Consecuencias de los “efectos trampa” para la fauna silvestre
Existe un gran número de problemas ambientales de origen antrópico para los que no se han establecido aún soluciones o medidas que, de alguna forma, se puedan ver amparadas por la ley, por ejemplo, los conocidos “efectos trampa”.
Efecto trampa se denomina a un problema ambiental de origen antrópico ocasionado por la caída, sin posibilidad de salir, de animales (mayormente salvajes) en estructuras. Las construcciones que más acompañan a esta problemática son pasos canadienses, canales de riego y piscinas.
Los tipos de efecto trampa más importantes, según explica David Fernández Casado, veterinario especializado en fauna salvaje y exótica, son, en primer lugar, el paso canadiense o guardaganado, que es una estructura que sirve como apoyo a los sistemas de vallado de animales de ganadería, permitiendo el acceso tanto de vehículos como de personas a la finca, sin necesidad de empleo de puertas y evitando así el escape del ganado o entrada de otros animales externos a la parcela. Se colocan en el curso de carreteras, pistas o caminos.
De esta manera, “nos encontramos ante un sistema muy selectivo que, instalado de la manera correcta, supone una ayuda increíble y un impacto ambiental mínimo”.
Sin embargo, el problema aparece, tal y como comenta el veterinario, cuando se llevan a cabo instalaciones de estas estructuras sin ningún tipo de control legal.
Estas construcciones suelen basarse en pasos canadienses con separaciones entre barras mucho mayores que las correspondientes, fosos que superan en exceso la profundidad establecida y sin aberturas laterales ni rampas que faciliten la salida de la fauna. “Esto se traduce en una muerte asegurada para todo animal que caiga dentro de ellos”.
Por otra parte, menciona el canal de riego, método muy eficaz para la distribución de agua entre diferentes zonas, que puede conllevar grandes riesgos tanto encontrándose en uso como en abandono. “La falta de instalación de rampas o zonas de acceso y salida para fauna en la mayoría de los canales construidos se traduce en muertes aseguradas, y no solo de pequeños animales, sino también implicando a la fauna ganadera, cinegética e incluso doméstica”, apunta.
Las piscinas es otro punto comentado por el experto. “Tanto las piscinas municipales como las privadas suponen un grave problema para la fauna, sobre todo para los anfibios, más aún en los momentos del año en los que se encuentran en desuso”. La falta de zonas de acceso y salida para fauna es el factor principal de muerte en este efecto trampa; pero en el caso de los anfibios, los productos utilizados para tratar el agua mientras la piscina está en uso, “suponen un riesgo enorme de muerte, ya que la mayoría de ellos son tóxicos o irritantes y su capacidad de absorción cutánea es una de sus principales características, siendo en este caso también uno de sus peores enemigos”.
Por último, el veterinario señala a los pozos, y afirma que el mayor problema aparece con los pozos antiguos y abandonados, sin señalizaciones ni cerramientos de ningún tipo, de gran profundidad y en su mayoría, vacíos, llevando a una muerte casi segura únicamente por la propia caída.
“La fauna que aquí se ve afectada va desde pequeños anfibios y reptiles, hasta mamíferos y aves que, por increíble que parezca, también caen en estos efectos trampa y muchas veces no pueden volver a remontar el vuelo”, lamenta.
Rescate con arnés de un pozo antiguo de un ejemplar juvenil de Águila culebrera.
FAUNA AFECTADA
Fernández considera que, sin duda alguna, los casos más conocidos de fauna afectada por los efectos trampa son los provocados por pozos o canales de riego, donde se ven involucrados tanto animales salvajes como de ganadería, domésticos e incluso las propias personas en ciertos casos.
Sin embargo, los mayores afectados por este tipo de problemas son “aquellos animales que nunca vemos y a los que nunca se les ha dado la atención que correspondía; se trata de la “fauna olvidada”, los herpetos (anfibios y reptiles)”.
El veterinario señala que refranes como, por ejemplo: “si el lución viera y la víbora oyera, no habría hombre que al campo saliera, han provocado que los encuentros con los luciones (Anguis fragilis), a menudo confundidas también con los eslizones (Chalcides spp.), se tradujesen en su muerte, siendo todo lo dicho un error, pues los luciones son saurios ápodos (es decir, lagartos sin patas, no culebras) que pueden ver sin dificultad y evidentemente inofensivos”.
Todo esto y mucho más, “ha llevado a una persecución continua de este tipo de animales, creando una imagen de ellos que no corresponde para nada con la original”. Sin embargo, la realidad es otra muy diferente, pues la función que desempeñan los herpetos en el medio es de “suma importancia”, y animales como los sapos o las culebras actúan como controladores de plagas muy eficaces.
Asimismo, destaca que, aun así, este es un problema menor para este tipo de animales, ya que la población mundial de anfibios se ha visto mermada en un 40 % en estos últimos años debido a la destrucción y contaminación de sus hábitats y a las enfermedades infecciosas emergentes, “que por acciones antrópicas se están dispersando de forma mundial a un ritmo vertiginoso”.
POSIBLES MEDIDAS A TOMAR
Ante el problema de los efectos trampa, Fernández indica que se han estado tomando medidas y llevando a cabo soluciones en los últimos años tras los estudios de impacto ambiental realizados, gracias a los cuales saltaron las alarmas y se comenzaron a valorar diferentes maneras de llevar a cabo las instalaciones y señalizaciones de las estructuras implicadas.
Sin embargo, el problema original viene de las instalaciones o estructuras anticuadas, que han caído en el olvido o a las que apenas se les da uso, pero que se mantienen en el medio.
La principal medida a tomar “sería la localización y puesta en conocimiento a las autoridades competentes de todas estas construcciones que no cumplan las normativas vigentes”. De esta manera, el siguiente paso a dar sería la rehabilitación, restauración, correcta señalización o correcto cerramiento de la estructura implicada, “consiguiendo reducir el impacto ambiental causados por los efectos trampa”. Lo primero que se debe hacer “es concienciarse, entender la importancia que tienen los animales afectados por los efectos trampa y ver que necesitan nuestra ayuda”.
En el caso de los pasos canadienses, el veterinario apunta que lo que se puede llevar a cabo es tratar de colocar rampas para que puedan escapar los animales que caigan. No obstante, “la forma más directa de acción frente a este efecto trampa es ayudar a salir a los animales con redes, sacándolos y reintroduciéndolos en el medio”.
Un dato de vital importancia es que “siempre debemos manipular a estos animales rescatados con guantes de látex sin talco, sobre todo si se trata de anfibios, pues podríamos causarles una serie de problemas cutáneos debido a su gran capacidad de absorción por piel”.
En lo referente a las piscinas, lo ideal sería que, “antes de volver a darles uso cuando llegase la época de altas temperaturas, se rescatase a todos los animales que hubiera dentro y se reintrodujeran en el medio cercano”.
Por último, cabe destacar la importancia de ciertos proyectos que ofrecen una “increíble ayuda a los herpetos y con los que resulta muy sencilla la colaboración ciudadana”. Se trata del Proyecto S.A.F.E. (Stop Atropellos de Fauna en España) y el Proyecto SOS Anfibios, ambos creados por la A.H.E (Asociación Herpetológica Española). Para obtener más información sobre ellos, el veterinario insta a visitar sus páginas web, “donde viene todo perfectamente explicado y se ponen a disposición las diferentes formas de contactar con ellos”, concluye el experto.
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