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La peste porcina clásica persiste diferente en los lechones según su edad
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La peste porcina clásica persiste diferente en los lechones según su edad

​La edad en la que los animales se infectan juega un papel en el establecimiento de la infección persistente con el virus de la peste porcina clásica
Christina warner unsplash 1024x683
Lechones.

La peste porcina clásica (PPC) continúa siendo una de las enfermedades de mayor importancia para la sanidad animal a nivel mundial, generando altas pérdidas económicas debido a los costes derivados de la muerte de los animales, así como por los esfuerzos de erradicación. La enfermedad es causada por el virus de la peste porcina clásica (VPPC), el cual pertenece a la familia viral de los Pestivirus, patógenos capaces de infectar persistentemente a sus hospedadores.


Desde finales de la década de 1970, ha sido documentado que el virus de la peste porcina clásica puede persistir cuando las cerdas preñadas se infectan durante el segundo tercio de la gestación. Entonces, los lechones nacidos de estas cerdas están infectados con altas cargas del virus, siendo incapaces de generar una respuesta inmune, explica José Alejandro Bohórquez, estudiante de Doctorado del Subprograma de Enfermedades exóticas en el IRTA-CReSA. 


"Este suceso dificulta seriamente la detección del virus por medio de las técnicas de diagnóstico utilizadas tradicionalmente para el monitoreo epidemiológico de la enfermedad. En consecuencia, estos animales pasan desapercibidos en las granjas, diseminan el virus y se neutralizando los esfuerzos realizados para la erradicación de la enfermedad", afirma.


El estudiante de doctorado apunta que, recientemente, ha sido reportado que el virus de la peste porcina clásica también es capaz de generar persistencia vírica después de infectar lechones recién nacidos con cepas de baja y moderada virulencia, como la cepa Cataluña 2001 (Cat01) que provocó un brote en el año 2001 en diferentes granjas de esta región. Estos cerdos recién nacidos pueden pasar clínicamente desapercibidos o mostrar una sintomatología que no se asocia a la peste porcina africana porque no se genera una respuesta inmunitaria. Hasta ahora no se conoce si este fenómeno puede darse sólo en cerditos recién nacidos o también en animales de mayor edad.


En un estudio reciente en el que ha participado Bohórquez y que ha sido publicado en la revista Transboundary and emerging diseases, se ha demostrado que los lechones nacidos de una cerda sin el pestivirus y que han sido infectados con la cepa Cat01 a los 21 días de edad también pueden desarrollar la infección persistente con el VPPC.

 

"Esta edad de infección es importante, ya que a los 21 días de nacidos los animales son destetados y juntados con cerditos de otras camadas en algunas granjas, donde podrían diseminar la enfermedad. Interesantemente, la proporción de animales que presentaron esta forma de la enfermedad (44.4%) fue menor que la reportada previamente en estudios con lechones recién nacidos, de menos de 21 días de edad, donde alrededor del 60% de los animales fueron persistentemente infectados. Este resultado sugiere que la edad en la que los animales se infectan juega un papel en el establecimiento de la infección persistente con el virus de la peste porcina clásica, siendo los animales mayores menos susceptibles a desarrollar la infección persistente con VPPC", apuntan los investigadores.


Además, en este estudio se determinó mediante técnicas de inmunología que los animales persistentemente infectados con VPPC presentan alteraciones en algunas de las poblaciones de células del sistema inmune. Estas alteraciones han sido descritas en otras especies como signos de “agotamiento inmune”, un fenómeno que puede afectar negativamente la respuesta del sistema inmune, no solo frente al VPPC, sino también frente a otras infecciones. Futuros estudios ayudarán a esclarecer la importancia que estos hallazgos puedan tener, tanto para el control de la PPC, como para la sanidad animal en general.


Los experimentos de este estudio se han podido llevar a cabo gracias a la Unidad de Biocontención del IRTA-CReSA que conforma la Red de Laboratorios de Alta Seguridad Biológica (RLASB), una Infraestructura Científica y Técnica Singular de España (ICTS), que permite trabajar con agentes de alta patogenicidad bajo condiciones de nivel 3 de Bioseguridad.

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