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Sobre la prohibición del consumo de algunas carnes (I)
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Sobre la prohibición del consumo de algunas carnes (I)

José Manuel Etxaniz Makazaga, Doctor en Veterinaria
José manuel etxaniz
José Manuel Etxaniz Makazaga, Doctor en Veterinaria.

Algunos autores, incluso veterinarios, sostienen, a nuestro parecer erróneamente, que el planteamiento bíblico que prohibió el consumo de carne de cerdo se encuentra en un brote de triquina. Hagamos un repaso histórico sobre las creencias religiosas y sus hábitos alimentarios, con especial interés en el consumo del cerdo.


En la época védica, a partir del año 1200 a.C., en el Manusmrti o El Libro de las Leyes de Manú, como recuerda D. Cesáreo Sanz Egaña en su discurso "Evolución de la Inspección de Carnes", leído en la Sociedad Española de Higiene el día 3 de marzo de 1931 y publicado en la "Revista de Higiene y Sanidad Pecuarias", de abril de 1931, se habla repetidas veces de la carne como alimento y se le considera como apropiada para ofrendas a los dioses.


Uno de los capítulos se refiere las Reglas de Abstinencia, donde se citan en varias zlokas las carnes de los animales prohibidos para los brahmanes; así, prohíbe la de "todas las bestias salvajes que habiten en los bosques, exceptuando el búfalo" (Zl. 9). Debe abstenerse también de "toda especie de aves carnívoras de las que viven en poblaciones, como de la carne de los solípedos" (Zl. 71). "No debe comer la carne de los animales que viven solos ni la de bestia ni ave que le sea desconocida, aunque sean éstas comestibles, ni tampoco la del animal de cinco uñas", elefante, tortuga. (Zl. 17).


Refiriéndose a los brahmanes, la casta superior, que está en posesión de la máxima pureza, debe abstenerse de comer ajos, puerros, cebollas, setas, cerdos y gallos criados en pueblos (5.19), prohibición que sigue vigente en nuestros días, porque un nacido dos veces, que coma todo lo citado, pierde su estatus de casta.


Como es lógico, sólo se sacrificaban a los dioses, aquellos animales cuya carne también estaba permitida consumir a las personas, por ejemplo, vacuno y pequeños rumiantes, pero no animales impuros, como el perro o más tarde el cerdo. Los animales sacrificados eran siempre domésticos y nunca salvajes, como recuerda Hermann Oldenberg en su obra Die Religion des Veda. (Berlín, 1894).


Los antiguos egipcios eran grandes consumidores de carne, especialmente cocida; disponían de grandes carniceros como lo atestigua una pintura de la tumba de Ramsés III, en Tebas; consumían carne de diversas especies domésticas y salvajes a excepción del cerdo, animal abominable que sólo servía para ofrecer sacrificios a la Luna y a Dionisios y esto, únicamente en plenilunio.


También en las religiones orientales antiguas de Mesopotamia o del ámbito sirio de la misma época o posteriores, desempeñaban un papel importante los cerdos, sobre todo en las fiestas que celebraban en honor de las divinidades de la luna. Y parece que en la península arábiga los arqueólogos han encontrado huesos de cerdo junto a las ruinas de templos consagrados a diosas lunares.


Si repasamos la civilización judeo-cristiana, son de todos conocidas las disposiciones relativas a la higiene alimentaria que, prescriben con minuciosidad, los legisladores del pueblo hebreo y se recogen en el Pentateuco -para los hebreos, la Ley o la Torá- y el Talmud. Así en el Levítico III.11.1, donde se dice:


"De entre todos los animales terrestres podréis comer estos: cualquier animal de pezuña partida, hendida en mitades y que rumia, sí lo podréis comer. Pero entre los que rumian o tienen pezuña hendida, no comeréis: camello, pues, aunque rumia no tiene partida la pezuña; será impuro para vosotros; ni damán, porque rumia, pero no tiene partida la pezuña; será impuro para vosotros; ni liebre, porque rumia, pero no tiene la pezuña partida; será impura para vosotros; ni cerdo, pues, aunque tiene la pezuña partida, hendida en mitades, no rumia, será impuro para vosotros; no comeréis su carne ni tocaréis sus cadáveres; serán impuros para vosotros".


Abundando, también el Deuteronomio II.14.3, repite las descripciones de las especies puras e impuras.


Estos primeros legisladores hebreos, también señalan las reglas de clasificación de las carnes según su salubridad; volviendo al Levítico, en su capítulo XXII se habla de las condiciones de los animales para las ofrendas y Jehová, sólo acepta "vacas u ovejas sin tacha".


La matanza de reses para el abasto público entre el pueblo hebreo, Schechitah, constituye un precepto religioso sometido a varias prescripciones, señaladas de forma escueta en el Pentateuco y otras, los detalles, en el Talmud -libro hebraico por excelencia; se compone de dos partes, la Michna y la Guemara-.


De la matanza surgirán las carnes sanas y comestibles, aptas o apropiadas, koscher y las carnes no aptas para el consumo, therephah. Las disposiciones koscher no son unos rituales tribales atávicos, sino medidas que promueven la salud, protegen el medio ambiente y contribuyen a la preservación de las especies. Pertenecen a la categoría de las indicaciones de la Biblia orientadas a la preservación de la obra de la creación, según Pinchas y Ruth Lapide en su obra Comer Koscher: Un componente de la identidad judía. Las religiones y la comida, (Barcelona 2002).


Del análisis de estas prohibiciones, algunos autores concluyen afirmando que el bíblico Moisés es el primer higienista al establecer las bases de la inspección alimentaria en su concepto actual. Craso error, como afirma Sanz Egaña, que comparte la opinión de Salomón Reinach, en cuya obra Orpheus. Histoire Génerale des Religions. (París, 1921), para referirse a la falta de fundamento científico de las prohibiciones de ingesta de "carnes impuras" afirma que:


"Basta observar que en toda la Biblia no se encuentra ni un solo ejemplo de una epidemia o una enfermedad atribuida al consumo de carnes impuras; la idea de la higiene nació mucho más tarde. Para los autores bíblicos, como para todos los pueblos primitivos la enfermedad es un hecho sobrenatural; es un efecto del cólera de los espíritus. Los judíos observantes se abstienen de comer cerdo porque cinco o seis mil años antes de nuestra era, sus lejanos ascendientes tenían como tótem al jabalí".

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