La esterilización de hembras y de machos, denominadas colectivamente castración, se convirtieron en una práctica común para los perros en muchos países, con el objetivo, entre otros, de reducir el abandono de animales.
Sin embargo, en los últimos tiempos, se han acumulado pruebas dispersas de algunos efectos adversos de la castración, como por ejemplo aumentos en ciertos cánceres y trastornos de las articulaciones. Los problemas emergentes relacionados con la esterilización han impulsado a un grupo de investigadores de ámbito internacional a elaborar un texto para ayudar a comprender mejor las actitudes actuales acerca de la castración, los métodos quirúrgicos y alternativos para la castración, y los efectos de la castración en el comportamiento y la salud de los perros. Los autores han recopilado varios artículos de investigación que aclaran algunas de las complejidades asociadas con la toma de decisiones con respecto a la esterilización.
La literatura de investigación relevante sobre la esterilización y castración canina está muy dispersa y “las publicaciones pueden ser difíciles de localizar”, han matizado los científicos.
Al explorar el posible efecto de la castración generalizada en la cría de perros, presentaron un trabajo que argumentaba que se requiere un cambio fundamental con la colaboración de criadores y propietarios para promover la inclusión de perros de compañía "probados" en el acervo genético (aquellos que probablemente se conviertan en buenos compañeros) “en lugar de seleccionar perros para criar que cumplan con su conformación”.
Entonces, los perros disponibles “satisfarán mejor las necesidades de los dueños de perros urbanos modernos”, y proponen “un nuevo modelo en el que los propietarios y criadores responsables trabajen juntos para criar perros que sean más adecuados para la vida con humanos”.
Las gónadas son órganos reproductivos, pero también glándulas endocrinas que afectan la salud metabólica, conductual y musculoesquelética normal. La hormona luteinizante (LH), extremadamente elevada durante toda la vida, secretada después de la castración, contribuye a diversos trastornos en ambos sexos. Así, como método para evitar la secreción excesiva de LH, se hacen eco de un trabajo que describe dos cirugías preservadoras de gónadas que pueden usarse para esterilizar perros. En el caso de las hembras, la histerectomía con conservación de ovarios extirpa el útero y gran parte del cuello uterino, dejando los ovarios intactos. “Estas hembras todavía experimentan ciclos estrales regulares, pero no hay flujo vaginal ni riesgo de piómetra”.
Para los machos, indican que la vasectomía es una cirugía rápida que implica la extirpación bilateral y/u oclusión de una porción de los conductos deferentes. Cuando se realizan en pacientes pediátricos, “estas cirugías no interfieren con la maduración puberal”. Una vez que un perro es completamente maduro, el dueño aún puede decidir quitarle las gónadas.
También comentan cómo se ha investigado un método simplificado de control del dolor con sedación y anestesia local para su uso durante la castración de perros machos, evitando la anestesia general. “Sedar a los perros por vía intramuscular con xilazina y una dosis subanestésica de ketamina y administrar lidocaína en el lugar de la incisión y por vía intratesticular permitió que los perros fueran castrados sin dolor”. Este método “evitó el gasto de anestesia general y la necesidad de hospitalización”, añaden.
Desde otro punto de vista, los implantes liberadores de hormona liberadora de gonadotropina (GnRH) desensibilizan la pituitaria a los efectos estimulantes de la GnRH y bloquean la función testicular (producción de testosterona y esperma).
Así, recogen un trabajo que brinda una explicación y evaluación de la investigación sobre eficacia y seguridad de agonistas de GnRH, como por ejemplo la deslorelina. En este sentido, comentan que “el implante liberador de deslorelina es un complemento o alternativa para la esterilización quirúrgica de perros machos formulado durante al menos seis o 12 meses”.
Virbac, empresa especializada en salud animal, ofrece Suprelorin®, disponible desde 2007 para la esterilización de perros machos. Desde el 14 de junio de 2022 también está registrado en la Unión Europea para gatos machos y perras prepúberes. En perros machos sexualmente maduros, Suprelorin® induce infertilidad temporal. En gatos machos, el implante se puede utilizar a partir de los 3 meses de edad para suprimir temporalmente la fertilidad, pero también conductas sexuales como la libido, la vocalización, el marcaje urinario y la agresividad, y el olor a orina del gato macho. En perras, el implante se utiliza antes de la pubertad (entre las 12 y las 16 semanas de edad), para retrasar la aparición del celo y evitar la gestación precoz en perras inmaduras.
Gran parte del creciente interés en la esterilización y castración se debe a la evidencia de algunas consecuencias adversas. Así, abordaron las relaciones entre los procedimientos quirúrgicos, los comportamientos animales, las experiencias estresantes de los animales y los dilemas éticos.
Para estos procedimientos, aliviar el dolor, disminuir las experiencias estresantes para el animal e identificar y tratar comportamientos problemáticos concurrentes “son características que pueden mejorar el bienestar del animal”.
En cuanto al riesgo de enfermedades, en una evaluación de los registros veterinarios de pacientes de 35 razas de perros y los efectos de la edad de castración en los trastornos articulares y el cáncer, se encontraron diferencias importantes entre razas en cuanto al efecto de la castración. Informaron que cinco razas diferían en su vulnerabilidad a trastornos articulares y cánceres con la castración temprana: Braco alemán; Mastín, Terranova, Perro crestado rodesiano y Husky siberiano. “Estos resultados enfatizan aún más la importancia de las decisiones personalizadas con respecto a la castración de perros, considerando la raza, el sexo y el contexto del perro”.
En el impacto de la esterilización sobre el comportamiento, comentan que los primeros estudios habían mostrado mejoras en la conducta de agresión en macho después de la castración, pero “estudios recientes revelan una mayor agresión por miedo a extraños por parte de machos castrados que de machos intactos”. Justifican que una exposición más breve a las hormonas gonadales se ha asociado con mayor miedo y agresión tanto para machos como para hembras, y “una exposición más prolongada a las hormonas gonadales se ha asociado con menos conductas molestas y problemas de salud para ambos sexos”.
Por ello, agregan que “este creciente conjunto de investigaciones sugiere que existe una relación entre la edad de los perros en el momento de la castración y la incidencia de problemas de salud y de comportamiento”.
En resumen, las cuestiones relativas a la esterilización y castración de perros se han vuelto cada vez más complejas a medida que surge más conocimiento sobre las interacciones con las enfermedades, el comportamiento, el bienestar y la salud general de los perros. “El nuevo paradigma implica evaluar el estilo de vida y la situación general del perro en particular mientras se decide si castrar a un perro específico y cuándo”, concluyen.