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Desaconsejan el uso de la acepromacina en perros para tratar fobias a ruidos
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Desaconsejan el uso de la acepromacina en perros para tratar fobias a ruidos

​Este fármaco se suele utilizar para evitar que un perro sienta miedo en días como fin de año en el que se tiran muchos petardos, sin embargo, los expertos señalan que esto no es lo que se consigue en realidad
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La acepromacina disminuye las respuestas motoras, pero apenas afecta a la percepción sensorial.

El GrETCA (Grupo de Especialidad de Etología Clínica de Avepa) da una serie de consejos sobre el uso de la acepromacina en problemas de fobias en perros. Un medicamento que en estas fechas y debido al problema de los petardos en los perros se suele utilizar muy a menudo.


“Todavía es uno de los fármacos de elección más empleados por los veterinarios generalistas como prescripción, sin terapia de modificación de conducta aparejada, para dichos problemas”, indican los etólogos.


Así, porque este uso no conlleva la mejoría del paciente, sino más bien el empeoramiento del bienestar del animal durante los eventos traumáticos, los expertos desaconsejan, como grupo de etología, su utilización como tratamiento único en problemas de fobias a los ruidos en el perro.


USO DE FARMACOTERAPIA EN FOBIAS


GrETCA indica que el objetivo del uso de farmacoterapia en las fobias puede encaminarse hacia dos vertientes.


Por una parte, aliviar los síntomas del animal durante un suceso amenazante a corto plazo. Y, por otro lado, como coadyuvante en un programa de modificación de conducta a largo plazo.


Los síntomas que puede presentar un animal con fobia a ruidos son los de una respuesta fisiológica de miedo exagerada y que no concuerda con la magnitud del estímulo: temblores, midriasis, jadeo, ansiedad, hipersalivación, intentos de huida o de esconderse, micción y defecación, destructividad, deambulación, etc.


“En el uso tradicional de este fármaco, lo que se pretende es que el animal no sienta miedo en eventos que lo podrían desencadenar. Sin embargo, esto no es lo que se consigue en realidad”, señalan.


Según explican los expertos, “la acepromacina es un fármaco del grupo de los neurolépticos. Su mecanismo de acción trata de bloquear los receptores dopaminérgicos en los ganglios basales y sistema límbico. Produce además depresión del sistema nervioso central, que conlleva sedación e incoordinación”.


Además, la acepromacina tiene un defecto principal que la hace no deseable para su uso en las fobias, “y es que disminuye las respuestas motoras, pero apenas afecta a la percepción sensorial”. Por ello, “el resultado final que obtenemos es un perro cuya respuesta motora está disminuida, pero que seguirá percibiendo el estímulo como amenazante”.


Esto se traduce en un incremento del estado de ansiedad, una merma del bienestar del animal y, en ocasiones, un agravamiento de la fobia.


Otro aspecto que destacan es que desinhibe la conducta agresiva, con la consiguiente peligrosidad que ello conlleva para el propietario.


“Por lo tanto, desde este colectivo desaconsejamos totalmente su uso como tratamiento único, así como el de métodos basados en el castigo y en la inundación, en favor de fármacos más seguros, tratamientos de modificación de conducta guiados científicamente teniendo en cuenta los principios del aprendizaje animal, y prevención, herramienta mediante la cual podremos conseguir resultados muy satisfactorios en cuanto a la disminución de la frecuencia y la gravedad de presentación de los síntomas”, concluyen.

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