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Los brotes de tularemia en España coinciden con la época de abundancia de topillos
EDICIÓN

Los brotes de tularemia en España coinciden con la época de abundancia de topillos

Conocer el papel de los roedores en la epidemiologia de la enfermedad es clave para prevenir futuras epidemias
Topillo
La dinámica de población invasiva del huésped roedor es fundamental para la comprensión de los brotes de tularemia humana.

Las invasiones biológicas y los cambios del rango natural de los animales son procesos que involucran movimientos de dispersión de especies fuera de sus límites de distribución naturales. La principal diferencia entre la invasión y el cambio de rango natural radica en si la llegada de especies a nuevos lugares está o no directamente mediada por humanos, ya sea de manera deliberada o accidental, como es el caso de las invasiones.


En este sentido, las actividades humanas pueden facilitar y promover cambios en la distribución de las especies al crear nuevas oportunidades y condiciones que permitan a las especies superar los factores que limitan la colonización y el asentamiento natural.


Por tanto, la globalización, el cambio climático antropogénico y los cambios en el uso de la tierra representan factores importantes que alteran la distribución y el movimiento de las especies.


Por otra parte, las zoonosis que surgen de las poblaciones de vida silvestre representan una amenaza importante y creciente para la población humana. El mayor número de hospedadores zoonóticos se encuentra entre los roedores y las coinfecciones son un fenómeno frecuente. La alta adaptabilidad de los roedores ha favorecido su éxito bajo estos cambios del paisaje y modificaciones medioambientales impulsadas por el hombre.


El campañol común es el roedor más extendido en los agroecosistemas europeos y se caracteriza por su rápido tiempo de generación, y las fluctuaciones cíclicas de la especie. La sobreabundancia durante los años pico de población conduce periódicamente a pérdidas económicas, riesgos alimentarios y veterinarios, brotes zoonóticos cíclicos y conflictos sociales recurrentes.


Asimismo, se sabe que muchos agentes zoonóticos utilizan ratones de campo comunes como huéspedes, desde helmintos hasta virus, junto con una amplia gama de bacterias, protozoos e incluso hongos.


Esta especie de campañol puede actuar como vector de hantavirus, reservorio de Listeria, Babesia y Toxoplasma y hospedador intermediario de Echinococcus multilocularis.


Para conocer más acerca de ello, investigadores españoles han llevado a cabo una investigación en la que se ha revisado una década de investigación realizada sobre la interacción biológica entre la bacteria zoonótica Francisella tularensis y un roedor colonizador, Microtus arvalis, que invadió masivamente paisajes agrícolas en el noroeste de España durante la década de 1970-1990.


El estudio se ha utilizado para resaltar cómo la dinámica de población invasiva del huésped roedor es fundamental para la comprensión de los brotes de tularemia humana.


BROTES DE TULAREMIA


La tularemia es una zoonosis endémica del hemisferio norte causada por la altamente infecciosa Francisella tularensis. Hay cuatro subespecies, pero solo dos tienen implicaciones para la salud humana: F. tularensis subsp. tularensis (tipo A) y F. tularensis subsp. holarctica (tipo B). El tipo B rara vez es fatal, pero el tipo A es mucho más virulento para los humanos y, sin tratamiento, tiene una mortalidad promedio del 8% (hasta el 50% en algunas formas clínicas).


Entre 1992 y 2019, se notificaron más de 20.000 casos humanos de tularemia tipo B en Europa, principalmente como episodios de brotes discretos. En España, la tularemia es una enfermedad de declaración obligatoria desde 1997, cuando estalló la primera gran epidemia de tularemia en la región de Castilla y León. Desde entonces, se han producido otros tres grandes brotes humanos de tularemia en la región.


Todos los brotes epidémicos humanos registrados en el noroeste de España, sin excepción, “coinciden estrechamente en el tiempo y el espacio con una gran abundancia de topillos comunes en el medio ambiente, es decir, la fase pico de sus ciclos de auge-caída”, explican los autores.


En consecuencia, los investigadores indican que “se ha demostrado empíricamente que las poblaciones fluctuantes de campañol común en el noroeste de España contribuyen a amplificar F. tularensis en el medio ambiente, aumentando posteriormente las posibles rutas de transmisión y propagación a los seres humanos”.


Por ejemplo, durante un gran brote de topillos registrado entre 2013 y 2015, la proporción de topillos infectados con F. tularensis aumentó directamente con su abundancia. Esto significa que cuantos más topillos hay en el medio, mayor es la población de bacterias zoonóticas. “Una vez que el número de ratones de campo se redujo, el patógeno no se detectó entre los roedores en el área de estudio”, comentan.


En este aspecto, las epidemias de tularemia son alimentadas por el número de ratones de campo, que aumentan la presión del patógeno, la exposición de los humanos al patógeno y la probabilidad de infección en el ecosistema.


RELACIÓN ENTRE LA TULAREMIA Y LOS ROEDORES


La prevalencia media de F. tularensis entre los ratones de campo durante una fluctuación completa puede llegar al 33 % en la fase máxima de alta densidad. Por lo tanto, “se ha establecido una relación directa dependiente de la densidad entre la densidad de topillos y la prevalencia de tularemia en los animales, lo que respalda la hipótesis de que los topillos comunes pueden desempeñar un papel importante en la amplificación de la bacteria”.


El estudio de la relación entre la bacteria y el roedor, “muestra que el cambio de rango de una especie nativa a escala regional puede conducir al surgimiento de epidemias zoonóticas cuando se cumplen las condiciones adecuadas”.


La evidencia apunta a que la dinámica altamente fluctuante de los ratones de campo común está estrechamente relacionada con los brotes de tularemia en humanos. Sin embargo, “todavía hay algunas lagunas de conocimiento que deben investigarse para comprender mejor la epidemiología de la tularemia, como descubrir el mecanismo de infección en ratones de campo en condiciones naturales, conocer todos los vectores clave y los huéspedes reservorios involucrados en el ciclo de las bacterias, determinar dónde persiste la bacteria durante las etapas comprendidas entre los brotes epidémicos, y encontrar dónde estaba dicha bacteria antes de que ocurriera la primera epidemia”.


Por lo tanto, los autores concluyen que “la investigación futura debe centrarse en un conocimiento más integral de las enfermedades basadas en la comunidad integra del ecosistema, considerando las especies simpátricas, los depredadores de los campañoles, los vectores ectoparásitos y los huéspedes y reservorios potenciales alternativos. Esto ayudará a comprender mejor la circulación de zoonosis que infectan a los topillos, a pronosticar nuevas emergencias de enfermedades zoonóticas y a dilucidar los posibles efectos de los patógenos en las poblaciones de topillos”.

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