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Los abrevaderos son puntos de riesgo para tuberculosis o peste porcina africana
EDICIÓN

Los abrevaderos son puntos de riesgo para tuberculosis o peste porcina africana

Científicos españoles han estudiado como mejorar la bioseguridad en explotaciones de ganadería extensiva
jabali abrevadero
Los resultados pusieron de manifiesto los riesgos sanitarios de los puntos de agua.

La bioseguridad frente a fauna silvestre, entendida como la reducción de los riesgos de interacción en la interfaz doméstico-silvestre, resulta una herramienta esencial para el control de estas enfermedades. Sin embargo, los sistemas de producción extensivos carecían de protocolos detallados, específicos y sistemáticos para evaluar su bioseguridad frente a la fauna silvestre, así como para implementar y evaluar acciones para reducir sus interacciones y, por tanto, prevenir la aparición de enfermedades compartidas.


En este aspecto, científicos del IREC, de las Universidades de Córdoba y de León, y del Centro de Vigilancia Sanitaria Veterinaria (Visavet) de la Universidad Complutense de Madrid, con ayuda de colaboradores del sector y administraciones, han estudiado cómo caracterizar y mejorar la bioseguridad frente a los ungulados silvestres a través de un protocolo de trabajo común y sistemático en explotaciones extensivas en las dehesas Mediterráneas.


Para controlar la transmisión de enfermedades compartidas relevantes, como la tuberculosis animal (TB) en ecosistemas Mediterráneos o la peste porcina africana (PPA) en Europa Oriental y Central, es fundamental reducir el riesgo de interacción entre el ganado y los ungulados silvestres. La situación actual de la TB y la propagación del virus de la PPA hacia zonas más occidentales están mermando los sectores bovino y porcino en las regiones afectadas, y amenazan seriamente a otros países involucrados en relaciones comerciales con dichas regiones.


En esta línea de investigación, desarrollada en España desde 2015, se evaluó el riesgo de interacción entre los ungulados silvestres y el ganado en 100 explotaciones extensivas (55 bovinas y 45 porcinas) para proponer acciones relacionadas con la bioseguridad. Para ello, se desarrolló un protocolo sistemático de mitigación de riesgo, específico para cada ganadería.


PROTOCOLO EN 3 FASES


El protocolo consta de tres fases. La fase 1 consiste en la recopilación de información general y potenciales puntos o acciones de riesgo. Incluye tanto los datos recopilados antes de visitar la explotación (aportados por las Administraciones responsables), como los recopilados durante la visita (se realiza una encuesta epidemiológica y una auditoría de campo de cada riesgo potencial identificado en la encuesta).


Entre los primeros se encuentran el tamaño de la explotación, perímetro, usos del suelo, especies ganaderas presentes y sus censos, estatus sanitario de las mismas, movimientos de entrada y salida de animales, etc. Entre los segundos, información más precisa sobre la distribución, manejo y/o gestión del ganado, la fauna silvestre, el alimento, el agua y las instalaciones.


Toda esta información se utiliza para preparar un plan de acción específico para la explotación (fase 2), el programa de bioseguridad, en el que se enumeran y clasifican los riesgos y se proponen acciones de mitigación (prioritarias y alternativas) para reducir la exposición en cada punto de riesgo. Por último, los planes de acción se entregan a los ganaderos y, al año siguiente, las acciones propuestas se auditan de nuevo para evaluar la aceptación de los planes (fase 3).


Los resultados de estos trabajos mostraron que la mayoría de los puntos de riesgo de interacción (>80 %) estaban asociados a abrevaderos para los animales, principalmente manantiales y charcas, sobre todo las de diámetro inferior a 20 metros. Estos puntos supusieron casi la totalidad de los puntos con valoración de riesgo alta o muy alta en una escala 1-5.


COSTES DE LAS MEJORAS


El riesgo de interacción en los puntos de alimentación y los asociados a instalaciones para la gestión del ganado y/o la caza (<10 % cada uno) fueron calificados como de riesgo bajo y muy bajo, respectivamente. Los ungulados silvestres presentes, por su parte, se cazaban y alimentaban de forma suplementaria en más del 50% de los territorios de las explotaciones encuestadas. En promedio, se identificaron 16,0 (rango: 4-43) y 18,5 (rango: 4-56) puntos de riesgo por ganadería bovina y porcina, respectivamente.


Las acciones de mitigación de riesgos se clasificaron para atajar las oportunidades de acceso al agua en los abrevaderos, la alimentación, el contacto con las demás especies de ganado, el pastoreo, la fauna silvestre y la eliminación de SANDACH (subproductos animales no destinados a consumo humano). La mayor parte se identificaron como acciones prioritarias, mientras que una minoría representaban alternativas menos rentables.


El coste medio estimado de la aplicación de las acciones prioritarias propuestas en cada ganadería bovina fue de 11.683 €/explotación, 30,9 €/hectárea y 657,3 €/punto de riesgo. En cada ganadería porcina, en cambio, el coste medio estimado de las acciones prioritarias fue de 14.780 €/explotación, 25,7 €/hectárea y 799,4 €/punto de riesgo.


Estos estudios representan un avance práctico clave hacia la gestión sanitaria preventiva e integradora de la interfaz doméstico-silvestre en entornos Mediterráneos. Son los primeros en utilizar un protocolo sistemático para evaluar los riesgos de interacción en explotaciones extensivas en Europa, y desde nuestro conocimiento, los únicos con respecto a la producción porcina al aire libre a nivel mundial.


Los resultados pusieron de manifiesto los riesgos sanitarios de los puntos de agua, así como la dificultad que existe para gestionarlos. Se transmitió a los ganaderos, además, la necesidad de poner fin a la doble explotación simultánea del territorio (caza mayor/ganadería extensiva), pues genera un conflicto de intereses con las consecuencias sanitarias.


Este protocolo tiene la capacidad de definir cualquier característica epidemiológica relevante en las explotaciones, su gestión y riesgos, permitiendo crear planes de acción individuales a nivel de explotación/punto específico de riesgo. Además, permite clasificar la prioridad de las acciones de mitigación en función de su viabilidad y eficacia esperada, lo que facilita el ahorro de recursos y esfuerzo.


IMPLANTACIÓN EN OTROS ECOSISTEMAS


El seguimiento y la verificación de las acciones propuestas resultó útil para evaluar la aceptabilidad por parte de los ganaderos desde el punto de vista práctico, funcional y económico. Por último, "aunque el protocolo se centra en la TB en entornos Mediterráneos, el enfoque puede adaptarse y extrapolarse a otras especies domésticas, enfermedades y ecosistemas. Es más, la flexibilidad del protocolo facilita su perfeccionamiento y/o adaptación para fines profesionales, por lo que puede ser aplicado por técnicos del sector tras recibir formación adecuada", añaden los autores. .


La calidad y la utilidad de la información derivada del protocolo "mejoraría significativamente con sesiones de formación específicas para los agentes implicados (colectivo ganadero, veterinario y administraciones) y con la estandarización y normalización de la recogida de datos", explican. Una correcta estandarización de los datos recogidos por los diferentes auditores será determinante para la toma de decisiones a escala local, regional e, incluso, nacional.


En este sentido, en noviembre de 2021, diversos investigadores y especialistas de diferentes instituciones impartieron unas jornadas formativas siguiendo la metodología descrita, financiadas por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, para los Servicios Veterinarios Oficiales en materia de “Bioseguridad aplicada a explotaciones ganaderas extensivas en comarcas de especial riesgo en el marco del Real Decreto 138/2020”, "que tuvo un excelente resultado según las encuestas de valoración".

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