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En resistencia genética de la leishmaniasis a los medicamentos estaría una de las claves para combatirla
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En resistencia genética de la leishmaniasis a los medicamentos estaría una de las claves para combatirla

​Mediante una técnica que se utiliza para aumentar la permeabilidad de la membrana celular mediante impulsos eléctricos, se ha dado un importante paso para desentrañar lo qué ocurre en la interacción de dicho microorganismo con los medicamentos utilizados
Mosquito
La leishmaniasis es un problema de salud pública, cada vez se buscan mejores formas de atacar la enfermedad.

La transmisión de la leishmaniasis se da por la picadura de un insecto flebótomo o lutzomyia infectado, aunque tiene varios tipos, unos severos como la mucosa y la visceral, en la mayoría de los casos la enfermedad no es mortal, pero genera incapacidades importantes y desfiguraciones. En México, esta enfermedad generalmente se presenta en áreas agrícolas donde se siembra y cosecha cacao, café o árboles chicleros (de ahí su denominación de “úlcera de los chicleros”). La población en riesgo de aproximadamente nueve millones se distribuye en 13 entidades federativas en tres áreas geográficas: región del Golfo: Veracruz, Tabasco, Campeche, Quintana Roo y Yucatán;  región del Pacífico: Chiapas, Guerrero, Jalisco, Nayarit, Oaxaca y Sinaloa; y región Centro: Morelos y Puebla.


Por su parte, Colombia ocupa el tercer lugar entre los países endémicos del mundo, después de Brasil. La mayoría de casos provienen de las áreas rurales. En el país no se registra una frecuencia de casos graves o mortales; sin embargo, debido a que es un problema de salud pública cada vez se buscan mejores formas de atacar la enfermedad y contrarrestar sus efectos, por lo que la genética del parásito Leishmania ha sido un área de investigación activa en los últimos años, y los avances en la manipulación genética ha permitido a los científicos identificar genes esenciales para la virulencia, la supervivencia intracelular y la resistencia a drogas del parásito.


La bióloga Ana Sofía Montes Alba, de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), buscó la manera de estandarizar una técnica para realizar esta modificación genética, que permita desvelar por qué el parásito tiene una resistencia tan alta a los medicamentos, y de qué manera hay ciertos genes que podrían explicar este proceso.


Se enfocó en la Leishmania (V.) braziliensis, la especie del parásito que está más relacionada con la afectación cutánea, y utilizando la técnica de electroporación determinó qué condiciones previamente establecidas o reportadas para desarrollar este procedimiento pueden fallar a la hora de introducir un ADN foráneo en el parásito.


La electroporación utiliza un campo eléctrico para crear poros en la membrana celular, en palabras más sencillas es como aplicar un “corrientazo” en el parásito y ver si se puede causar un “daño” temporal a esta; así se determina que hay una afectación y que el plásmido -pequeña molécula con el ADN de interés-, tiene la posibilidad de ingresar en el microorganismo.


Un punto clave a tener en cuenta es la técnica de permeabilidad a yoduro de propidio, en la que se mide la capacidad de la célula del parásito para absorber esta molécula, cuya principal característica es que es fluorescente, pues al unirse al ADN y ser estimulado con una lámpara de mercurio emite luz, por lo que su color facilita la observación de lo que ocurre con el parásito.


Dicha metodología se ha venido utilizando como un marcador de la actividad y comportamiento de L. braziliensis, ya que es una forma fiable de reconocer si la membrana celular está comprometida. Si el microorganismo está activo y reproduciéndose no debería pasar el tinte de yoduro a su interior. Esto se estudió en una etapa de la infección llamada promastigote -cuando la infección aún está en el mosquito-.


“Para la electroporación utilizamos cerca de 80 millones de parásitos y 50 microgramos del ADN de interés, en un medio con algunas sales que influyen en la conductividad, glucosa y un agente amortiguador (Buffer) que regula los cambios de pH llamado HEPES. Todo este procedimiento se realiza en condiciones de 0 °C ya que permanece incubado en hielo casi todo el tiempo”, relata la bióloga.


Así, se identificó que la membrana de parásito estaba permeable, lo que quiere decir que sí entro el tinte, esto sumado a una evaluación del crecimiento de los parásitos, lo que permite concluir que murieron al exponerlos a una concentración de medicamento contra la enfermedad.


“Aún no sabemos cuál de todos los factores implicados en el experimento: ADN, medio de electroporación, parásitos, temperatura, entre otros, es el responsable del fallo que no permite que el parásito resista a los fármacos de interés, por lo que hace falta más investigación, pero este es un primer paso para determinar que las condiciones en estos procedimientos cambian mucho más de lo que se creía en la literatura”, anota.


Para su investigación contó con la dirección del profesor Carlos Arturo Clavijo, del Departamento de Biología; además, trabajó con el Semillero de investigación para el estudio de mecanismos moleculares de farmacorresistencia en microrganismos eucariotos, de la Facultad de Medicina, del que forma parte la profesora María Clara Echeverry.

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