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La falta de regulación les pasa factura a los auxiliares veterinarios
EDICIÓN

La falta de regulación les pasa factura a los auxiliares veterinarios

Al no contar con una formación reglada, el salario depende de cada clínica veterinaria. Esto conduce a una gran variedad de salarios dentro de la misma profesión
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Hace ya 8 años que, gracias al Real Decreto publicado en el Boletín Oficial del Estado (BOE), se hizo público el reconocimiento de la cualificación profesional de la "asistencia a la atención clínica en centros veterinarios", lo que hoy en día se conoce mayormente como auxiliar técnico veterinario (ATV).


Pero lo cierto es que después de tanto tiempo la profesión sigue sin tener una formación reglada,  por las "muchas trabas burocráticas y filtros que pasar”, como explica a Diario Veterinario el presidente de la Asociación Andaluza de Enfermeros Veterinarios (Aaevet), Adrián Pandelet. Un hecho que les limita a la hora de percibir un salario justo.


“El salario está muy condicionado por nuestra titulación. Al no estar nada regulada, se valora menos, y por tanto, dependerá de la clínica y las funciones que realices en ella. Esto da lugar a mucha diferencia de salarios dentro de la profesión”, asegura Emily Badaraco, auxiliar técnico veterinario, en declaraciones a este medio.


Palabras que encajan con el pensamiento de Aida Esteve y Juan Miguel Rivas, otros dos auxiliares técnicos veterinarios. Esteve cree que “el salario es bajo para todo lo que hacemos”, mientras Rivas se suma a ellas explicando, "si ponemos en una balanza las horas de trabajo, la presión y la responsabilidad, el salario se queda muy corto. Bajo mi opinión no estamos bien remunerados”.


Y es que la falta de regularización también ha dado lugar a que los límites del trabajo que estos profesionales realizan queden un poco difusos. De esta manera, las funciones que desempeñan, “dependen fundamentalmente del modelo de trabajo que haya en el centro veterinario en cuestión”, señala Badaraco, algo que se refleja en la variedad de funciones que realiza un ATV, desde “preparar al paciente para que el veterinario pueda examinarlo o intervenir”, hasta “ayudar en la realización de pruebas diagnósticas, controlar la medicación de pacientes en hospitalización y su aseo”, e incluso “gestionar la parte administrativa y comercial de la clínica, entre otras muchas”, señala Rivas.


Con todo, tanto Badaraco, como Esteve y Rivas, recalcan la importancia que un ATV tiene dentro de la clínica. "Somos muy necesarios, la mano derecha del veterinario, y eso se tendría que valorar", subraya Esteve, mientras Rivas apunta, "somos muy importantes y considero un error la falta de regularización", la que según Badaraco, "favorecería la homogeneidad de la profesión".  

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