En el momento en que un estudiante de Veterinaria finaliza sus estudios universitarios, dispone de una formación científica y técnica muy completa, que abarca desde la sanidad animal y la salud pública hasta aspectos de gestión, producción animal y bienestar. No obstante, la realidad es que, a nivel social y profesional, los conocimientos y competencias más visibles y reconocidas son los relacionados con la sanidad y la clínica de animales de compañía, los équidos o la ganadería. De este modo, cuando un recién graduado se plantea su futuro laboral, suele pensar casi de forma exclusiva en estos ámbitos clásicos de la Veterinaria, vinculados en su mayoría a la asistencia clínica o a la producción.
A diferencia de la medicina humana, donde existe una amplia y consolidada red de especialidades reconocidas y desarrolladas, en la Veterinaria la especialización formal está mucho más limitada y suele orientarse a áreas como la cirugía, la medicina interna, la reproducción o la clínica de especies específicas. Las posibilidades de diversificación profesional que ofrece la Veterinaria Legal y el ejercicio pericial suelen ser desconocidas para la mayoría de los jóvenes profesionales al inicio de su carrera. Esto ocurre porque durante la formación de grado, aunque se abordan materias como la Veterinaria Legal o la Deontología Profesional, a menudo se perciben como asignaturas marginales o poco aplicables a la práctica real, quedando relegadas a un segundo plano.
Sin embargo, con el paso del tiempo y la adquisición de experiencia, muchos veterinarios descubren nuevas vías para ampliar su trayectoria profesional. La experiencia clínica les aporta habilidades prácticas y conocimientos valiosos, pero también despierta inquietudes: ¿cómo gestionar adecuadamente la responsabilidad profesional? ¿Qué ocurre en caso de reclamaciones? ¿Cómo intervenir de forma justa y objetiva cuando surgen conflictos entre clientes, compañías aseguradoras o administraciones? En este punto, surge la figura del veterinario perito, un profesional especializado en analizar, valorar y dictaminar sobre situaciones en las que el conocimiento veterinario es esencial para esclarecer hechos y tomar decisiones justas.
Este campo de actuación es mucho más amplio de lo que inicialmente puede parecer. La actuación pericial veterinaria abarca desde casos de responsabilidad profesional, reclamaciones por mala praxis, casos de maltrato animal, hasta informes relacionados con explotaciones ganaderas, núcleos zoológicos, fauna silvestre y cinegética, acuicultura, sanidad ambiental, bromatología e higiene de los alimentos, fraudes comerciales o conflictos civiles que pueden ir desde custodia compartida de animales hasta tasaciones. Esta diversidad convierte la pericia veterinaria en un ámbito dinámico, multidisciplinar y en constante evolución, alineado con la visión One Health que integra la salud animal, humana y ambiental.
El veterinario que se plantea dar el paso hacia la actividad pericial debe ser consciente de que la experiencia profesional acumulada en clínica o en otros sectores, aunque valiosa, no es suficiente por sí sola. El peritaje requiere conocimientos jurídicos específicos, dominio de procedimientos judiciales, habilidades de redacción técnica y capacidad para analizar y sintetizar documentación compleja. Además, la elaboración de informes periciales exige un rigor metodológico y una estructura clara, de modo que el dictamen sea comprensible para jueces, abogados y otras partes implicadas. A ello se suma la necesidad de preparar con solvencia la ratificación del informe en sede judicial, enfrentando preguntas de las partes y defendiendo conclusiones de forma objetiva, segura y fundamentada.
Todo este proceso implica que la formación específica para el perito veterinario es una necesidad real y no un complemento opcional. Muchos profesionales llegan a esta conclusión tras asistir a charlas o cursos organizados por su Colegio Oficial de Veterinarios o al conocer compañeros que ya ejercen como peritos y comparten su experiencia. Es entonces cuando surge la pregunta clave: ¿cómo formarse adecuadamente para ejercer con garantías en esta área tan particular?
El primer paso es comprender que la pericia no es solo una actividad técnica, sino también una responsabilidad legal y ética. La Veterinaria Legal, que en ocasiones se percibe como una materia puramente teórica, se convierte en una herramienta fundamental que permite al profesional conocer la organización de la justicia, las funciones del perito judicial, los derechos y deberes durante su intervención y las posibles consecuencias de una actuación inadecuada. Por ello, retomar esos contenidos y complementarlos con formación práctica y actualizada es indispensable.
Desde la plataforma Perivet, son conscientes de la importancia de acreditar de forma rigurosa la capacitación de cada profesional. Por ello, han lanzado el Diploma Experto Universitario en Pericia Veterinaria, de la mano de la Universidad Camilo José Cela, el cual está orientado a aquellos veterinarios interesados en ampliar su formación en el ámbito de la pericia judicial veterinaria y que buscan avanzar profesionalmente en este campo. Se trata de un diploma avalado por la experiencia y metodología de Perivet, que certifica no solo los conocimientos técnicos y legales adquiridos, sino también la preparación práctica necesaria para intervenir con solvencia en casos reales. Este diploma es una garantía de calidad ante clientes, abogados y tribunales, y una herramienta que refuerza la credibilidad y la proyección profesional de cada perito que forma parte del equipo.
En este camino formativo, es esencial aprender a enfrentarse a la casuística real: cómo recibir y analizar la documentación aportada por las partes, cómo planificar una inspección pericial si es necesaria, qué preguntas clave deben resolverse en cada caso, cómo estructurar un informe pericial y cómo defenderlo de forma sólida ante un tribunal. A ello se suman habilidades como la comunicación con abogados y clientes, la gestión de tiempos y desplazamientos, la planificación de la facturación y la comprensión de la responsabilidad civil y penal que puede derivarse de su dictamen.
La formación, por tanto, debe combinar teoría y práctica, con ejemplos reales, simulación de ratificaciones, talleres de redacción y casos multidisciplinares. Además, un aspecto clave es que el perito veterinario no trabaje de forma aislada. Aunque es posible ejercer de manera independiente, formar parte de un equipo especializado o de un gabinete pericial aporta grandes ventajas: respaldo organizativo, asesoría jurídica, mayor flujo de casos y, sobre todo, la posibilidad de compartir conocimientos y experiencias con otros peritos. Esto último resulta muy enriquecedor para profesionales que están empezando y les permite crecer con mayor seguridad.
No obstante, no todas las empresas periciales funcionan del mismo modo. Muchas actúan como meros intermediarios comerciales entre cliente y perito, limitándose a derivar casos y dejando en manos del profesional toda la gestión de incidencias, desplazamientos, ratificaciones y comunicación con los letrados. Esta forma de trabajar puede suponer una sobrecarga y, en ocasiones, una falta de respaldo ante situaciones complejas que requieren apoyo especializado. Por eso, la elección de la empresa o gabinete con el que colaborar es una decisión estratégica que puede marcar la diferencia en la satisfacción y proyección profesional del perito.
En este sentido, Perivet surge como una respuesta clara a estas necesidades: "Nuestro proyecto nació con la vocación de ofrecer servicios periciales exclusivamente veterinarios, cubriendo todas las áreas posibles de actuación y aportando una estructura sólida para el desarrollo de la actividad profesional de cada perito. La experiencia organizativa y de gestión de PROMEDE, referente en pericia médica, se trasladó a la Veterinaria con el compromiso de mantener los mismos estándares de calidad, rigor técnico y acompañamiento integral", explica José Antonio Allande, director veterinario de Perivet..
Asimismo, para la plataforma, la formación continua de sus peritos no es solo un valor añadido, sino un pilar esencial. "Sabemos que un buen perito no solo debe tener una base sólida en su especialidad veterinaria, sino también una comprensión profunda del marco legal y una capacidad de comunicación clara y precisa. Por eso, ofrecemos a nuestros colaboradores formación específica, actualizada y adaptada a las realidades cambiantes del sector y de la justicia", exclama Allande. Talleres prácticos, seminarios, guías de redacción, simulación de ratificaciones, sesiones de resolución de dudas con expertos: todo está orientado a reforzar la confianza y la solvencia profesional de cada perito.
"Nuestro objetivo es que cada veterinario que forme parte de Perivet se convierta en un verdadero puente entre la justicia y la profesión veterinaria. Esto no solo redunda en beneficio del profesional, que se posiciona como un referente especializado, sino también de la sociedad en general, que se beneficia de informes objetivos, bien fundamentados y capaces de esclarecer hechos de forma justa y rigurosa", añade.
En definitiva, desde Perivet recuerdan que la figura del perito veterinario bien formado, actualizado y respaldado por una organización seria y comprometida es clave para elevar el nivel de calidad y confianza en los procedimientos periciales. "Apostar por la formación específica, la experiencia compartida y el trabajo en equipo es la mejor garantía para que la pericia veterinaria se consolide como un campo de actuación sólido, respetado y capaz de responder a los nuevos retos de una sociedad cada vez más concienciada con la salud animal, la seguridad alimentaria, el bienestar y la protección del medio ambiente", enfatiza el director veterinario de Perivet..
Porque ser perito veterinario es mucho más que emitir un informe: es asumir la responsabilidad de defender la verdad técnica con rigor, ética y compromiso, aportando valor a la justicia y a la profesión veterinaria, rematan.