AxSí denuncia que haya colegios San Fernando pendientes aún del mantenimiento de las zonas verdes - San Fernando - Noticias, última hora, vídeos y fotos de San Fernando Ver
La situación del doctorado de Veterinaria en las universidades españolas
EDICIÓN

La situación del doctorado de Veterinaria en las universidades españolas

En algunas áreas de Veterinaria se ha perdido casi un cuarto de los profesores titulares desde 2015, y la media de edad ha aumentado hasta cerca de los 50 años
Doctorados
Pablo Sánchez Quinteiro e Irene Ortiz Leal.

Desde 2015 y hasta el curso 2019/2020, el último periodo del que el Ministerio de Universidades ofrece datos, el número de personal docente investigador (PDI) titular disminuyó en el conjunto de la Universidad pública española en algo más de un 5%. Sin embargo, en áreas exclusivas de Veterinaria, como Sanidad Animal o Anatomía y Anatomía Patológica Comparadas, se perdió más del 20 %.


Por otro lado, las plantillas que quedan están más envejecidas. En Veterinaria, la edad media está cerca de los 50 años, y la supera en algunas áreas. Además, el porcentaje de profesores con 67 años o más y en proceso de jubilación ha aumentado. Sin embargo, no se observa un remplazo generacional. El número de docentes menores de 35 años disminuyó de manera notable en el curso 2016/2017, y solo en Sanidad Animal se han logrado superar los datos del 2015. En cualquier caso, no es suficiente para sustituir a quienes se jubilen.


Pablo Sánchez Quinteiro, profesor de Anatomía en la Universidad de Santiago de Compostela (USC), asegura que el hecho de que haya bajado el número de personal docente investigador significa que ha disminuido también el número de profesores titulares. Apunta que en su departamento ha habido muchas jubilaciones que no se han amortizado. Y no solo puestos de profesor, también de catedráticos. En este momento no hay ninguno en el Departamento de Anatomía, Producción Animal y Ciencias Clínicas Veterinarias de la Facultad de Lugo.


Recuerda, además, que debido al plan Bolonia se han reducido las horas de docencia y no se crean nuevas plazas. Esto, unido a que la tasa de reposición llegó a ser del 0 % durante los años 2012 y 2014 y no se han podido ocupar todas las plazas disponibles por jubilación desde entonces, ha provocado un envejecimiento en las plantillas docentes. “No hay una renovación dentro de gente joven, y la media de edad está creciendo a una velocidad exagerada. Este es un problema de Anatomía de toda España”. En 2015 la media de edad era de 52 años, y en menos de cinco años superó los 54.


FUTURO DEL DOCTORADO EN VETERINARIA


“Añadiría un tercer factor, y es que hay un problema para formar nuevos doctores en estas áreas”, apunta. Para ser docente universitario no basta con presentar la tesis, es necesario estar acreditado por la ANECA, la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación. Se valora la experiencia investigadora y docente, además de la formación académica.


Otros docentes no creen que haya tanta falta de alumnos de doctorado. Elena Mozos Mora, catedrática de Anatomía y Anatomía Patológica Comparadas de la Universidad de Córdoba, opina que la saturación de las plantillas es un hecho desde hace décadas y ahora, debido al envejecimiento y las jubilaciones masivas, se está generando el problema de la renovación. “El reto ahora mismo está en cubrir las plazas de todos los que se van a jubilar, pero habrá solución, aunque en algunas áreas será más fácil que en otras”.


Irene Ortiz Leal, estudiante de doctorado en la USC, investiga el sistema vomeronasal en cánidos salvajes junto a su tutor, Sánchez Quinteiro. Asegura que el problema no se debe solo a la falta de alicientes, “es que te ponen escollos”. Pone como ejemplo las tasas: son las mismas para las personas que se dedican al doctorado a tiempo parcial que las que lo hacen a tiempo completo, y en muchos casos tienen que trabajar en otro lugar para vivir. “No hay gente que esté dispuesta a invertir tanto tiempo y esfuerzo sin cobrar”.


Muchas veces los estudiantes de doctorado realizan estancias no clínicas en su facultad, pero esas horas de trabajo no las reconoce la ANECA como docencia si no poseen un contrato predoctoral en la universidad. “Es decir, si no tenemos beca no tenemos acceso a docencia”, resume Ortiz Leal.


A la hora de proporcionar una beca se valora la puntuación obtenida por la actividad investigadora de cada alumno, pero también por la relevancia del grupo con el que colabora. Pablo enfatiza que las áreas que se consideran menos competitivas “están penalizadas tanto a la hora de conseguir proyectos como para aportar puntos a los doctorandos”. En su caso suma cero puntos, y se menciona que hay muchos más casos similares, porque “la Veterinaria ha quedado un poco apartada”. Sin embargo, sí existen grupos muy competitivos en determinadas áreas, “sobre todo las que se solapan con medicina humana”, destaca Irene.


Elena comenta que “hoy día es muy complicado hacer investigación solo en tu área o grupo, sea Anatomía o Anatomía Patológica”, pero considera que la solución pasa por asociarse con otros grupos, “así se benefician todos”. Cree que de esta forma el PDI consigue formación más competitiva en cualquier área, con proyección hacia otras. “Cuando se trabaja con otras disciplinas se intenta obtener un perfil investigador fuerte, que hoy por hoy es una exigencia de la ANECA”.


FALTA FINANCIACIÓN


Los tres están de acuerdo en que la Universidad tiene la función de formar profesionales en todas las áreas, y para ello hace falta financiación. Sánchez Quinteiro afirma que es imprescindible que en la Administración pública y las propias universidades haya un “cambio de mentalidad”. La prioridad, sostiene, debe ser “analizar las necesidades docentes de todos los departamentos de España y asignar presupuesto en función de sus necesidades”. Indica que este año la USC ha puesto en marcha un sistema de becas que tienen en cuenta este baremo, pero “son anecdóticas, son 20 para toda la universidad”.


Ortiz recuerda que las becas son una parte del problema, pero también falta financiación directa para la investigación. Menciona que hace cinco años se concedió la última ayuda a su grupo de investigación, 7.000 euros. “Es irrisorio. Sólo un vial de anticuerpos cuesta 600 euros, pero lo más básico, como las cuchillas para el microtomo también cuesta dinero”. Ella aprobó una oposición y trabaja como profesora de FP mientras realiza el doctorado, e indica que en el ciclo formativo han recibido 10.000 euros este año, “no para investigación, sino para comprar elementos básicos, como libros o herramientas necesarias para la formación”.


“Para infraestructuras es mucho más complicado”, advierte Pablo. El curso pasado se rompió un fotomicroscopio, un equipo clave para la actividad del grupo. “Me dieron unas ayudas de mejora de la facultad, pero un equipo que valía 10.000 euros se sustituyó por uno de 1.500. La calidad no es la misma”.


Elena añade que, “por desgracia, la universidad española se sustenta fundamentalmente en las ayudas públicas a la investigación y hay muy poca financiación privada”. Esto dificulta que se pueda investigar sobre temas que “a priori no se consideran preferentes para gastar dinero público”. Comenta que en otros países, como Inglaterra o Estados Unidos, asociaciones privadas u organizaciones sin ánimo de lucro subvencionan estudios muy diversos, pero en España esta vía no está desarrollada, “tienen que ser líneas de interés social”.


La sensación de algunos doctorandos, como Irene, es que se quiere fomentar la investigación aplicada, “lo quieren todo hecho y para ya, cuando la investigación nunca ha ido por esas líneas”. Pone como ejemplo el ADN: “cuando se empezó a estudiar el ADN se hacía sin pensar que el día de mañana serviría para hacer una PCR. Trabajaban sin garantías de que tuviese beneficio para nadie. Esa es la investigación básica”.


Irene y Pablo señalan que en algunos casos puntuales se emplea a los estudiantes para hacer trabajos de laboratorio de forma barata, pero recuerdan que no es un problema generalizado. Elena subraya que todas las universidades deben tener un comité de buenas prácticas e integridad en la investigación, al que se puede acudir cuando exista algún tipo de abuso. “Habrá desalmados que usen a los alumnos como un objeto, pero los hay en todos los sectores laborales”.


Sánchez Quinteiro concluye que el doctorado significa un salto cualitativo en la formación, no solo se aprende del tema de la investigación, también de otras materias que resultarán útiles. “la formación que te da el doctorado es una inversión, una escuela de vida”.

Archivo