La inteligencia artificial (IA) avanza a paso firme en el mundo veterinario, transformando desde la ganadería hasta la atención clínica de mascotas. Detección temprana de enfermedades, tratamientos personalizados y vigilancia 24/7 son algunas de las aplicaciones que están cambiando la forma en que se cuida a los animales.
En palabras de Santiago Alonso Sousa, educador veterinario y especialista en innovación en IA en la City University of Hong Kong, “la tecnología no reemplaza el vínculo humano–animal; lo amplifica. Si la usamos bien, no solo haremos más, haremos mejor”.
En septiembre de 2021, el lechero galés Ceredig Evans recibió una alerta inesperada en su teléfono. Una cámara equipada con IA, desarrollada por la startup CattleEye, había detectado una irregularidad mínima en la pisada de una vaca Holstein. Horas más tarde, Evans corrigió el problema y evitó una cojera que habría reducido la producción de leche.
Casos como este son cada vez más frecuentes en explotaciones lecheras, donde los algoritmos monitorean el comportamiento animal para anticipar enfermedades, optimizar la alimentación y mejorar la productividad.
La IA también se consolida en hospitales veterinarios. Plataformas basadas en aprendizaje automático analizan radiografías, ecografías y tomografías en cuestión de segundos, detectando tumores, fracturas y lesiones que antes podían pasar desapercibidas.
“Estamos viendo cómo los diagnósticos por imagen asistidos por IA permiten intervenciones más tempranas y reducen riesgos quirúrgicos”, explica Alonso Sousa, quien lidera proyectos que integran estas tecnologías en la enseñanza veterinaria.
El uso de sensores portátiles y collares inteligentes, que registran temperatura, movimiento y comportamiento, también está ganando terreno. Estos dispositivos permiten alertar sobre problemas respiratorios o digestivos antes de que se manifiesten síntomas visibles.
Un avance reciente es el reconocimiento facial para evaluar el dolor. Estudios que aplican aprendizaje profundo han logrado identificar señales de malestar en gatos con un 72 % de exactitud, mediante la interpretación de microexpresiones. “Esto cambia radicalmente la manera en que abordamos el sufrimiento silencioso”, señala Alonso Sousa.
En el ámbito de la producción avícola, sistemas inteligentes vigilan la densidad y la conducta de las aves para prevenir agresiones o enfermedades, mejorando así el bienestar general.
Aunque las ventajas son evidentes, el camino no está libre de controversias. La falta de transparencia en los algoritmos, la fragmentación de los datos veterinarios y la ciberseguridad son los principales desafíos. “Con gran poder vienen grandes responsabilidades, para el veterinario, el agricultor y el programador por igual”, advierte Alonso Sousa.
Iniciativas como la IA explicable (XAI) y el desarrollo de marcos regulatorios buscan garantizar que estas tecnologías no solo mejoren la eficiencia, sino también el bienestar y la ética profesional.
Además, legisladores, científicos de datos y profesionales sanitarios trabajan en marcos éticos que prioricen la compasión sobre la eficiencia. En palabras de Santiago Alonso Sousa, educador veterinario e innovador en IA: “La tecnología no reemplaza el vínculo humano–animal; lo amplifica. Si la usamos bien, no solo haremos más, haremos mejor”.