La depresión, un trastorno del estado de ánimo, ha sido considerada por la Organización Mundial de la Salud como una de las causas más comunes de discapacidad y un problema de salud pública. Durante el embarazo y el período posparto, los casos de depresión y ansiedad son frecuentes, y la negligencia en el tratamiento de enfermedades psiquiátricas se ha asociado con efectos adversos en madres y bebés. La prevalencia estimada del trastorno depresivo (DD) en el embarazo varía de 10 a 15 % en países de altos ingresos. y se asocia con atención prenatal inadecuada, abuso de drogas, bajo peso al nacer, restricción del crecimiento fetal, parto prematuro, riesgo de preeclampsia y parto operatorio.
Toxoplasma gondii es un protozoo intracelular obligado que se distribuye en todo el mundo. La mayoría de las infecciones por T. gondii se consideran asintomáticas; sin embargo, la infección por este parásito se ha relacionado con varias enfermedades mentales, incluidas la esquizofrenia, la ansiedad, la depresión y el deterioro cognitivo. La asociación entre la infección por T. gondii y los trastornos del estado de ánimo sigue siendo controvertida.
El mecanismo fisiopatológico por el cual T. gondii desencadena trastornos del estado de ánimo aún no se ha dilucidado. Se sugiere que, en la psicosis, el posible mecanismo implicado en el cambio de comportamiento podría ser el efecto directo del parásito sobre la función neuronal y la síntesis de dopamina y serotonina. Otro mecanismo se relaciona con los efectos secundarios de la respuesta inmunitaria contra el parásito. De hecho, se han descrito variaciones en las citocinas y trastornos del estado de ánimo.
Durante la infección aguda por T. gondii, la respuesta inmunitaria del huésped produce citocinas proinflamatorias como IL-6, TNF, IFN-γ, factor inhibidor de la migración de macrófagos (MIF) e IL-8, que ayudan a bloquear el crecimiento del parásito induciendo estrés oxidativo. Curiosamente, un desequilibrio en citocinas como IL-6, TNF, IFN-γ, MIF, IL-17, TGF-β1 e IL-8 se correlaciona con trastornos psiquiátricos. En el contexto de los trastornos del estado de ánimo y las enfermedades infecciosas, se ha sugerido que la respuesta inmunitaria a T. gondii contribuye a la depresión a través de la modulación de la serotonina. Se ha informado que durante la infección por T. gondii, la producción de citocinas proinflamatorias, como IL-6 y TNF, y la consiguiente activación de las células auxiliares T CD4 + dan lugar a la secreción de IFN-γ, lo que induce la activación de IDO (indolamina 2,3-dioxigenasa), que agota el triptófano y, en última instancia, reduce los niveles de serotonina en el cerebro.
Considerando hallazgos previos reportados en la literatura, un trabajo realizado en Brasil tuvo como objetivo evaluar el perfil de citoquinas asociado con el trastorno depresivo en mujeres embarazadas seropositivas a T. gondii.
Se midieron los niveles séricos de TNF, IFN-γ, TGF-β1, IL-6, IL-8, IL-10 y MIF en 79 embarazadas (de 18 a 40 años) durante el tercer trimestre de un embarazo sin complicaciones. Los participantes se dividieron en cuatro grupos: Grupo I: trastorno depresivo y seropositivo a T. gondii (n = 19); Grupo II: sin trastorno depresivo y seropositivo para T. gondii (n = 20); Grupo III: trastorno depresivo y seronegativo para T. gondii (n = 20); y Grupo IV: sin trastorno depresivo y seronegativo para T. gondii (n = 20).
Los síntomas depresivos se evaluaron utilizando la Escala de depresión posnatal de Edimburgo (EPDS) durante las visitas prenatales de rutina, y se recolectaron muestras de sangre durante los exámenes prenatales estándar. Se observaron diferencias significativas en los niveles de citocinas entre los grupos de estudio. “Nuestros datos no revelaron asociación entre los niveles de seropositividad para anticuerpos IgG a T. gondii y niveles de trastorno depresivo determinados por las EPDS, ni la correlación entre los niveles de IgG y las puntuaciones de EPDS”.
Sin embargo, cuando las pacientes con trastorno depresivo se compararon con aquellas sin depresión, se observaron diferencias significativas en la respuesta de citocinas, con niveles más altos de IL-10, TNF y TGF-β1 y niveles más bajos de IL-8 para pacientes depresivos. En comparación con las mujeres embarazadas seronegativas a T. gondii, “las mujeres embarazadas con serología positiva mostraron niveles más altos de IL-10 e IL-6 y niveles más bajos de IL-8”. Además, cuando se compararon los niveles de citocinas de todos los grupos, el grupo de pacientes con ambas situaciones clínicas, es decir, trastorno depresivo e infección por T. gondii, fue el único que presentó específicamente niveles más bajos de MIF, combinado con niveles más altos de IL-10, IL-6 y TNF y niveles más bajos de IL-8.
En este contexto, la seropositividad para anticuerpos IgG contra T. gondii en mujeres embarazadas durante el tercer trimestre puede reflejar un balance alterado de citocinas.
Estos datos sugieren, según indican los autores, que las mujeres embarazadas con trastorno depresivo e infección crónica por T. gondii exhiben un equilibrio alterado de citocinas proinflamatorias y antiinflamatorias. “Este es el primer estudio que investiga la asociación entre los niveles séricos de citocinas, el trastorno depresivo y la infección crónica por T. gondii en mujeres embarazadas”, han indicado.
En conjunto, explican que se puede concluir que las mujeres embarazadas en el tercer trimestre con trastorno depresivo y presencia crónica de T. gondii presentaron cambios significativos en los niveles de citocinas inmunomoduladoras. Si bien, apuntan que se requieren más investigaciones para evaluar el potencial de estos inmunobiomarcadores como herramientas diagnósticas o para el seguimiento de estrategias terapéuticas y pronósticas en este contexto.