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¿Puede una inteligencia artificial evaluar el dolor en los gatos a partir de imágenes?
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¿Puede una inteligencia artificial evaluar el dolor en los gatos a partir de imágenes?

Un estudio incluyó individuos de diferentes razas, edades, sexos y con diferentes condiciones médicas e historiales médicos
Gato transportin
Los gatos son una especie notoriamente desafiante para la evaluación del dolor.

Los gatos, como cazadores solitarios, tienen un repertorio más pequeño de comunicación social entre especies e intraespecies y fueron domesticados mucho más tarde que los perros, que normalmente se comunican bien con las personas y tienen sistemas sociales similares a los humanos. Estos factores podrían retrasar el reconocimiento del dolor en gatos hasta que los signos clínicos se vuelvan lo suficientemente graves y comprometen la salud y el bienestar del gato. Incluso para los expertos, los gatos son una especie notoriamente desafiante para la evaluación del dolor.


Se han sugerido y validado herramientas manuales para la evaluación del dolor a partir de las expresiones faciales. Sin embargo, el análisis de la expresión facial realizado por humanos es propenso a la subjetividad y al sesgo, y en muchos casos también requiere experiencia y capacitación especiales.


Esto ha llevado a la creación de una creciente ola de trabajo sobre el reconocimiento automático del dolor, que se ha abordado para varias especies, incluidos los gatos.


Un estudio anterior comparó dos enfoques para la clasificación automatizada de "dolor"/"sin dolor" a partir de imágenes faciales de gatos: un enfoque de deep learning y un enfoque basado en puntos de referencia geométricos, alcanzando resultados de precisión elevados. Sin embargo, el estudio incluyó un conjunto de datos muy homogéneo de gatos y, por lo tanto, se requiere más investigación para estudiar la generalización del reconocimiento del dolor en entornos más realistas.


Recientemente, otro estudio ha abordado la cuestión de si los modelos de inteligencia artificial (IA) pueden clasificar el "dolor"/"no dolor" en gatos en un entorno más realista (múltiples razas, múltiples sexos) utilizando un conjunto de datos más heterogéneo y, por lo tanto, potencialmente complejo, de 84 gatos.


El estudio incluyó individuos de diferentes razas, edades, sexos y con diferentes condiciones médicas e historiales médicos. Los gatos fueron calificados por expertos veterinarios utilizando la escala de Dolor de Glasgow, luego, la puntuación se usó para entrenar modelos de IA utilizando diversos enfoques.


Los resultados revelaron que “el enfoque basado en puntos de referencia funciona mejor, alcanzando una precisión por encima del 77 % en la detección del dolor”.


Además, los autores descubrieron que “la región de la nariz y la boca parece ser más importante para la IA a la hora de clasificar el dolor, mientras que la región de las orejas es menos importante”.


ANAMNESIS PARA EVALUAR EL DOLOR EN GATOS


Evitar el dolor es importante para garantizar el bienestar del paciente felino y una ayuda para mejorar el vínculo entre el gato, el tutor y el veterinario. Por ello, María Fuencisla Martínez, veterinaria etóloga perteneciente al GrETCA (Grupo de especialidad de Etología Clínica de AVEPA), explicaba las distintas herramientas para evaluar el dolor en los gatos.


La veterinaria etóloga indicaba que una anamnesis exhaustiva es una excelente opción para la evaluación del dolor, sobre todo, del dolor crónico.


“En esta anamnesis completa tenemos que averiguar aquellos cambios en el comportamiento habitual del felino que el tutor haya observado en casa", indican. Así, la experta explica que los aspectos a tener en cuenta serán los siguientes:


Disminución de la actividad y tolerancia al ejercicio: El gato se vuelve más reacio a jugar y comienza a pasar más tiempo dormido o reposando.


Dificultad para caminar, subir escaleras, saltar o levantarse: El gato deja de acceder a puntos en altura dónde solía pasar tiempo limitando el uso total del territorio.


Cambios en la conducta de acicalamiento: Disminución por dolor crónico que provoca malestar generalizado o incapacidad de hacer ciertos movimientos. Aumento ante un dolor localizado como el padecido por cistitis (lamido excesivo en la zona abdominal) o artrosis en alguna extremidad (lamido excesivo en la zona articular afectada).


Cambios en los hábitos de micción o defecación: Eliminaciones fuera del sitio indicado para ello o alteración de la conducta normal en el mismo arenero. Se puede hablar de una incapacidad para acceder cómodamente al arenero (gatos con problemas de osteoartrosis en areneros altos) o una asociación de la bandeja de arena con dolor al utilizarla. Por ejemplo, animales que han padecido cistitis o problemas gastrointestinales.


Cambios en la interacción con miembros de la familia (humanos u otros animales): El dolor crónico produce una respuesta de estrés crónico que, entre otras cosas, disminuye la secreción de serotonina. Por ello, se verá aumentada la irascibilidad y, con ella, la probabilidad de mostrar conductas agresivas ante ciertas manipulaciones. También podemos apreciar conductas agresivas sin motivación o causa aparente.


“Todos estos cambios pueden sucederse de manera gradual y que, de primeras, el tutor no sea capaz de identificarlos. Por ello, es de vital importancia realizar una anamnesis concienzuda cuando un paciente felino viene a consulta”.

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