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¿Puede el peso del perro condicionar la toma de decisiones a la hora de recetar un antibiótico?
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¿Puede el peso del perro condicionar la toma de decisiones a la hora de recetar un antibiótico?

Era más probable que la amoxicilina se dispensara a animales más pesados debido al bajo coste, a pesar de su falta de eficacia en el tratamiento de organismos positivos a beta-lactamasa
Perro veterinario (4)
El impacto del peso corporal sobre la elección de antibióticos parece complejo.

Los antimicrobianos se utilizan habitualmente para tratar enfermedades infecciosas en pacientes veterinarios y humanos. Se sabe que numerosos factores influyen en la decisión de los veterinarios de prescribir antibióticos específicos, incluidas consideraciones clínicas, pruebas microbiológicas y aspectos prácticos del tratamiento, como la facilidad de administración de la dosis y las limitaciones financieras de los clientes.


Varias organizaciones nacionales e internacionales de salud animal han desarrollado directrices sobre el uso y la administración de antimicrobianos en animales de compañía, pero su implementación es muy inconsistente entre los veterinarios, y comúnmente se usan antibióticos de alta prioridad e importancia crítica en clínicas veterinarias de todo el mundo.


En animales de compañía, las dosis de los fármacos se calculan en función del peso corporal, normalmente como mg de fármaco por kg, aunque también se puede utilizar la superficie corporal para algunos agentes quimioterapéuticos. Las poblaciones de perros incluyen una amplia gama de pesos corporales y, cuando se prescriben antibióticos a perros grandes, la cantidad y, por lo tanto, el coste de la medicación necesaria puede ser sustancialmente mayor que para animales más pequeños, particularmente para medicamentos más caros.


Por lo tanto, como el coste del tratamiento es mayor en animales más grandes, el riesgo de un tratamiento subóptimo puede aumentar con un mayor peso del paciente.


Varios estudios previos han investigado la elección de antibióticos veterinarios a través de encuestas y cuestionarios, aumentando el riesgo de sesgo o errores debido a la autoevaluación.


Así, un grupo de investigadores del Reino Unido ha realizado un trabajo donde se recopilaron datos anonimizados de registros médicos electrónicos de primera opinión para examinar la asociación entre el peso del animal y la elección del antibiótico prescrito en enfermedades infecciosas caninas.


NÚMERO MEDIO DE RECETAS DE ANTIBIÓTICOS POR PERRO FUE DE 1,8


Los antibióticos considerados para su inclusión en el estudio fueron amoxicilina, cefovecina, cefalexina, clindamicina, amoxicilina-clavulánico, doxiciclina, enrofloxacina, eritromicina, marbofloxacina, metronidazol, oxitetraciclina, pradofloxacina y trimetoprim sulfonamida.


El conjunto de datos contenía detalles de 14.259 animales individuales e incluía 26.087 transacciones en las que se habían dispensado antibióticos. El número medio de recetas de antibióticos por perro fue de 1,8 durante el período de dos años: el 60 % de los perros tenía solo una receta y el 95% tenía cuatro o menos. El máximo fue de 24 prescripciones en un animal.


El uso de amoxicilina pareció mayor en las hembras, y la eritromicina pareció usarse más comúnmente en animales no castrados (enteros) y en animales más jóvenes. La cefovecina pareció usarse más comúnmente en animales con menor peso corporal y mayor edad, lo que quizás refleja, respectivamente, el alto coste relativo de este medicamento y el mayor riesgo para la salud percibido en estos animales.


Los autores descubrieron que amoxicilina-clavulánico fue, con diferencia, el antibiótico más frecuente, utilizado en el 62 % de todos los casos y más comúnmente dispensado como un tratamiento de 7 días. Las prescripciones de otros antibióticos comprendieron: amoxicilina en el 0,4 % de los casos; cefovecina 0,6 %; cefalexina 5,2 %; clindamicina 9,5 %; doxiciclina 2,8 %; enrofloxacina 1,8 %; eritromicina 0,7 %; marbofloxacina 2,1 %; metronidazol 14,2 %; oxitetraciclina 0,3 %; pradofloxacino 0,3 %; trimetoprima sulfonamida al 0,5 %.


También observaron que el uso de diferentes antibióticos varió significativamente según el peso corporal. “El peso corporal afectó significativamente la probabilidad de dispensar todos los antibióticos excepto enrofloxacina y pradofloxacina”, mientras que la edad del paciente afectó significativamente la dispensación de cefalexina, clindamicina, eritromicina, marbofloxacina, metronidazol y trimetoprima-sulfonamida únicamente.


Los machos tenían significativamente más probabilidades que las hembras de ser tratados con cefalexina, clindamicina, doxiciclina y metronidazol, pero no se dispensaron antibióticos con mayor frecuencia en las hembras.


Además, “fue significativamente más probable que se administraran clindamicina y metronidazol a perros castrados, mientras que la enrofloxacina se usó más comúnmente en animales enteros”.


FRECUENCIA DE ANTIBIÓTICOS EN FUNCIÓN DEL PESO


En este sentido, era más probable que la amoxicilina se dispensara a animales más pesados, lo que sugiere que su menor coste aumentó su uso en animales que requerían dosis mayores de medicamento, a pesar de su falta de eficacia en el tratamiento de organismos positivos a beta-lactamasa. Por el contrario, la cefovecina, más cara, se utilizó casi exclusivamente en animales de bajo peso corporal.


La cefovecina está disponible solo como medicamento inyectable, donde la hoja de datos del producto indica que una sola inyección proporciona hasta 14 días de tratamiento antibiótico continuo en perros. Sobre este asunto, los autores han comentado que “su uso sólo en animales más pequeños sugiere que esto no fue impulsado por una necesidad clínica, sino que pudo haber sido un enfoque conveniente para la dosificación o la mejora del cumplimiento del tratamiento cuando el coste del tratamiento no era prohibitivo”.


En cuanto al tipo de procesos patológicos, era significativamente más probable que se dispensaran metronidazol y eritromicina cuando había referencias gastrointestinales, doxiciclina y enrofloxacina se dispensaban con mayor frecuencia en el contexto de referencias del sistema respiratorio, y el uso de clindamicina se redujo significativamente en trastornos urinarios, probablemente debido a su falta de eficacia contra varios patógenos urinarios comunes. Igualmente, “hubo un aumento significativo en el uso de cefalexina en el contexto de palabras clave para enfermedades de la piel”.


Ante tales hallazgos, los autores han considerado que el peso corporal de los animales afectó significativamente la probabilidad de prescribir la mayoría de los antibióticos en este estudio. La relación entre el peso y las probabilidades de dispensación no fue lineal, un patrón que fue particularmente pronunciado para la amoxicilina y la cefovecina, que se usaron casi exclusivamente en los pacientes más pesados y livianos, respectivamente.


PRESIÓN FINANCIERA EN LA TOMA DE DECISIONES


Por ello, matizan que, en general, el impacto del peso corporal sobre la elección de antibióticos parece complejo. Cuando existen varios tratamientos adecuados para una afección particular, “los veterinarios pueden evitar antibióticos costosos o elegir una alternativa similar pero menos eficaz en animales más grandes para reducir costes”. Sin embargo, cuando las opciones de tratamiento para la afección objetivo están restringidas, o el coste no es prohibitivo, “la consideración del peso corporal puede tener menor prioridad que otros factores como la necesidad clínica específica, el perfil de seguridad percibido o la conveniencia de la dosificación”.


A modo de conclusión, los investigadores han determinado que “este estudio ha demostrado que el peso y el coste del tratamiento afectan la elección de antibióticos por parte de los veterinarios de maneras que no son consistentes entre diferentes medicamentos e independientemente de la influencia de otras características del paciente y consideraciones clínicas”.


En consecuencia, sugieren que “se necesita más trabajo para comprender cómo las presiones financieras pueden influir en las decisiones de los veterinarios sobre el tratamiento antimicrobiano, y el impacto que esto puede tener para socavar potencialmente la optimización de la administración de antimicrobianos en la práctica veterinaria de animales de compañía”.

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