Las infecciones diseminadas por moho en perros pueden ser causadas por varios agentes etiológicos, incluidos los hifomicetos hialinos y dematiáceos; entre ellos, los más frecuentemente involucrados pertenecen al género Aspergillus. La aspergilosis canina sistémica es una enfermedad infecciosa grave causada por hongos del género Aspergillus, que a menudo conduce a desenlaces fatales. Los pastores alemanes son la raza más afectada debido a una inmunodeficiencia mucosa hereditaria, aunque otras razas pueden verse afectadas, particularmente si están inmunocomprometidas o con comorbilidades.
La principal vía de entrada de Aspergillus spp. es típicamente el tracto respiratorio, pero las heridas y el traumatismo óseo expuesto también son factores de riesgo potenciales. La propagación hematógena puede llevar a la afectación de múltiples órganos, en particular los sistemas respiratorios, gastrointestinal, nervioso, musculoesquelético, urinario, linfático y ojos. La presentación clínica en especies caninas es muy variable, tanto en términos de gravedad como de distribución anatómica, con síntomas que pueden surgir de forma aguda o seguir un curso crónico. Las primeras etapas suelen caracterizarse por signos inespecíficos como fiebre, fatiga, pérdida de peso y agrandamiento de los ganglios linfáticos, que tienden a empeorar a medida que avanza la enfermedad. Aspergillus terreus es la especie más frecuentemente reportada como causante de micosis sistémica canina, aunque ocasionalmente también se reportan Aspergillus versicolor, Aspergillus alabamensis y Aspergillus deflectus. Un estudio reciente realizado en Italia describe el primer caso de aspergilosis canina causada por Aspergillus floccosus, con el aislamiento de un fenotipo atípico.
Se presentó una perra pastor alemán esterilizada de 8 años de edad con un historial de 2 semanas de anomalías progresivas en la marcha de las extremidades pélvicas asociadas con cojera de la extremidad anterior izquierda y dolor de cuello severo.
La exploración física general fue normal, mientras que la exploración neurológica mostró ataxia propioceptiva en ambas extremidades pélvicas, así como paraparesia ambulatoria leve y cojera de grado II en la extremidad anterior izquierda. La posición propioceptiva estaba disminuida en ambas extremidades posteriores y en la anterior izquierda. También se observó una reducción grave del reflejo de retirada en la extremidad anterior izquierda. La manipulación del cuello se acompañó de dolor intenso.
Con base en la exploración neurológica, se sospechó una mielopatía C6-T2 lateralizada izquierda con un presunto signo radicular en la extremidad anterior izquierda. Los principales diagnósticos diferenciales incluyeron una enfermedad inflamatoria/infecciosa, degenerativa (como una hernia discal intervertebral) o neoplásica.
Las radiografías mostraron un estrechamiento múltiple de los discos intervertebrales a nivel de C6-C7, C7-T1, T5-T9, T10-T11 y T12-T13, asociado con un perfil irregular de la placa terminal y esclerosis del hueso subcondral, compatible con discoespondilopatía inflamatoria/infecciosa multifocal.
Se realizó una resonancia magnética que confirmó la sospecha de alteración de múltiples discos intervertebrales, mostrando anomalías graves y múltiples en la intensidad de la señal con erosión de las placas terminales.
El propietario se negó a realizar una biopsia del material del disco infectado y, dado que la discoespondilitis fúngica estaba incluida en la lista de diagnósticos diferenciales, se recogió orina para detectar hifas fúngicas, ya que el examen del sedimento urinario ha demostrado ser muy indicativo y mínimamente invasivo en casos de enfermedades fúngicas sistémicas.
El examen microscópico rápido del sedimento urinario reveló la presencia de hifas cortas, lo que demuestra la afectación subclínica del tracto urinario. Debido a la presencia de hongos en el sedimento urinario, se optó por fluconazol 5 mg/kg dos veces al día como tratamiento antifúngico. Mientras tanto, los veterinarios realizaron un cultivo de las hifas obtenidas. El patógeno se identificó molecularmente como A. floccosus, una especie no reportada previamente como agente causal en animales o humanos.
Tras 16 meses desde la presentación, el perro fue remitido con paraparesia espástica aguda y grave que no permitía la deambulación, asociada a dolor a la palpación a la altura de las últimas vértebras torácicas. Se sospechó una mielopatía T3-L3. La anamnesis reveló que el propietario había interrumpido el tratamiento antifúngico dos semanas antes sin indicación médica. Se realizó eutanasia debido al rápido empeoramiento del estado neurológico que provocó paraplejía en las 48 horas siguientes.
Ante el estudio, los autores han comentado que la aspergilosis diseminada canina es una enfermedad rara pero grave, que frecuentemente resulta en un desenlace fatal.
“Aunque los análisis de sangre representan una prueba de detección inicial en pacientes con sospecha de discoespondilitis y la PCR parece representar un biomarcador útil en el diagnóstico, el diagnóstico por imagen es esencial para la identificación de la infección del disco intervertebral”. Además de los hallazgos imagenológicos avanzados, la investigación de laboratorio es crucial para confirmar la presencia del hongo. “Este caso demuestra que las muestras de orina pueden ser muy informativas a la vez que mínimamente invasivas”.
Según el conocimiento de los autores, esta es la primera descripción de aspergilosis diseminada canina con discoespondilitis causada por A. floccosus. Este caso destaca, a su vez, varios aspectos que merecen ser discutidos. En primer lugar, aunque es poco frecuente, “la aspergilosis debe considerarse en el diagnóstico diferencial de perros con signos neurológicos y cambios inespecíficos en el hemograma completo o el líquido amniótico, en particular en los pastores alemanes. Además, la confirmación molecular es necesaria para identificar especies crípticas de Aspergillus, sobre todo cuando se observan formas atípicas, y para planificar el tratamiento adecuado.
Por último, exponen que “nuestra experiencia confirma que el fluconazol no debe ser el fármaco de elección en el tratamiento de la aspergilosis sistémica y enfatiza además la importancia de no suspender el tratamiento antifúngico, incluso en pacientes que han estado libres de signos clínicos durante mucho tiempo”.