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Un estudio con implicaciones para la industria avícola: ¿Cómo afecta el estrés térmico al metabolismo de las grasas en pollos?

Un estudio con implicaciones para la industria avícola: ¿Cómo afecta el estrés térmico al metabolismo de las grasas en pollos?

Los hallazgos de un estudio sugieren nuevas estrategias para mitigar las pérdidas relacionadas con el estrés térmico en la producción avícola en un contexto de calentamiento global
Pollos de engorde
Los futuros esfuerzos deben centrarse en una producción avícola más sostenible y resiliente.

Los pollos de engorde, criados para un crecimiento rápido, acumulan más grasa bajo estrés térmico crónico, lo que reduce la calidad de la carne y la eficiencia productiva. En este marco, un estudio reciente, realizado por investigadores japoneses, reveló que el estrés térmico altera directamente el metabolismo de la grasa en el tejido adiposo, regulando los genes que promueven el almacenamiento de grasa. Estos hallazgos sugieren nuevas estrategias para mitigar las pérdidas relacionadas con el estrés térmico en la producción avícola en un contexto de calentamiento global.

 

La creciente población mundial depende en gran medida de las aves de corral como fuente de proteínas, lo que hace que la salud y la productividad de los pollos sean cruciales para la seguridad alimentaria mundial. Sin embargo, el cambio climático y el aumento de las temperaturas plantean serios desafíos para la producción avícola

 

El estrés térmico crónico, causado por la exposición repetida al calor, le cuesta a la industria avícola entre 128 y 165 millones de dólares estadounidenses al año. Esto se debe a que los pollos de engorde, criados para un crecimiento rápido, son particularmente susceptibles al estrés térmico. Al exponerse a calor prolongado, comen menos, pero paradójicamente acumulan más grasa en relación con su peso corporal, un fenómeno desconcertante que reduce la calidad de la carne y la eficiencia de la producción.

 

Si bien investigaciones previas se centraron en cómo el estrés térmico aumenta la producción de grasa hepática, las formas precisas de almacenar esta grasa recién formada en todo el cuerpo, especialmente en el tejido adiposo, siguen siendo en gran medida desconocidas.

 

Para abordar este desafío, un equipo de investigación, dirigido por la profesora Yukako Tokutake, realizó un estudio exhaustivo sobre cómo el estrés térmico afecta el almacenamiento de grasa en el tejido adiposo de pollos de engorde en crecimiento. El artículo revela así mecanismos previamente desconocidos que ofrecen una visión más completa de este complejo tema.

 

Los investigadores expusieron pollos de engorde de 21 días de edad a una temperatura elevada de 32 °C durante dos semanas, mientras que los grupos de control se mantuvieron a 24 °C. También incluyeron un grupo alimentado en pareja que permaneció en condiciones confortables, pero recibió una cantidad limitada de alimento, equivalente a la que consumían las gallinas con estrés térmico. Este diseño experimental permitió al equipo separar los efectos de la reducción de la ingesta de alimento de los del propio estrés térmico.

 

El equipo monitoreó la ganancia de peso corporal, la temperatura y diversas mediciones sanguíneas de los pollos relacionadas con el procesamiento de energía y grasa. Más importante aún, realizaron un análisis transcriptómico exhaustivo en muestras de grasa abdominal de los grupos expuestos al calor y de control para identificar genes cuya expresión cambió debido al estrés térmico.

 

A pesar de una ingesta de alimento significativamente reducida, los pollos expuestos al calor mantuvieron una proporción de grasa abdominal/peso corporal comparable a la del grupo control. En cambio, el grupo alimentado en pareja mostró una marcada disminución en la acumulación de grasa, lo que sugiere que el estrés térmico promueve activamente la deposición de grasa, en lugar de ser simplemente una consecuencia de comer menos. Además, el grupo expuesto al calor presentó niveles más bajos de ácidos grasos libres en sangre, lo que indica un ajuste complejo en la forma en que sus cuerpos procesan la grasa en respuesta al calor.

 

Mediante análisis moleculares, los investigadores profundizaron en estos cambios. Identificaron 459 genes con diferentes niveles de expresión en el tejido adiposo del grupo expuesto al calor. Por ejemplo, varios genes cruciales para el almacenamiento y la síntesis de grasa, como la lipoproteína lipasa (LPL), mostraron mayor actividad. Por el contrario, los genes implicados en la descomposición de la grasa, como la lipasa de triglicéridos adiposa, mostraron una actividad reducida. Experimentos con células de tejido adiposo cultivadas respaldaron aún más estos hallazgos, demostrando que la estimulación térmica directa por sí sola podría aumentar la actividad de la lipoproteína lipasa en las células grasas de pollo cultivadas.

 

En conjunto, estos hallazgos representan un cambio significativo en nuestra comprensión de cómo el estrés térmico afecta la deposición de grasa en pollos de engorde. Mientras que investigaciones anteriores se centraban en el hígado como el órgano central de producción de grasa, este estudio revela que el tejido adiposo desempeña un papel más directo y activo de lo que se creía. “Nuestro estudio es el primero en demostrar que la expresión mejorada de LPL, que participa en la captación de lípidos y la síntesis de triglicéridos en el tejido adiposo, probablemente contribuye a la mayor acumulación de grasa observada en pollos de engorde bajo estrés térmico”, señala Tokutake.

 

Esta investigación tiene importantes implicaciones para la industria avícola, especialmente ante el continuo aumento de las temperaturas globales. El aumento de la acumulación de grasa en los pollos de engorde implica que no están convirtiendo eficientemente su alimento en carne valiosa, lo que genera pérdidas económicas. Al identificar los procesos específicos que ocurren en el tejido adiposo, el estudio abre nuevas vías de acción. “Regular el metabolismo de la grasa mediante aditivos alimentarios podría ser una estrategia viable para mantener la salud de las aves y mejorar la calidad de la carne”, señala la profesora adjunta. “La cría selectiva para una mayor resistencia al estrés térmico es otra opción”, agrega.

 

En conclusión, se espera que futuros esfuerzos en este campo conduzcan a una producción avícola más sostenible y resiliente, contribuyendo a la seguridad alimentaria en un mundo que sufre el calentamiento.

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