El síndrome de la vaca repetidora (SVR) es uno de los principales problemas reproductivos que afecta a las granjas lecheras de ganado vacuno en todo el mundo. Este síndrome incluye a aquellos animales que tienen ciclos estrales de duración normal (entre 17 y 25 días) y la palpación o ecografía de los órganos genitales no muestran evidencia macroscópica de anomalía anatómica o inflamación existente, o patología persistente, pero no quedan preñadas después de tres o más inseminaciones artificiales. Se ha demostrado que este trastorno es de etiología multifactorial en el que pueden converger varias causas simultáneamente, lo que dificulta el diagnóstico, el tratamiento y la prevención a nivel de la granja.
A lo largo de los años, se han descrito numerosos factores de riesgo para el síndrome de la vaca repetidora, incluyendo patologías reproductivas posparto y metabólicas, nivel de producción, parámetros relacionados con la granja o el clima. Sin embargo, los resultados documentados aún son inconsistentes, ya que pueden verse afectados por diferentes prácticas de manejo, como sistemas de producción intensivos o extensivos; las capacidades productivas y/o reproductivas de animales individuales o rebaños; y/o características geográficas o regionales.
Por otra parte, las condiciones de alojamiento subóptimas, como cubículos pequeños e incómodos, espacio limitado en literas por vaca y consumo reducido o inadecuado de materia seca, aumentan el riesgo de SVR, reduciendo el rendimiento reproductivo y, por lo tanto, la eficiencia económica. Aunque los factores de riesgo que se han documentado que intervienen en este síndrome pueden variar, comprenderlos mejorará significativamente el control de este importante problema en las granjas lecheras.
La prevalencia de SVR varía ampliamente entre los estudios, desde el 9 % en el Reino Unido hasta el 10,1 % en Suecia, el 25 % en España y hasta y el 62 % en Indonesia. Estas variaciones pueden deberse a diversos sistemas de producción, las técnicas de manejo utilizadas, el tamaño del rebaño y el mérito genético, así como a la influencia de las condiciones ambientales (por ejemplo, estrés por calor) a las que están sometidos los rebaños, entre otros factores como el estrés metabólico debido al balance energético negativo (BEN) durante el período periparto.
Si bien la baja prevalencia en el Reino Unido y Suecia puede reflejar los beneficios de los sistemas de producción y las prácticas de manejo avanzados, la prevalencia relativamente alta de España resalta las deficiencias en sus estrategias actuales de prevención y manejo de la SVR. De manera similar, otros factores como la temperatura y el consiguiente estrés térmico pueden interferir en la diferencia entre España y las regiones más frías. Abordar estas deficiencias es fundamental para mejorar el rendimiento reproductivo y subraya la importancia de realizar estudios para identificar y mitigar los factores de riesgo clave en las granjas lecheras españolas.
Por ello, un estudio realizado por Sofía L. Villar, Jacobo Álvarez, Antía Acción, Renato Barrionuevo, Juan J. Becerra, Ana I. Peña, Pedro G. Herradón, Luis A. Quintela y Uxía Yáñez, de la Facultad de Veterinaria de Lugo, y Carlos C. Pérez-Marín, de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Córdoba, ha sido diseñado para determinar los factores de riesgo implicados en el síndrome de la vaca repetidora mediante el análisis de los datos reproductivos recogidos en explotaciones de ganado lechero del norte de España.
En el trabajo participaron 2370 vacas (1445 multíparas y 925 primíparas) de 4 granjas comerciales ubicadas en Cantabria. La prevalencia global del síndrome de la vaca repetidora en la población estudiada fue de 21,1 % (18,6 % (11,8–29,4) primíparas y 22,8 % (16,3–32,1) multíparas).
En todos los casos, las vacas se alojaban en establos de estabulación libre con cubículos individuales. Tres de las granjas tenían salas de ordeño convencionales, en las que las vacas se ordeñaban 2 o 3 veces al día, mientras que la cuarta granja utilizaba un sistema de ordeño robotizado, con una media de 3,1 ordeños al día. En todos los rebaños, un veterinario experimentado realizó exámenes reproductivos semanales, junto con controles semanales de salud uterina que incluyeron la detección y el manejo de problemas reproductivos, el monitoreo del estado de salud general, programas de sincronización del celo y el registro y análisis de datos reproductivos durante las primeras cuatro semanas posparto.
En vacas primíparas, la pérdida de condición corporal posparto, la cetosis, la cojera, la mastitis clínica, la distocia y la endometritis, aumentaron significativamente el riesgo del síndrome de la vaca repetidora. Por otro lado, los partos en verano u otoño redujeron esta probabilidad en comparación con los partos en invierno o primavera.
En el caso de las vacas multíparas, los factores de riesgo incluyeron pérdida de condición corporal, cetosis, cojera, mastitis clínica, distocia, endometritis, metritis y mastitis subclínica. En ese grupo de animales, un intervalo más largo entre el parto y la primera inseminación posparto redujo el riesgo de SVR.
Los hallazgos del estudio, comentan los autores, sugieren varias recomendaciones prácticas para reducir la prevalencia del síndrome de la vaca repetidora. Así, apuntan que el manejo nutricional es crucial para prevenir la pérdida excesiva de la condición corporal durante el período de transición al proporcionar dietas equilibradas adaptadas a las demandas energéticas de las vacas en lactación. También consideran que se debe realizar un seguimiento rutinario de la salud posparto para identificar y abordar los trastornos reproductivos y metabólicos de manera temprana, incluido el tratamiento oportuno de la mastitis, la cetosis y la cojera.
Por otro lado, los protocolos de crianza estratégicos, como retrasar la primera inseminación posparto en vacas multíparas, “pueden mejorar significativamente los resultados reproductivos”. Además, optimizar los períodos de parto para alinearlos con las estaciones que ofrecen beneficios protectores, como el verano y el otoño, como se observó en este estudio, puede reducir aún más el riesgo del síndrome de la vaca repetidora .
A modo de resumen, concluyen que abordar estos factores mediante estrategias de gestión específicas puede mejorar la eficiencia reproductiva, reducir las pérdidas económicas y respaldar prácticas lecheras sostenibles. Del mismo modo, añaden que las investigaciones futuras deberían centrarse en abordar ciertas limitaciones, explorar las predisposiciones genéticas y desarrollar herramientas avanzadas para diagnosticar y gestionar el síndrome de la vaca repetidora según las características de la explotación.