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La vacuna contra la tuberculosis humana
EDICIÓN

La vacuna contra la tuberculosis humana

José Manuel Etxaniz Makazaga, Doctor en Veterinaria
José manuel etxaniz
José Manuel Etxaniz Makazaga, Doctor en Veterinaria.

Con el cirujano hepato-biliar, asistido por una joven médica MIR. Se habla de una colecistectomía. El paciente comenta que los équidos carecen de vesícula biliar y el galeno matiza a la alumna, que es veterinario. La joven responde que al oír la palabra équido ya había interpretado "se trataría de algún animal". No quise liarla más, anunciándole que también carecen de ese reservorio los venados, ratas, auquénidos, palomas o loros, porque eso sí que es para nota.


Seguramente, la alumna tendría un brillante expediente académico tanto en el bachiller como en la carrera y un buen número en el examen MIR. Llegaba hasta ahí. Ni siquiera hacía crucigramas. Como para mencionarle a los híbridos, ¡menudo lío! O a la filosofía One Health. Nos hemos olvidado del consejo del Dr. Marañón, que preconizaba la silla como principal herramienta del médico, precisamente para atender al enfermo. Hemos conseguido promociones de cerebritos, altamente tecnologizados, pero de poca cultura general, ni siquiera sanitaria, escasas habilidades sociales y tiempo tasado para relacionarse con el doliente que les impide escucharle. Ni siquiera tienen un par de barrabasadas juveniles para adjuntar a su brillante currículo. Una pena.


UNA ÚNICA SALUD


Los últimos años del siglo XIX y los primeros del siglo XX, fueron generosos en colaboraciones interprofesionales entre la medicinas humana y veterinaria y se produjeron algunos de los acontecimientos más importantes en los que se asentaron los principios de la nueva doctrina Una Salud – One Health,de la que Louis Pasteur, doctor en Química y Física fue un precursor. No tuvo el menor prejuicio, quizás porque no era médico, en contar con la colaboración de los veterinarios, profesionales sanitarios a los que «descubrió» desde el inicio de sus investigaciones, siendo un ejemplo claro de esa filosofía que supone una voluntad clara de trabajo, en un equipo multidisciplinar y flexible, conscientes de la importancia de la interacción entre los humanos, los animales y el medio ambiente.


Hace unas semanas, la pediatra Ana Méndez, coordinadora de Pediatría Hospitalaria e Inmunodeficiencias del Servicio de Pediatría, Enfermedades Infecciosas y Tropicales del madrileño Hospital Universitario La Paz, incorporaba a su equipo a un veterinario, David Romero, para colaborar con médicos y enfermeros del Servicio de Pediatría y Urgencias Pediátricas, no pasando consulta, sino en una línea de investigación sobre zoonosis en niños inmunodeprimidos. El hecho, ha sido noticia porque no es muy habitual la presencia de veterinarios en el sistema sanitario y en los hospitales, aunque existan precedentes, alguno muy cercano en las unidades de Cirugía Experimental y en los animalarios, y esté asumido como normal en los hospitales militares, incluso en otras áreas, además del control sanitario de alimentos.


Me gustaría pensar que comienza a contemplarse como algo lógico, que un veterinario trabaje en un hospital de humana, dado el enfoque de estos profesionales, desde que salen de la facultad hacia la salud pública.


LA VACUNA BCG


Volvamos al pasado siglo para recordar que, dos discípulos de Pasteur, uno médico, Albert Calmette y el otro veterinario, Camille Guerin, en julio de 1921, en el Hospital de La Charité de París, probaron con éxito la única vacuna contra la tuberculosis, la BCG (Bacilo de Calmette y Guerin), inoculándola a un bebé de pocos días de vida. Cien años después, esa vacuna sigue protegiéndonos frente a esa terrible enfermedad y desde 1974, se administra a más de cien millones de niños cada año, en todo el mundo, confiriéndoles una protección relativa, frente a algunas formas de la enfermedad.


La tuberculosis es una zoonosis causada por la bacteria Mycobacterium tuberculosis, o bacilo de Koch, causante de más muertes que ninguna otra enfermedad infecciosa a lo largo de la historia. Hasta en el 90 % de los casos, tras el contagio la infección no avanza, ya que el sistema inmunitario logra controlar al patógeno. Sin embargo, en el 10 % restante la tuberculosis se desarrolla. Si no se recibe tratamiento, que exige tomar varios fármacos durante seis meses aproximadamente, la mitad de los afectados fallece. Cada día se producen unos 28.000 nuevos casos y 4.000 muertes y, de éstas, un 20 % en niños.


No insistiremos, por conocido, en el motín de los ganaderos salmantinos que, hábilmente politizado por la extrema derecha, se extenderá en breve a Extremadura y Andalucía, con una pretendida modificación del protocolo europeo de las campañas de saneamiento, que dude prospere realmente, pero dará mucho juego político a sus promotores y falsas esperanzas a los ganaderos.


VACUNA PARA HUMANA


Hace más de treinta años que, el Dr. Carlos Martín, catedrático de Microbiología de la Universidad de Zaragoza y responsable del grupo de investigación de Genética de Micobacterias del Instituto de Salud Carlos III, trabaja en una vacuna efectiva contra la bacteria, la MTBVAC, que puede ser clave para erradicar la enfermedad, cuyo desarrollo industrial lleva a cabo la empresa biofarmacéutica española Biofabri, que acaba de iniciar los ensayos en fase III, la etapa decisiva para confirmar su eficacia. Después de haber demostrado su seguridad y su capacidad para generar una respuesta inmunitaria adecuada, ahora se trata de probar su capacidad protectora en escenarios donde la enfermedad es endémica, concretamente con recién nacidos de Sudáfrica, Madagascar y Senegal.


El equipo del Dr. Martín precisa el último empujón financiero para poder realizar un seguimiento de los niños vacunados con MTBVAC o BCG durante los cinco o seis años siguientes para comprobar su evolución y apela al patriotismo de las instituciones, empresas y filántropos para que participen y asuman el proyecto como algo suyo.


No deja de extrañar que, si el producto es verdaderamente factible y en consecuencia, una oportunidad de negocio, a estas alturas estemos todavía sin ofrecer una respuesta definitiva al desafío tuberculoso y ningún laboratorio oficial o privado se haya decidido a realizar una apuesta firme, estando tantas vidas en juego.

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