los cambios esperados en los patrones de enfermedades debido a los cambios globales”.
En conclusión, “nuestra revisión puede tener algunas implicaciones importantes para la comunidad, en particular para abordar el riesgo creciente de enfermedades transmitidas por vectores en Europa”. Los programas de vigilancia integrados y las medidas de control proactivas “podrían beneficiar a las comunidades al prevenir brotes y garantizar que las autoridades sanitarias estén mejor preparadas para responder rápidamente a las amenazas emergentes”.