Un grupo de investigadores ha realizado una revisión de los animales sospechosos de presentar narcolepsia adquirida, así como un análisis retrospectivo de los registros médicos de los de casos potenciales. Se incluyeron perros que, durante el examen realizado por un neurólogo veterinario certificado, presentaron episodios consistentes de cataplejía y que durante el estudio diagnóstico se les realizó una resonancia magnética del cerebro y un análisis del líquido cefalorraquídeo.
Tras la selección, se incluyeron 7 bulldogs franceses y un chihuahua, de rango de edad de 9 a 66 meses. Después del examen, se diagnosticó meningoencefalitis de origen desconocido en 2 perros, y se identificaron focos extracraneales de inflamación en otros 2 perros. Los focos de inflamación fueron neumonía por aspiración, esofagitis y otitis media. Asimismo, no se encontraron anomalías en las investigaciones diagnósticas en 4 de los animales.
Se utilizó prednisolona en el tratamiento de todos los perros. Por otra parte, 6 de los animales recibieron imipramina y 2 se trataron con citarabina. Se observó una remisión inicial de los signos en todos los perros, pero se registró una recaída posterior de los signos clínicos en 4 perros, de los cuales 3 respondieron al ajuste o reanudación del tratamiento.
En conclusión, la presencia de episodios de cataplejía y narcolepsia debe impulsar un diagnóstico exhaustivo para excluir la presencia de patología intracraneal o extracraneal. “Es importante que los médicos y los propietarios estén al tanto del potencial de remisión y recaída de los signos en los casos presuntos adquiridos”, indican los autores del estudio.