La propagación de información errónea en las redes sociales se ha convertido cada vez más en un tema de conversación pública e investigación académica. La profesión veterinaria no es inmune a su propagación e impacto. Investigaciones recientes han documentado el uso generalizado de Internet, y en particular de las redes sociales, como ruta principal para buscar información sobre temas de salud animal. Sin embargo, el entorno de información digital comprende una mezcla de información real y falsa que puede ser difícil de distinguir. El auge de las personas influyentes en las redes sociales ha cambiado la forma en que se evalúa la credibilidad de las fuentes en línea, lo que significa que los no expertos pueden convertirse en fuentes altamente confiables en ausencia de experiencia y capacitación relevantes.
En conjunto, los dueños de mascotas se enfrentan a un entorno de información on line confuso que a menudo amplifica la información errónea e invoca confusión. Esto se observa cada vez más en torno a la vacunación, con una creciente reticencia a las vacunas impulsada por la información errónea sobre las vacunas COVID-19 compartida durante la pandemia que se está extendiendo al espacio veterinario.
Un artículo reciente ha sintetizado la investigación actual y el debate profesional sobre la desinformación en el ámbito de la salud animal y su impacto en los dueños de mascotas y la atención veterinaria. En primer lugar, destacaron las narrativas desinformativas on line que afectan a los dueños de mascotas, antes de analizar las estrategias, respaldadas por la investigación, para abordar la desinformación antes y después de que aparezca en las conversaciones sobre atención veterinaria. A continuación, los autores abogan por que la profesión asuma un papel activo en la prevención de la desinformación, participando con mayor rapidez en el descubrimiento de rumores en línea. Además, defienden la importancia de crear circuitos de retroalimentación transparentes para que los rumores se investiguen a fondo y se desmienta rápidamente, o se confirmen como ciertos, y la necesidad de fomentar la confianza entre los profesionales veterinarios y los dueños de mascotas para garantizar que la información correcta se reciba eficazmente.
Los autores explican que el mundo veterinario no es inmune a la propagación e impacto de la desinformación en línea. En años recientes, los espacios de redes sociales han sido inundados por desinformación dirigida a dueños de mascotas, socavando la confianza en su toma de decisiones y complicando el trabajo de los profesionales veterinarios. “La investigación existente ha documentado ejemplos de propagación de desinformación pertenecientes a información nutricional falsa, cáncer y otras enfermedades, vacunas, comportamiento animal, alojamiento y manejo”, lamentan. Así, comentan que se ha encontrado una evaluación prevaleciente por parte de los profesionales veterinarios de que "los sitios web y recursos de escasa reputación eran más fáciles de encontrar y pueden ser más atractivos para los clientes que aquellos con datos científicos reales y respaldo veterinario". No obstante, destacan que los videos creados por veterinarios obtuvieron puntajes de calidad significativamente más altos y fueron muy comprensibles, lo que “destaca la necesidad de que los veterinarios produzcan contenido para las redes sociales que brinde información autorizada para quienes buscan información en las redes sociales”.
Los investigadores recogen varios casos de desinformación con la que tienen que lidiar los propietarios de mascotas. Por ejemplo, comentan que influencers en redes sociales han promovido el uso de métodos de entrenamiento aversivos, como collares de descargas eléctricas, para corregir problemas de comportamiento en perros. Sin embargo, se ha demostrado que los perros entrenados con métodos aversivos presentan más comportamientos relacionados con el estrés. Por otro lado, la desinformación también puede suponer un problema de salud pública. Los autores recogen una gran encuesta que demostró que, si bien las vacunas de mascotas son menos polarizantes políticamente, “la reticencia a las vacunas en humanos y mascotas está estrechamente relacionada y es un fuerte predictor de la aceptación o el rechazo de las vacunas”.
Para los autores, prevenir la exposición a la desinformación es la manera más eficaz de garantizar que las narrativas engañosas no ganen fuerza. Sin embargo, las políticas en torno a la moderación de contenido, en particular la eliminación de publicaciones engañosas relacionadas con la salud, “están siendo revertidas por las principales plataformas de redes sociales, incluidas Meta y X (anteriormente Twitter), lo que sugiere que las plataformas tecnológicas probablemente no priorizarán la intervención en la propagación de desinformación relacionada con problemas de salud animal”. En consecuencia, aclaran que los profesionales veterinarios deben participar proactivamente en la desacreditación de la información engañosa que prolifera en línea, y la investigación existente sugiere que participar en la advertencia preventiva de la desinformación puede ser una estrategia eficaz para desarrollar la resistencia a las creencias.
Para que las intervenciones en cualquier etapa sean eficaces, es necesario, según indican, contar con información creíble y de fácil acceso que el público pueda consultar al verificar información en redes sociales o al buscarla inicialmente en buscadores. Por consiguiente, instan a que los veterinarios y sus organizaciones profesionales sean activos y públicos en sus comunicaciones, como publicaciones en blogs, artículos de opinión y participación en redes sociales. Si bien estas actividades pueden requerir muchos recursos, especialmente para organizaciones pequeñas, como las clínicas veterinarias, “ofrecen múltiples beneficios más allá de la verificación de datos, como dar presencia pública a las clínicas, generar confianza y autoridad, y ayudar a la comunidad veterinaria en general a identificar rumores y desinformación emergentes que puedan afectar su trabajo”.
A su vez, dado el auge de la desinformación en redes sociales, “la profesión también debe ser más activa en la escucha dentro de ellas, manteniéndose al tanto de las conversaciones y temas de actualidad relacionados con la profesión”.
La revisión proporciona diversos consejos para aumentar la probabilidad de ver contenido veterinario e información errónea relacionada. “Considere abrir cuentas secundarias y usarlas para seguir a profesionales veterinarios y hashtags relacionados (p. ej., #vacunacióncanina, #nutriciónmascotas). Y, especialmente en plataformas con algoritmos como Instagram Reels y TikTok, interactúe regularmente con el contenido (p. ej., dándole "me gusta" o repitiéndolo) para que el algoritmo de la plataforma le muestre videos similares”, apuntan.
Los rumores y la propagación de desinformación son partes aparentemente inevitables del ecosistema de comunicaciones digitales. La labor de los veterinarios, como comunicadores de confianza, consiste, por lo tanto, “en permitir que los rumores se aborden de forma productiva y que la desinformación se desmienta de forma eficaz y rápida”.
Los autores alertan de que la profesión veterinaria ya está experimentando los efectos negativos del aumento de la desinformación y debe abordar el problema de frente para reducir su impacto en la salud pública y animal. La revisión ofrece una hoja de ruta para que los profesionales veterinarios aborden la desinformación en redes sociales antes y después de que aparezca en la consulta, pero “requiere que los veterinarios sean proactivos en la búsqueda y el abordaje de rumores y desinformación a medida que surgen”.