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Españoles buscan diferenciar enteropatías crónicas caninas mediante perfiles de aminoácidos fecales

Españoles buscan diferenciar enteropatías crónicas caninas mediante perfiles de aminoácidos fecales

Las variables más determinantes que contribuyeron a las funciones discriminantes fueron la tirosina, el glutamato, la arginina y la fenilalanina
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El estudio involucró a 62 perros enfermos que presentaban signos gastrointestinales.

Las enteropatías inflamatorias crónicas (EIC) en perros se caracterizan por un origen multifactorial, en el que se cree que influyen una respuesta inmunitaria exacerbada, factores ambientales (como la dieta y la microbiota) y una predisposición genética. En este contexto, se ha observado que ciertos componentes de los alimentos pueden afectar a la integridad del epitelio intestinal, esencial para mantener la homeostasis, el equilibrio de la microbiota intestinal y el sistema inmunitario de las mucosas. En cuanto a las proteínas, no está claro si exacerban la inflamación o, por el contrario, tienen efectos positivos a través de péptidos bioactivos o aminoácidos. Estos componentes pueden influir en la homeostasis intestinal, modular las respuestas inmunitarias o afectar a las proteínas de la unión estrecha intestinal.

 

Por lo tanto, las dietas basadas en proteínas de fácil digestión o proteínas nuevas se utilizan comúnmente en medicina veterinaria para las enteropatías inflamatorias crónicas, aunque se ha observado una amplia variabilidad en la respuesta al tratamiento dietético. Los perros que responden a la dieta (FRE, por sus siglas en inglés) generalmente experimentan remisión clínica después de adoptar estas dietas especializadas, mientras que los que no responden requieren pruebas diagnósticas invasivas adicionales que revelan un proceso inflamatorio en la mucosa intestinal y tratamiento con inmunosupresores (IRE, por sus siglas en inglés). 

 

Si bien el motivo de estas diferentes respuestas dietéticas sigue siendo desconocido, estudios recientes sugieren que el contenido de proteína en la dieta puede influir en la diversidad bacteriana intestinal, y los cambios en el microbioma pueden afectar significativamente el metabolismo de aminoácidos del huésped.

 

Considerando que se trata de enfermedades idiopáticas cuyo diagnóstico se basa en la respuesta a la dieta, en los últimos años se ha intensificado la búsqueda de compuestos que permitan una diferenciación más rápida. Así, en medicina humana se han observado cambios significativos en los aminoácidos circulantes (AA) en individuos con enfermedad inflamatoria intestinal (EII) en comparación con controles sanos. 

 

Diferenciar enteropatías crónicas caninas mediante perfiles de aminoácidos fecales

 

En medicina veterinaria, estudios también han demostrado diferencias en los perfiles de aminoácidos circulantes de perros con enfermedades gastrointestinales en comparación con perros sanos. La mayoría de las investigaciones sobre enteropatías inflamatorias crónicas en animales se han centrado en los niveles de AA en sangre, con poca información sobre el uso potencial de métodos no invasivos, como el perfil de aminoácidos fecales para diferenciar estas enfermedades. 

 

Hasta la fecha, ningún estudio ha evaluado los cambios en el perfil de aminoácidos circulantes fecales en perros con diferentes enteropatías inflamatorias crónicas ni el potencial de estos compuestos como factores de discriminación para un diagnóstico correcto y estrategias dietéticas personalizadas. Dado que la composición sérica y fecal de los AA refleja el estado metabólico del huésped y las posibles alteraciones en la microbiota intestinal, su estudio merece mayor atención.

 

Por otro lado, entre las enfermedades que potencialmente pueden causar diarrea crónica y otros signos clínicos asociados se encuentran las infecciones parasitarias. Estos procesos deben diagnosticarse primero para determinar si se trata de un problema parasitario o, por el contrario, de un proceso inflamatorio con características idiopáticas, como las EIC. Giardia (GIA) es una de las infecciones protozoarias más frecuentes, que afecta tanto a humanos como a animales. Sin embargo, se desconocen los cambios que este parásito puede producir en el perfil de AA fecal o cómo difieren de los observados en las EIC.

 

Perros enfermos vs perros control

 

Así, el objetivo de un estudio realizado por Cristina Higueras, Ángel Sainz, Mercedes García-Sancho, Fernando Rodríguez Franco, Mar Larrosa y Ana I. Rey, de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, y Claudia Ruiz-Capillas y Ana Herrero, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, fue, en primer lugar, caracterizar el perfil de aminoácidos fecales de perros con diferentes enfermedades digestivas crónicas, antes del cambio de dieta y GIA en comparación con individuos sanos; y en segundo lugar, evaluar su potencial discriminante y utilidad clínica.

 

Este estudio involucró a 62 perros enfermos que presentaban signos gastrointestinales. Los perros se agruparon en tres categorías diagnósticas: 35 perros fueron identificados con FRE debido a su respuesta positiva a los cambios dietéticos en el plazo de un mes. 18 fueron diagnosticados con FRE, caracterizada por falta de respuesta a la dieta sola, mejoría con inmunosupresores y signos histológicos de inflamación. 9 perros presentaron FRE, verificada mediante pruebas modificadas de Telemann y Merthiolate con yodoformaldehído (ESCCAP), así como una respuesta favorable al tratamiento específico contra el parásito. 

 

Se descartaron otras posibles causas de inflamación gastrointestinal o enfermedades sistémicas para refinar el diagnóstico. Junto con los perros afectados, se incluyó un grupo control de 22 perros control sanos (HC) como línea base. Finalmente, los grupos fueron enfermedades digestivas crónicas (enteropatía sensible a alimentos (FRE) y enteropatía sensible a inmunosupresores (IRE)), y antes del cambio de dieta e infección por Giardia (GIA).

 

Grupo Giardia con valores de aminoácidos fecales más altos 

 

El grupo HC presentó tirosina (Tyr) fecal y aminoácidos aromáticos (AAA) más bajos en comparación con los perros FRE o IRE. Además, el grupo HC tuvo niveles más bajos de treonina (Thr) que el grupo IRE, mientras que los perros FRE mostraron valores intermedios. No se observaron diferencias estadísticamente significativas en los aminoácidos fecales entre los perros FRE e IRE. Por el contrario, el grupo GIA tuvo valores de aminoácidos fecales más altos (excepto ácido glutámico (Glu)) en comparación con los otros perros. 

 

Las variables más determinantes que contribuyeron a las funciones discriminantes fueron la tirosina, el glutamato, la arginina y la fenilalanina. Los resultados de la validación de las funciones discriminantes mostraron que el 44 % de las muestras de heces se clasificaron erróneamente, lo que resultó en una tasa de éxito del 56 %. Igualmente, el perfil de aminoácidos fecales no distinguió con precisión a los perros con FRE de los perros con IRE; sin embargo, la excreción fecal de AA fue generalmente mayor en los perros con GIA.

 

Así, han concluido que los perros infectados con GIA mostraron una excreción fecal significativamente mayor de aminoácidos en comparación con los otros grupos. Además, los perros sanos presentaron diferencias significativas en sus perfiles de aminoácidos fecales en comparación con los perros con FRE o IRE, particularmente en Thr y Tyr. Sin embargo, “el perfil de aminoácidos fecales no difirió entre los perros con FRE e IRE”. Por lo tanto, exponen que no sería posible predecir la respuesta al tratamiento de un perro afectado por CIE basándose en el análisis de AA fecales, y “se necesitan más estudios para comprender mejor las diferentes respuestas al tratamiento dietético en estos dos grupos de perros”.

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