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El problema de las protectoras de animales a causa del estado de alarma
EDICIÓN

El problema de las protectoras de animales a causa del estado de alarma

​FAADA señala que el panorama de los centros de acogida “es dramático en toda España, ya que estamos viviendo unos días muy complicados debido al confinamiento impuesto por el nuevo coronavirus”
Protectora animal
Una buena noticia es que el número de abandonos no ha crecido, por lo menos no de forma exponencial, como consecuencia del COVID-19.

La Fundación para el Asesoramiento y Acción en Defensa de los Animales (FAADA) asegura que el panorama de los centros de acogida “es dramático en toda España, ya que estamos viviendo unos días muy complicados debido al confinamiento impuesto por el nuevo coronavirus COVID-19”.


Durante esta crisis no se están produciendo adopciones, según explican, si bien, “se continúan recogiendo los animales abandonados o perdidos, por lo que puede acabar produciéndose un grave problema de hacinamiento”.


Además, ya no están recibiendo donativos en especies (alimentos, medicación para los animales y otros productos necesarios) por lo que están tirando de sus propios recursos para comprar lo que antes diferentes colaboradores traían de su propia iniciativa. “Y, en un momento en el que toda la ayuda económica se centra en la lucha contra el COVID-19, al mismo tiempo que un gran número de personas ven reducidos sus ingresos, las aportaciones económicas han caído en picado”, apuntan.


LA SITUACIÓN DE PERROS Y GATOS


La situación de los animales que viven en los refugios también se está viendo afectada por la disminución “drástica y repentina” de personas que puedan cuidar de ellos. Por un lado, debido a las restricciones impuestas por el confinamiento, la gran mayoría de voluntarios y voluntarias ya no pueden acercarse a los centros para pasear a los perros, limpiar las zonas comunes o hacer mimos a los gatos. Hay además trabajadores que han contraído el virus o están en cuarentena y se ven por lo tanto obligados a permanecer en sus casas.


En general, los diferentes centros de acogida han adoptado dos posibles tipos de política para hacer frente a esta situación: los que no han sufrido bajas de personal remunerado han parado por completo las actividades de voluntariado para no poner en riesgo a más personas; los que han visto reducidas sus plantillas o que solo funcionan con voluntarios, permiten el acceso a sus instalaciones, limitando al máximo el número de personas y haciendo dos equipos por seguridad. Para ello, la entidad –o el ayuntamiento, si el centro es municipal– tiene que entregar una autorización escrita a las personas voluntarias que siguen colaborando en sus instalaciones.


UNA BUENA NOTICIA


Aunque todavía no disponen de cifras exactas de todos los centros del territorio español, según la información que ha recopilado FAADA, “el número de abandonos no ha crecido, por lo menos no de forma exponencial, como consecuencia del COVID-19”.


A diferencia de lo que pasó en China, por ejemplo, cuando el virus llegó a España ya se contaba con la información científica que confirmaba que los animales ni son portadores ni transmiten el nuevo coronavirus

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