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Españoles exploran la relación entre la meningitis otogénica y los signos neurológicos en perros

Españoles exploran la relación entre la meningitis otogénica y los signos neurológicos en perros

Los perros de razas braquicéfalas y con otitis crónica o recurrente fueron más propensos a presentar extensión intracraneal de la meningoencefalitis
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Se presentó ataxia vestibular en 29/30 perros.

La meningitis bacteriana o meningoencefalitis debida a una extensión intracraneal de la otitis media interna (OMI) es una afección poco común pero grave que requiere intervenciones terapéuticas urgentes. Esta patología ha sido descrita durante varias décadas en medicina humana, pero en perros y gatos, la información se limita a unos pocos estudios e informes de casos.

 

En la exploración neurológica, la OMI puede inducir un síndrome vestibular periférico (SVP), caracterizado por ataxia vestibular y déficit del VIII par craneal con propiocepción normal, a veces con déficit del VII par craneal o de los nervios simpáticos. En caso de extensión intracraneal de la infección, pueden presentarse déficit propioceptivos, estado mental anormal y otros signos del sistema nervioso central (SNC). Sin embargo, la exploración neurológica por sí sola no siempre es eficaz para identificar lesiones intracraneales en la enfermedad vestibular.

 

La resonancia magnética (RM) es la técnica estándar para detectar lesiones en el oído medio e interno y los tejidos blandos circundantes, y para confirmar la extensión de la OMI al SNC. La RM también permite obtener imágenes tridimensionales (3D) de alta resolución.

 

Un estudio realizado por los veterinarios Meritxell Moral, Carlos Blanco y Valentina Lorenzo de la Clínica Veterinaria Neurología de Getafe (Madrid) tuvo como objetivo determinar la precisión diagnóstica del examen neurológico para identificar la extensión intracraneal en la otitis media interna canina y evaluar las asociaciones entre los hallazgos de la resonancia magnética, las variables clínicas y los resultados del paciente.

 

Relación entre la meningitis otogénica y los signos neurológicos

 

Se revisaron los expedientes clínicos de perros que acudieron a un centro de neurología de referencia entre junio de 2015 y agosto de 2023. Los datos recuperados de la historia clínica incluyeron la edad, el peso, el sexo y la raza, el historial de otitis externa (OE) pasada o presente, la exploración física, el hemograma, la bioquímica sérica y los tratamientos (antes del ingreso y después del diagnóstico). En caso de realizarse, también se anotaron los resultados del cultivo bacteriano de muestras de orina, sangre, LCR o oído medio.

 

Los perros se clasificaron según presentaran un SVP o un síndrome vestibular central (SVC) (solo o junto con otros signos intracraneales). La aparición de los signos neurológicos se clasificó como aguda (≤48 h), subaguda (3-7 días) o crónica (>7 días). La ataxia vestibular se clasificó como leve (capacidad para caminar con desequilibrio leve a moderado), moderada (dificultad para caminar, caídas espontáneas) o grave (incapacidad para mantenerse de pie o caminar).

 

Perros de distintas razas, con predominio del bulldog francés

 

Un total de 30 perros cumplieron los criterios de inclusión. La mediana de edad fue de 7 años (rango: 1,5-14 años) y la mediana de peso fue de 13,6 kg (rango: 1,2-27,7 kg). El grupo incluía 12 hembras esterilizadas, 11 machos esterilizados y 7 machos enteros. Las razas representadas incluyeron bulldog francés (n = 24), bulldog inglés (n = 4), Cavalier King Charles Spaniel (n = 1) y Yorkshire Terrier (n = 1), con 29/30 (96%) correspondientes a razas braquicéfalas.

 

Se evaluaron las imágenes de resonancia para detectar la presencia de cambios inflamatorios. La extensión y localización de las lesiones se clasificaron de la siguiente manera: Grupo A: ocupación de bulla y cambios en los tejidos blandos circundantes sin evidencia de extensión a las meninges adyacentes o al neuroparenquima, grupo B: ocupación de bulla, cambios en los tejidos blandos circundantes e imágenes de realce meníngeo poscontraste, y grupo C: ocupación de bulla, cambios en los tejidos circundantes, realce meníngeo y lesión del tronco encefálico con o sin formación de empiema

 

Se informó de antecedentes de otitis externa crónica o recurrente en 14/30 (47 %) perros, incluidos todos los perros del grupo C de MRI (7/7), el 33 % del grupo A de MRI (2/6) y el 29 % del grupo B de MRI (5/17).

 

En cuanto al inicio, los signos fueron crónicos en 11/30 (36,7%), agudos en 10/30 (33,3%) y subagudos en 9/30 (30%) perros. El estado mental fue anormal en 10/30 (33,3%) perros e incluyó desorientación (4/30), obnubilación (5/30) y estupor (1/30); todos ellos se incluyeron en los grupos B y C de la RM.

 

Se presentó ataxia vestibular en 29/30 perros (no se evaluó en el perro estuporoso). Se caracterizó como leve en 15/29 (51,7 %), moderada en 8/29 (27,6 %) y grave en 6/29 (20,7 %). A su vez, todos los perros presentaron inclinación de la cabeza (hacia el lado de la cavidad timpánica afectada si era unilateral y hacia el lado más afectado si era bilateral).

 

Anormalidades del líquido cefalorraquídeo en todos los animales 

 

Por otro lado, el análisis del LCR se realizó en 29/30 perros y reveló anormalidades en todos ellos. Se observó pleocitosis con >75% de neutrófilos, con grados variables de cambios degenerativos.

 

Dos perros (un bulldog francés y un bulldog inglés) fueron sacrificados humanitariamente tras el diagnóstico debido a la gravedad de los signos clínicos. Los 28 perros restantes recibieron tratamiento médico tras el diagnóstico con antibióticos de amplio espectro. Si los perros ya recibían tratamiento antimicrobiano, se mantuvo el mismo régimen y se combinó con otros antimicrobianos para ampliar el espectro, considerando la presencia de una infección activa a pesar del tratamiento previo. La duración media del tratamiento antimicrobiano en todos los perros fue de 9,5 semanas. Se administró prednisolona durante una mediana de 12 días.

 

El examen neurológico por sí solo no siempre es preciso

 

Así, ante estos resultados, los autores han comentado que el examen neurológico por sí solo no siempre es preciso para identificar la extensión intracraneal de la infección de oído en perros, y la meningoencefalitis otogénica debe considerarse incluso en pacientes con síndrome vestibular periférico. En ciertos casos, “se recomienda la resonancia magnética y el análisis del LCR para facilitar el diagnóstico”. 

 

A su vez, los perros de razas braquicéfalas, mayores, con otitis crónica o recurrente y con ataxia grave, fueron más propensos a presentar extensión intracraneal de la meningoencefalitis debida a una extensión intracraneal de la otitis media interna. Si bien conlleva graves consecuencias para el paciente si no se reconoce y trata adecuadamente, “se pueden lograr excelentes resultados con el tratamiento médico”. No obstante, consideran que se necesitan más estudios que incluyan diagnósticos complementarios integrales para identificar los patógenos más comunes y elaborar pautas de tratamiento.

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